Adicción
Principio 2


“Sacudíos las cadenas con las cuales estáis sujetos”, Guía de apoyo: Ayuda para el cónyuge y los familiares de las personas en proceso de recuperación, 2014.

“Sacudíos las cadenas con las cuales estáis sujetos”, Guía de apoyo: Ayuda para el cónyuge y los familiares de las personas en proceso de recuperación.

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hombre reflexionando

Principio 2

Sacudíos las cadenas con las cuales estáis sujetos

“Despertad… ceñíos con la armadura de la rectitud. Sacudíos las cadenas con las cuales estáis sujetos, y salid de la obscuridad, y levantaos del polvo” (2 Nefi 1:23).

Darse cuenta de que no debemos culparnos por las elecciones de nuestros seres queridos

Al tratar de entender nuestra difícil situación, con frecuencia nos preguntamos por qué nuestros seres queridos empezaron a ir por mal camino. Incluso podemos sentirnos algo responsables. Como padres, es posible que nos preocupe qué podríamos haber hecho de otra manera. Como cónyuges, tal vez nos preguntemos si no estuvimos a la altura de las necesidades de nuestro esposo o esposa, y nos hagamos preguntas tales como: “¿No soy lo bastante bueno?” y “¿Qué más podría haber hecho?”. Cuando las cosas no salen bien nos vemos tentados a echarnos la culpa. Esta manera de pensar podría inducirnos erróneamente a sentirnos culpables por las decisiones de otras personas, lo cual resulta en una culpa y una desesperación inmerecidas.

El principio del albedrío —la capacidad y el privilegio de tomar nuestras propias decisiones— es un elemento esencial del plan de nuestro Padre Celestial. A medida que estudiemos y entendamos este principio, el Espíritu nos dará testimonio de que nosotros no somos la causa de las malas decisiones de nuestros seres queridos. El élder Richard G. Scott dijo: “Si estás libre de pecados graves, no sufras innecesariamente por las consecuencias de los pecados de otros. Como esposa, esposo, padre o ser querido, puedes sentir compasión por alguien que esté en la hiel de la amargura a causa del pecado. Sin embargo, no debes tomar sobre ti la responsabilidad de esos actos” (“Para quedar libre de las pesadas cargas”, Liahona, noviembre de 2002, pág. 88). Nuestros seres queridos son responsables de las decisiones que toman. Si bien la razón exacta de sus decisiones puede ser compleja, nosotros no somos responsables de esas decisiones. Este es un buen recordatorio: “… quien comete iniquidad, lo hace contra sí mismo; pues he aquí, sois libres” (Helamán 14:30; cursiva agregada). Es probable que nuestros seres queridos tomen malas decisiones. Parte de su proceso de recuperarse y sanar consiste en cometer errores y aceptar toda la responsabilidad por sus decisiones. No debemos medir nuestro éxito y felicidad en la vida por la manera en que otras personas deciden ejercer su albedrío. Nosotros somos responsables únicamente de nuestras propias decisiones y actos.

  • ¿Alguna vez se ha sentido responsable por las malas decisiones de un ser querido? En tal caso, ¿cómo le afectó?

  • ¿Qué le ayudó a reconocer que usted no es responsable de las decisiones de su ser querido?

Entender que somos hijos de Dios

Las decisiones de nuestros seres queridos pueden influir en cómo nos vemos y en cómo percibimos la vida. Puede que empecemos a definirnos según sea nuestra experiencia con las decisiones de nuestros seres queridos, ya que esas decisiones, a veces, parecen abarcarlo todo. Es importante que recordemos quiénes somos y por qué estamos en la tierra. Dios no es solo nuestro Gobernante y Creador; también es nuestro Padre Celestial. Todo hombre y mujer es, literalmente, hijo e hija de Dios. Podemos confiar en la sencilla verdad de que Él es nuestro Padre y nosotros somos Sus hijos. Comprender esta relación nos brinda paz y confianza para seguir adelante, no a causa de nuestras propias habilidades, sino gracias a Su bondad e incomparable poder, y a los de Su Hijo Jesucristo. No importa por lo que estemos pasando: podemos centrarnos en la estabilidad eterna de Su amor por nosotros. Ahí es donde comienza nuestro proceso de sanación. En el fragor de nuestras pruebas, si volvemos el corazón a nuestro Padre Celestial, Su amor y el poder sanador de Su Hijo, por medio de la Expiación, pueden ayudarnos a lograr valor y esperanza.

  • ¿Cómo le ayuda el conocimiento de que usted es un hijo de Dios?

  • ¿Cómo fortalecerá su relación con Dios mediante la oración, el estudio de las Escrituras, la meditación, el ayuno y la obediencia a Sus mandamientos?

Admitir que somos libres de actuar por nosotros mismos

Tal vez nos sintamos indefensos porque tenemos escaso control sobre lo que nuestros seres queridos deciden hacer o sobre las consecuencias de esas decisiones. Pero el Evangelio nos enseña que somos “libres para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo” (2 Nefi 2:27). Podemos utilizar el albedrío para mejorar nuestra situación y tomar decisiones correctas independientemente de cuáles sean nuestras circunstancias. El élder David A. Bednar aconsejó: “A medida que ustedes y yo lleguemos a comprender y a emplear el poder habilitador de la Expiación en nuestra vida, oraremos para tener fuerza y la buscaremos a fin de cambiar nuestras circunstancias en lugar de pedir que nuestras circunstancias cambien. Llegaremos a convertirnos en agentes que actúan, en vez de ser objetos sobre los que se actúe (véase 2 Nefi 2:14)” (“La Expiación y el trayecto de la vida terrenal”, Liahona, abril de 2012, pág. 16).

  • ¿De qué manera utilizará el albedrío para actuar y mejorar su situación?

  • ¿Cómo se aplica el segundo artículo de fe a su situación?

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mujer con un niño pequeño a la espalda

En el fragor de nuestras pruebas, si volvemos el corazón a nuestro Padre Celestial, Su amor y el poder sanador de la expiación de Su Hijo pueden ayudarnos a lograr valor y esperanza.

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