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Mateo 26:36–46; Lucas 22:39–46: Parte 2


Mateo 26:36–46; Lucas 22:39–46: Parte 2

¿Cómo puede influir en mi vida el sufrimiento del Salvador en Getsemaní?

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Jesucristo en el suelo en el jardín de Getsemaní

Esta es la segunda parte de una lección de dos partes sobre el sufrimiento del Salvador en Getsemaní y su importancia doctrinal. Como parte de Su expiación, Jesucristo tomó sobre Sí nuestros pecados, dolores, enfermedades y debilidades. Gracias a Su sacrificio expiatorio, Él puede ayudarnos con los desafíos que enfrentamos en la vida terrenal. El objetivo de esta lección es ayudarte a sentir una mayor necesidad de la fortaleza y la ayuda que Jesucristo puede ofrecerte mediante Su expiación.

¿Por qué Jesucristo tuvo que sufrir tanto?

Imagínate el siguiente caso hipotético.

Tu amigo Carlos ha estado interesado en aprender más acerca de la Iglesia durante los últimos meses. Él ha pasado mucho tiempo en tu hogar aprendiendo más sobre el Evangelio e incluso ha participado en el estudio de las Escrituras con tu familia algunas veces. Una noche, después de estudiar los acontecimientos relacionados con el sufrimiento del Salvador en Getsemaní, Carlos pregunta: “¿Por qué tuvo que sufrir tanto Jesús?”.

  • ¿Cómo responderías a la pregunta de Carlos?

Piensa en tus sentimientos acerca de Jesucristo y Su expiación. Cuando piensas en Su sacrificio expiatorio, ¿qué preguntas tienes? ¿Cómo influye en tus sentimientos hacia Él el saber que sufrió por ti? La lección anterior (“Mateo 26:36–46; Lucas 22:39–46: Parte 1”) hizo hincapié en muchos de los detalles del sufrimiento del Salvador en Getsemaní. Dedica un momento a estudiar Mateo 26:36–39 y Lucas 22:41–44 de nuevo. Busca palabras o frases específicas, incluidas las que ya hayas subrayado, que sean significativas para ti en cuanto al Salvador y que describan lo que Él experimentó en Getsemaní.

Utilizar la revelación moderna para comprender mejor el sufrimiento del Salvador

Sin la bendición de la revelación moderna que el profeta José Smith recibió acerca del Salvador y Su expiación, habría muchas cosas que no entenderíamos acerca de lo que Jesucristo sufrió como parte de Su expiación, tanto en Getsemaní como en la cruz, y sobre la razón por la que sufrió esas cosas.

Lee Doctrina y Convenios 19:16–19 y busca lo que enseñó Jesucristo acerca de Su sufrimiento.

  • ¿Qué te ayudaron a entender esos versículos sobre por qué el Salvador sufrió tanto?

  • ¿Qué te ayudan a entender esos versículos acerca del amor que el Salvador tiene por ti?

Lee Alma 7:11–13 y completa la siguiente tabla en tu diario de estudio. Podría ser útil saber que la palabra socorrer en el versículo 12 significa “dar alivio o ayuda” (Dallin H. Oaks, “Fortalecidos por la expiación de Jesucristo”, Liahona, noviembre de 2015, pág. 61).

¿Qué sufrió o tomó sobre Sí el Salvador?

¿Qué puede hacer Jesucristo por nosotros gracias a Su expiación?

¿Qué sufrió o tomó sobre Sí el Salvador?

¿Qué puede hacer Jesucristo por nosotros gracias a Su expiación?

¿Qué sufrió o tomó sobre Sí el Salvador?

¿Qué puede hacer Jesucristo por nosotros gracias a Su expiación?

¿Qué sufrió o tomó sobre Sí el Salvador?

¿Qué puede hacer Jesucristo por nosotros gracias a Su expiación?

  • ¿Qué aprendiste de estos versículos acerca de lo que Jesucristo sufrió y por qué lo hizo?

  • ¿Cómo nos bendicen a cada uno de nosotros los sufrimientos del Señor en Getsemaní?

Una verdad que podemos aprender de Alma 7:11–13 es que Jesucristo sufrió para salvarnos del pecado y de la muerte, y para ayudarnos en los desafíos de la vida terrenal. Si lo deseas, escribe esta verdad en tu ejemplar de las Escrituras. También podrías escribir esta verdad y tus respuestas a las siguientes preguntas en tu diario de estudio.

  • ¿Cuál de las bendiciones que se mencionan en la segunda columna de tu tabla sería más significativa para ti en este momento? ¿Por qué?

  • ¿En qué ocasiones has experimentado la esperanza, la paz, el consuelo o la fortaleza que puedes recibir por medio de los sufrimientos expiatorios de Jesucristo?

Para ver un ejemplo que ilustre la ayuda divina que podemos recibir mediante el sacrificio expiatorio del Salvador, considera mirar el video “La Expiación - No es algo momentáneo” (3:00). Ambos videos se pueden encontrar en ChurchofjesusChrist.org.

Para aprender más acerca de la forma en que el Salvador puede bendecir nuestra vida gracias a Su expiación, estudia algunas de las enseñanzas de nuestros líderes de la Iglesia, que se encuentran en la sección “Opcional: ¿Quieres aprender más?” al final de esta lección.

1. Responde las siguientes preguntas en tu diario de estudio:

  • ¿Qué has aprendido o sentido en cuanto a Jesucristo que desees recordar?

  • ¿Qué harás de manera diferente debido a lo que aprendiste o sentiste en cuanto a Jesucristo?

Opcional: ¿Quieres aprender más?

¿De qué maneras puede influir en nuestra vida la expiación del Salvador?

Presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia:

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Presidente Dallin H. Oaks

Para la mayoría de nosotros, la oportunidad de recibir el perdón de nuestros pecados es el significado principal que tiene la expiación de Jesucristo […].

Nuestro Salvador y Redentor soportó un sufrimiento incomprensible para convertirse en un sacrificio por los pecados de todos los seres mortales que se arrepientan. Ese sacrificio expiatorio ofreció el bien supremo, el Cordero puro y sin mancha, a cambio de la medida suprema de la maldad: los pecados del mundo entero. Nos abrió la puerta a todos nosotros para que seamos limpios de nuestros propios pecados a fin de que podamos ser readmitidos en la presencia de Dios, nuestro Padre Eterno. Esa puerta abierta está disponible para todos los hijos de Dios.

(Dallin H. Oaks, “¿Qué ha hecho nuestro Salvador por nosotros?”, Liahona, mayo de 2021, pág. 76)

Élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles:

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Élder Dale G. Renlund

En situaciones injustas, una de nuestras tareas es confiar en que “[t]odo lo que es injusto en la vida se puede remediar por medio de la expiación de Jesucristo” [Predicad Mi Evangelio: Una guía para el servicio misional, 2019, pág. 52]. Jesucristo venció al mundo y “absorbió” toda injusticia. Gracias a Él, podemos tener paz en este mundo y ser de buen ánimo. Si se lo permitimos, Jesucristo consagrará las injusticias para nuestro provecho. No solo nos consolará y restaurará lo que se haya perdido; Él utilizará las injusticias para nuestro beneficio.

(Dale G. Renlund, “Las injusticias exasperantes”, Liahona, mayo de 2021, pág. 43)

Élder Ulisses Soares, del Cuórum de los Doce Apóstoles:

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Élder Ulisses Soares

[L]es testifico que cuando nos arrepentimos sinceramente de nuestros pecados, permitimos que el sacrificio expiatorio de Cristo surta efecto plenamente en nuestra vida. Nos liberamos de la esclavitud del pecado, hallamos gozo en nuestro trayecto terrenal y nos convertimos en merecedores de recibir la salvación eterna, que se preparó desde la fundación del mundo para todos aquellos que crean en Jesucristo y vengan a Él.

(Ulisses Soares, “Jesucristo: El Cuidador de nuestra alma”, Liahona, mayo de 2021, pág. 83)

Élder Michael John U. Teh, de los Setenta:

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Élder Michael John U. Teh

[L]legar a comprender cada vez más que la expiación de Jesucristo se aplica a nosotros de manera personal e individual nos ayudará a conocerlo. Con frecuencia, nos es más sencillo pensar y hablar de la expiación de Cristo en términos generales que reconocer su relevancia personal en nuestra vida. La expiación de Jesucristo es infinita y eterna, lo abarca todo en su amplitud y profundidad, pero es totalmente personal e individual en sus efectos. Debido a Su sacrificio expiatorio, el Salvador tiene poder para limpiar, sanar y fortalecernos uno por uno.

(Michael John U. Teh, “Nuestro Salvador personal”, Liahona, mayo de 2021, pág. 99)

Hermana Reyna I. Aburto, Segunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro:

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Hermana Reyna Aburto

[M]ediante la redentora expiación y la gloriosa resurrección de Jesucristo, los corazones quebrantados pueden ser sanados, la angustia puede convertirse en paz y la aflicción puede convertirse en esperanza. Él puede acogernos en Sus brazos de misericordia para consolarnos, facultarnos y sanarnos.

(Reyna I. Aburto, “No hay victoria para el sepulcro”, Liahona, mayo de 2021, pág. 86)

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