Juan 14:15–31; 15:10–14
“Si me amáis, guardad mis mandamientos”
Mientras el Salvador y Sus apóstoles celebraban la Pascua judía en el aposento alto, el Salvador enseñó verdades importantes a Sus apóstoles. A medida que se acercaba Su inminente sufrimiento en Getsemaní y en el Calvario, Jesús instruyó a esos hombres a quienes amaba profundamente: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Esta lección puede ayudarte a mostrar tu amor por el Padre Celestial y Jesucristo mediante la obediencia a Sus mandamientos.
¿Cómo se demuestra el amor?
-
¿Cómo puedes darte cuenta de que alguien te ama? ¿Qué palabras, acciones o actitudes indican que te ama?
-
¿Cómo demuestras tu amor por otras personas?
-
¿Qué sucede si amas a alguien, pero tu actitud o acciones no siempre han demostrado ese amor? ¿Qué podrías hacer?
A medida que el Salvador continuó instruyendo a Sus apóstoles durante la Última Cena, enseñó acerca de Su amor por nosotros y cómo podemos demostrar nuestro amor por Él.
Estudia Juan 14:15, 21, 23–24 y Juan 15:10–14 para saber lo que el Salvador dijo que podíamos hacer para demostrar nuestro amor por Él y por nuestro Padre Celestial.
-
¿Qué recalcó el Salvador en esos versículos en cuanto a cómo podemos demostrar amor por Él?
-
¿Qué enseñan estos versículos sobre el amor que el Salvador tiene por ti?
-
¿Cuáles son algunas situaciones en las que las verdades que el Salvador enseñó en estos versículos serían útiles?
La hermana Carole M. Stephens, antigua miembro de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, enseñó acerca del motivo por el que Dios nos da mandamientos y la razón por la que debemos obedecerlos.
Mira el video “Ir a la casa de la abuela” (4:02) en LaIglesiadeJesucristo.org.
… Quizás sintamos, en ocasiones, que las leyes de Dios restringen nuestra libertad personal, nos quitan nuestro albedrío y limitan nuestro crecimiento; pero al buscar mayor entendimiento, cuando permitamos que nuestro Padre nos enseñe, comenzaremos a ver que Sus leyes son una manifestación de Su amor por nosotros, y la obediencia a Sus leyes es una expresión de nuestro amor por Él.
(Carole M. Stephens, “Si me amáis, guardad mis mandamientos”, Liahona, noviembre de 2015, pág. 119)
Haz una lista de algunas leyes y mandamientos que sientas que demuestran el amor del Padre Celestial por ti. Para ayudarte a pensar en algunos mandamientos, podrías repasar los Diez Mandamientos (véase Éxodo 20:3–17) o Para la Fortaleza de la Juventud (cuadernillo, 2011).
-
¿De qué manera los mandamientos que colocaste en la lista son una “manifestación de Su amor [de Dios] por nosotros”?
-
¿Cómo puede tu obediencia a esos mandamientos ser una “expresión de [tu] amor por Él”?
Elige uno de los mandamientos de tu lista. Podría ser uno en el que estés trabajando o uno que te hayas sentido tentado a quebrantar, pero que hayas escogido obedecer.
Las siguientes preguntas te ayudarán a evaluar tus motivos para guardar los mandamientos de Dios. Al pensar en tus respuestas, es importante saber que es posible que tengas diversas razones para guardar los mandamientos. Independientemente de tus motivos actuales, continúa siendo obediente y, con el tiempo, tu deseo de obedecer por amor puede aumentar.
El ejemplo de amor de nuestro Salvador
Jesucristo nos dio el ejemplo perfecto de cómo obedecer las leyes y los mandamientos de Dios por amor puro. Luego de la Última Cena, Él dijo: “Pero para que conozca el mundo que amo al Padre, y como el Padre me dio el mandamiento, así hago” (Juan 14:31). Después, Jesús se dirigió a sufrir por nuestros pecados y nuestros “dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases” (Alma 7:11) en el Jardín de Getsemaní y en la cruz.
-
¿Por qué estaba dispuesto el Salvador a obedecer al Padre Celestial? (véanse Juan 15:13; Hebreos 12:2).
El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, nos invitó a considerar detenidamente lo que el amor de Jesucristo puede motivarnos a hacer. Si lo deseas, puedes ver el video “Permaneced en mi amor”, en LaIglesiadeJesucristo.org, desde el minuto 14:27 hasta el 14:50, o leer la siguiente cita:
¿No has de amar a quien primero te amó a ti? [véase 1 Juan 4:19]. Entonces, guarda Sus mandamientos [véase Juan 14:15]. ¿No serás amigo de Él, quien dio Su vida por Sus amigos? [véase Juan 15:13]. Entonces, guarda Sus mandamientos [véase Juan 15:14]. ¿No permanecerás en Su amor y recibirás todo lo que Él amorosamente te ofrece? Entonces, guarda Sus mandamientos [véase Juan 15:10].
(D. Todd Christofferson, “Permaneced en mi amor”, Liahona, noviembre de 2016, pág. 51)
Conforme te esfuerces por guardar los mandamientos por amor al Padre Celestial y a Jesucristo, sentirás un aumento de Su amor en tu vida (véase Juan 14:21). Si te cuesta ser obediente, o incluso desear serlo, el Padre Celestial puede ayudarte si humildemente le pides un cambio de corazón. Recuerda, también, que uno de los mandamientos es arrepentirnos, y podemos guardarlo al mismo tiempo que nos esforzamos por vencer nuestras debilidades.
Opcional: ¿Quieres aprender más?
¿Por qué requiere Dios nuestra obediencia a Sus mandamientos?
El presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia, enseñó:
Dios requiere que obedezcamos Sus mandamientos, porque solo mediante esa obediencia, que incluye el arrepentimiento, podemos volver a vivir en Su presencia y llegar a ser perfectos como Él lo es.
(Dallin H. Oaks, “Los dos grandes mandamientos”, Liahona, noviembre de 2019, pág. 74).
¿Importa la razón por la que obedezco los mandamientos?
Cada uno de nosotros debería preguntarse por qué obedece los mandamientos de Dios. ¿Es porque tenemos miedo al castigo? ¿Es porque deseamos las recompensas de vivir una vida recta? ¿Es porque amamos a Dios y a Jesucristo y deseamos servirlos?
Es mejor obedecer los mandamientos por miedo al castigo que no obedecerlos; sin embargo, seríamos mucho más felices si obedeciéramos a Dios porque le amamos y deseamos obedecerle. Cuando le obedecemos libremente, Él también nos puede bendecir libremente. Él dijo: “… Yo, el Señor […] me deleito en honrar a los que me sirven en rectitud y en verdad hasta el fin” [Doctrina y Convenios 76:5]. La obediencia también nos sirve para progresar y para ser más semejantes a nuestro Padre Celestial; pero quienes no hacen nada hasta que se les manda y luego guardan los mandamientos de mala voluntad, pierden su recompensa [véase Doctrina y Convenios 58:26–29].
(Véase Principios del Evangelio, 2009, págs. 221–223))