Lucas 22:47–71; Juan 18:1–27
“[L]a copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?”
Jesucristo estaba totalmente comprometido a hacer la voluntad del Padre Celestial. Esto se evidencia de manera especial en Su sufrimiento en el Jardín de Getsemaní, en Su arresto posterior y en los acontecimientos que precedieron a Su crucifixión y durante ella. Esta lección puede ayudarte a seguir el ejemplo de Jesucristo escogiendo la voluntad del Padre Celestial en tu vida.
Poner la voluntad del Padre Celestial por encima de la nuestra
Imagina que estás de pie frente a dos puertas. Al escoger entrar por la primera puerta, estarías siguiendo la voluntad del Padre Celestial, pero afrontarías una prueba difícil. Si optaras por pasar por la segunda puerta, evitarías la prueba, pero no estarías haciendo lo que el Padre Celestial desea para ti.
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¿Por qué podría alguien escoger la primera puerta? ¿Y la segunda?
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¿Qué sabes acerca del Padre Celestial que podría ayudarte a escoger entrar por la primera puerta?
Dedica un momento a reflexionar sobre la vida de Jesucristo y sobre cómo el elegir la primera puerta se compara a la forma en que Él eligió vivir. En la lección de hoy, tendrás la oportunidad de leer acerca de las decisiones que tomó el Salvador hacia el final de Su vida terrenal. A medida que estudies, busca lo que te inspire de las acciones de Jesucristo.
Jesucristo es traicionado y arrestado en Getsemaní
En el Jardín de Getsemaní, Jesucristo le pidió a Su Padre que “pasa[ra] de [Él] es[a] copa”, pero dejó en claro que estaba comprometido a hacer la voluntad del Padre cuando dijo: “… [P]ero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). La copa de la que habló Jesús se refiere a Su sufrimiento y muerte.
Lee Juan 18:1–4 para ver la forma en que el Salvador continuó demostrando Su compromiso de hacer la voluntad del Padre Celestial.
Haz una lista de algunas de las cosas difíciles que Jesús sabía que “le iba[n] a suceder” en las horas siguientes pero que Él aceptó (versículo 4).
Lee Juan 18:5–11 para saber cómo respondió el Salvador al populacho armado que había venido a llevárselo.
Para ver detalles adicionales que Juan no registró, los cuales demuestran el asombroso amor y la determinación de Jesucristo, lee Mateo 26:52–54 y Lucas 22:50–51. Si lo deseas, también puedes ver el video “El Salvador sufre en Getsemaní” desde el minuto 5:55 hasta el 8:30, disponible en ChurchofJesusChrist.org.
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¿Qué te impresionó del encuentro de Jesús con el populacho armado?
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¿Qué te ayuda a entender el ejemplo de Jesucristo en cuanto a cómo enfrentar la oposición?
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¿Por qué crees que el Salvador pudo manejar esas situaciones de la manera en que lo hizo? ¿Qué te enseña esto sobre Él?
Jesucristo es llevado a juicio
Después de Su arresto, Jesús fue llevado ante el sumo sacerdote, Caifás, y otros líderes judíos. Lee Lucas 22:63–65 para ver algunos de los tratos injustos que Jesús recibió de ellos. Si lo deseas, también puedes ver el video “Jesús es juzgado por Caifás, Pedro niega conocerlo” desde el minuto 0:00 hasta el 1:39, disponible en ChurchofJesusChrist.org.
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¿Por qué crees que el Salvador estuvo dispuesto a soportar un trato tan severo e injusto?
En el Libro de Mormón, Nefi y Abinadí enseñaron acerca de por qué el Salvador se sometió voluntariamente a ese trato. Lee 1 Nefi 19:8–9 y Mosíah 15:5–7 para ver cuáles son las razones que mencionaron.
En tu diario de estudio, escribe qué lecciones puedes aprender de Jesucristo en esos versículos.
Si lo deseas, escribe algunas razones por las que entender estas lecciones es valioso o personalmente significativo para ti.
Una lección que es importante entender de esos versículos es que Jesucristo se sometió a la voluntad de Su Padre en todas las cosas.
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¿Qué crees que entendía Jesús acerca del Padre Celestial que lo ayudó a ser perfectamente sumiso a Su voluntad?
Piensa en alguna ocasión en la que escogiste seguir lo que el Padre Celestial deseaba en lugar de tu preferencia personal.
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¿Qué te resultó difícil en cuanto a escoger los deseos de Dios en lugar de lo que tú podrías haber deseado?
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¿Qué bendiciones has recibido por escoger seguir la voluntad del Padre Celestial aun cuando fuera difícil?
El presidente Russell M. Nelson hizo una serie de preguntas acerca de nuestra disposición a someternos a la voluntad de Dios. Dedica un tiempo para meditar sobre cómo puedes responder a esas preguntas con sinceridad. Piensa en lo que haría falta que hicieras para poder responder afirmativamente a cada pregunta.
¿Estás dispuesto a dejar que Dios prevalezca en tu vida? ¿Estás dispuesto a permitir que Dios sea la influencia más importante en tu vida? ¿Permitirás que Sus palabras, Sus mandamientos y Sus convenios influyan en lo que haces cada día? ¿Permitirás que Su voz tenga prioridad sobre cualquier otra? ¿Estás dispuesto a permitir que todo lo que Él necesite que hagas tenga prioridad sobre cualquier otra ambición? ¿Estás dispuesto a que tu voluntad sea absorbida en la de Él?
(Russell M. Nelson, “Que Dios prevalezca”, Liahona, noviembre de 2020, pág. 94)
Opcional: ¿Quieres aprender más?
¿Qué podemos aprender acerca del Salvador a partir de Su disposición de someterse al Padre Celestial?
El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que la mansedumbre del Salvador fue el atributo clave que le permitió someter Su voluntad a la voluntad del Padre Celestial.
La constancia de la sumisión voluntaria del Señor y el firme autocontrol son inspiradores e instructivos para todos nosotros. Cuando una compañía armada de guardias del templo y soldados romanos llegaron a Getsemaní para capturar y arrestar a Jesús, Pedro sacó su espada y le cortó la oreja derecha al siervo del sumo sacerdote [véase Juan 18:10]. El Salvador tocó entonces la oreja del siervo y lo sanó [véase Lucas 22:51]. Tengan en cuenta que Él brindó ayuda y bendijo al hombre que lo había capturado y que utilizó el mismo poder celestial que podría haber evitado que fuese capturado y crucificado […].
La mansedumbre del Salvador se manifiesta en Su respuesta disciplinada, en Su firme autocontrol y al no estar dispuesto a ejercer Su poder infinito para beneficio personal.
(David A. Bednar, “Mansos y humildes de corazón”, Liahona, mayo de 2018, pág. 33)
¿Por qué querría someter mi voluntad a Dios?
El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
Hay muchos de nosotros que […] caemos en el error de creer que si dejamos que nuestra voluntad quede absorbida en la del Padre, perderemos la individualidad (véase Mosíah 15:7). Lo que en realidad nos preocupa no es renunciar al “yo” sino a las aspiraciones egoístas como la posición económica o social, el tiempo, el reconocimiento y las posesiones. No es de extrañar que el Salvador nos haya mandado perder la vida (véase Lucas 9:24). Lo que Él nos pide es que perdamos el viejo “yo” para encontrar el nuevo. No es cuestión de perder la identidad sino de hallar la verdadera […].
La sumisión de nuestra voluntad es la única cosa exclusivamente personal que tenemos para colocar sobre el altar de Dios; todo lo demás que le “damos” es, en realidad, lo que Él nos ha dado o prestado a nosotros. Pero cuando nos sometemos dejando que nuestra voluntad sea absorbida en la voluntad de Dios, entonces, verdaderamente le estamos dando algo. ¡Es la sola posesión exclusivamente nuestra que podemos dar!
(Véase Neal A. Maxwell, “… absorbida en la voluntad del Padre”, Liahona, enero de 1996, pág. 26)