El apoyo que los líderes deben ofrecer a los maestros
El élder Gordon B. Hinckley supervisó la obra de la Iglesia en Asia desde 1960 hasta 1968. Durante ese tiempo, se reunió periódicamente con los líderes del sacerdocio en Asia. Años más tarde, uno de esos líderes expresó sus sentimientos sobre esas visitas que hizo el élder Hinckley al decir lo siguiente:
“Una de las cosas que le agradezco al élder Hinckley es que nunca me criticó durante los tres años que presté servicio [como presidente de misión], a pesar de mis flaquezas… y eso me dio ánimo para seguir adelante. Cada vez que él iba [a visitar la misión] yo pensaba que esa vez sí iba a recibir una crítica o una reprimenda; quizás por no haber hecho un informe correctamente o por no implantar cierto programa en la forma debida. Sin embargo, siempre que salía del avión me tomaba de la mano con mucha fuerza y un gran entusiasmo y me decía: ‘Qué tal, presidente… ¿cómo están las cosas?… Déjeme decirle que la obra que está realizando es excelente’. De esa forma me alentaba… y cuando se iba, yo sentía que tenía que dar un 105 por ciento en lugar de un 100” (Adney Y. Komatsu, citado por Sheri Dew en Go Forward with Faith, 1996, pág. 288).
Los líderes de la Iglesia deben brindar agradecimiento, ayuda y aliento a los maestros con los que prestan servicio. La calidad de la enseñanza en la Iglesia mejorará cuando los líderes establezcan una relación de apoyo y afecto con los maestros.
El entusiasmo que los líderes demuestren por la obra del Señor puede inspirar a los maestros a poner más dedicación a sus llamamientos. A medida que los maestros sientan el amor que los líderes les tienen, es posible que se sientan inspirados a demostrar un cariño más profundo por las personas que enseñan; y al escuchar a los líderes dar su testimonio y enseñar por medio de las Escrituras, obtendrán una mayor comprensión de la importancia de dar testimonio y de utilizar las Escrituras en la enseñanza que ellos mismos impartan.
Llevar a cabo una reunión de orientación con todo maestro recién llamado
Los líderes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares de barrio se deben reunir individualmente con cada maestro que haya sido llamado recientemente para prestar servicio en sus respectivas organizaciones, a fin de brindarle una orientación breve. Es preferible que lo hagan antes de que los maestros impartan su primera clase. Como parte de esta reunión, el líder debe:
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Ayudar al maestro a comprender la importancia que tiene el llamamiento para enseñar.
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Analizar los principios de una enseñanza eficaz, según se describen en las páginas 362–367 de “Enseñanza del Evangelio y liderazgo” del Manual de Instrucciones de la Iglesia.
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Asegurarse de que el maestro reciba todos los materiales necesarios para poder enseñar con éxito, incluyendo los materiales en que figuran las lecciones para la clase y una lista de asistencia con los nombres de todos los miembros de la Iglesia que deben asistir a su clase.
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Asegurarse de que el maestro tenga una copia de la sección “Enseñanza del Evangelio y liderazgo” del Manual de Instrucciones de la Iglesia y del manual La enseñanza: El llamamiento más importante. Hacer un breve repaso de estos materiales con el maestro con el fin de instruirle sobre la forma en que puede utilizarlos más eficazmente.
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Informar al maestro sobre los materiales publicados por la Iglesia que están disponibles en la biblioteca del centro de reuniones.
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Avisar al maestro acerca de las reuniones de mejoramiento de maestros (véanse las págs. 8–10). Explicarle sobre los beneficios de asistir a esas reuniones y alentarlo a asistir.
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Informar al maestro en cuanto al curso Enseñanza del Evangelio (véase la pág. 11).
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Ofrecerle apoyo continuo.
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Instar al maestro a ponerse en contacto con él o con ella individualmente por lo menos una vez cada tres meses para hablar sobre el llamamiento de maestro (véase “Conferenciar con los maestros”, págs. 5–6).
Una vez que el nuevo maestro haya dado su primera lección, uno de los líderes debe ponerse en contacto con él o ella con el fin de contestar a sus preguntas y darle aliento.
Proporcionar un apoyo continuo a cada maestro
Conferenciar con los maestros
Tanto en las organizaciones auxiliares como en las del sacerdocio, se asignan líderes para que colaboren con ciertos maestros específicamente. Por ejemplo, se puede asignar a un miembro de la presidencia de la Primaria para que trabaje con los maestros que enseñan a los niños de 8 a 11 años de edad; a un miembro de la presidencia del quórum de élderes se le puede asignar para colaborar con los maestros del quórum. Los líderes que se hayan designado para desempeñar esta función deben alentar a los maestros a ponerse en contacto con ellos periódicamente: por lo menos una vez cada tres meses. Si los maestros no se pusieran en contacto con sus líderes durante ese lapso de tiempo, éstos deben comunicarse con los maestros.
Durante esas entrevistas, los maestros deben gozar de plena libertad para relatar experiencias, para analizar las necesidades de las personas que integren su quórum o su clase y para solicitar ayuda y consejo. Esas entrevistas resultan más eficaces cuando se efectúan en persona, pero se pueden hacer por teléfono, por correo o de alguna otra forma si es necesario. Cuando un líder se reúne con un maestro del sexo opuesto, debe estar presente otro adulto.
Es mucho lo que los líderes pueden hacer para brindar apoyo personal y ayuda a los maestros mientras éstos procuran hacer frente a sus desafíos. En sus esfuerzos por ayudar a los maestros, los líderes deben recordar que ellos mismos también son maestros; deben ser receptivos a la inspiración del Espíritu Santo y buscar oportunidades de dar su testimonio, de enseñar por medio de las Escrituras y de dar consejos apropiados.
Tal vez los líderes se sientan incómodos e incluso incompetentes ante la responsabilidad de tener que entrevistarse con los maestros; sin embargo, ellos serán iluminados y facultados para llevar a cabo esa importante responsabilidad al pedir orientación en sus oraciones, al estudiar y vivir el Evangelio y al recordar que su llamamiento proviene de Dios. Además, ellos pueden recibir valiosa instrucción al estudiar el manual La enseñanza: El llamamiento más importante y la sección “Enseñanza del Evangelio y liderazgo” del Manual de Instrucciones de la Iglesia, al asistir a las reuniones de mejoramiento del maestro y al participar en el curso de Enseñanza del Evangelio.
Al conferenciar con los maestros, los líderes deben permitir que las necesidades y preocupaciones del maestro determinen el rumbo de la conversación. Los líderes pueden hacer preguntas que induzcan a los maestros a reflexionar, tales como las que se encuentran a continuación, a fin de ayudarlos a evaluar por sí mismos el desempeño de su llamamiento y pensar en lo que pueden hacer para mejorar su enseñanza. Asimismo, tales preguntas pueden serles útiles a los líderes para descubrir formas específicas en las que puedan ayudar.
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¿Qué sentimientos tiene en cuanto a su llamamiento de maestro?
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¿Desea hablar acerca de algunas experiencias que haya tenido con la clase?
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¿Cuáles han sido sus experiencias de enseñanza más exitosas?
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¿Podría darme algunos ejemplos de cómo reaccionan los miembros de la clase ante las lecciones que usted enseña?
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¿Cuáles son algunas de las necesidades específicas de cada miembro de la clase?
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¿Cuáles son algunas de sus metas como maestro?
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¿En qué forma puedo ayudarle a lograr esas metas?
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Según su opinión, ¿cuáles son algunos de los temas que deberían tratarse en las reuniones de mejoramiento de maestros?
Los líderes deben escuchar con atención las respuestas de los maestros y ayudarlos a buscar respuestas a sus preguntas y preocupaciones. Los líderes pueden alentar a los maestros al hacerles ver sus puntos fuertes y las cosas positivas que han logrado. Al darles alguna sugerencia, deben hacerlo con humildad y amor (véase D. y C. 12:8); deben tener presente la siguiente declaración del presidente Spencer W. Kimball:
“Estoy hambriento y sediento de una palabra de reconocimiento o de una evaluación sincera de mis superiores o de mis compañeros. No deseo halagos ni elogios; sólo deseo saber si lo que hice fue satisfactorio” (The Teachings of Spencer W. Kimball, editado por Edward L. Kimball, 1982, pág. 489).
Ayudar a los maestros a hacer planes para mejorar
Al conferenciar con los maestros, los líderes pueden pedirles a éstos que utilicen una gráfica como la que aparece al pie de esta página con el fin de escribir los planes que tienen para continuar superándose.
Los líderes pueden sugerir ideas específicas para ayudar a los maestros a alcanzar sus metas, tales como el inscribirse en el curso Enseñanza del Evangelio y estudiar secciones específicas del manual La enseñanza: El llamamiento más importante. Al hacer las sugerencias, los líderes deben tener cuidado de no abrumar a los maestros dándoles demasiadas ideas.
¿Cómo soy como maestro?
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¿Cuáles son mis puntos fuertes como maestro?
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¿Cuáles son mis puntos débiles?
¿Qué puedo hacer para mejorar?
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¿Qué puedo hacer ahora para mejorarme como maestro?
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¿Qué habilidades debo desarrollar?
¿A qué fuentes de ayuda puedo recurrir?
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¿Quién puede ayudarme?
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¿Qué materiales están a mi disposición?
Ayudar a los maestros que se sientan incompetentes
Los líderes deben dar aliento sincero a los maestros que se sientan incompetentes. Deben hacerles comprender que el Señor los ha llamado para que presten servicio en sus respectivos cargos y que Él los bendecirá a medida que busquen Su guía con humildad.
Visitar las clases
Algunos líderes asisten a la misma clase todas las semanas como parte de su llamamiento, mientras que otros, como los miembros de la presidencia de la Primaria y de la Escuela Dominical, deben hacer los arreglos necesarios con los maestros para visitar sus clases de vez en cuando. Al concertar esas visitas, los líderes deben ofrecerse a hacer cualquier cosa que los maestros consideren que pueda ser de ayuda. Por ejemplo, pueden presentar parte de la lección, tender la mano a un miembro de la clase en particular, ayudar con las actividades o simplemente observar la clase.
Al poco tiempo después de visitar una clase, los líderes deben expresar agradecimiento y brindar aliento. En ese momento o poco después, pueden reunirse individualmente con el maestro si lo desean, tomando en cuenta las pautas que se encuentran en las páginas 5 y 6 bajo el encabezamiento “Conferenciar con los maestros”.
Alentar a los miembros del quórum o de la clase a que apoyen a sus maestros
Los líderes pueden lograr resultados muy positivos al apoyar abiertamente a sus maestros. Por ejemplo, pueden presentar a un nuevo maestro a los miembros del quórum o de la clase, expresando al mismo tiempo la confianza que tiene en la capacidad del maestro. Los líderes que asisten con regularidad a las clases, tales como los líderes del grupo de sumos sacerdotes y miembros de la presidencia del quórum de élderes y de la presidencia de la Sociedad de Socorro, pueden ser un ejemplo al participar en forma apropiada en el diálogo que se lleve a cabo en clase. Ellos también pueden estudiar la lectura asignada y alentar a los demás miembros de la clase a hacer lo mismo.
Expresar agradecimiento por la labor del maestro
Los líderes siempre deben buscar formas de expresar agradecimiento a los maestros. Al hacerlo, deben seguir este sencillo consejo del presidente Gordon B. Hinckley: “Creo que debemos agradecer a la gente. Considero que el agradecimiento debe ser genuino y sincero, como debe ser cuando existe esfuerzo verdadero y servicio dedicado” (Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, pág. 248).