Biblioteca
La inspiración y la divinidad de las Escrituras


Capítulo 5

La inspiración y la divinidad de las Escrituras

Los miembros de la Iglesia deben estudiar fielmente las Escrituras y vivir diligentemente de acuerdo con los principios que se enseñan en los libros canónicos.

De la vida de Joseph F. Smith

Alo largo de toda la jornada al Valle del Lago Salado en 1848, Mary Fielding Smith junto con su hijo Joseph y los demás miembros de la familia estudiaban las Escrituras a la luz de una lámpara y de la lumbre. Ésos fueron los días de la más temprana instrucción espiritual de Joseph, la cual recibió de su madre tanto en la tienda de campaña como en el campamento y en la llanura1. Más adelante en su vida, el presidente Joseph F. Smith recordó: “En mi niñez quedé profundamente impresionado por el pensamiento y por la firme creencia en mi alma de que las revelaciones que se habían dado a José el Profeta, y por conducto de él… eran la palabra de Dios tal como lo eran las palabras de los antiguos discípulos cuando daban testimonio del Padre y del Hijo. Esa impresión grabada en mi niñez me ha acompañado a lo largo de todas las vicisitudes de más de sesenta años de experiencia real y práctica en el campo misional por todas las naciones del mundo, y localmente en medio de los siervos autorizados de Dios”2.

En la conferencia general que se celebró el 10 de octubre de 1880, la Primera Presidencia de la Iglesia —el presidente John Taylor y sus consejeros George Q. Cannon y Joseph F. Smith— presentaron a la Iglesia la Perla de Gran Precio y algunas secciones adicionales de Doctrina y Convenios “como revelaciones de Dios a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y a todo el mundo”3. Por voto unánime, los miembros de la Iglesia aceptaron estas revelaciones con lo cual se amplió el canon de Escrituras de la Iglesia. Para el presidente Smith, las Escrituras eran una incesante fuente de “riqueza espiritual”4. Él empleó las Escrituras en las enseñanzas que impartió durante toda su vida y, mientras se hallaba meditando en las Escrituras, recibió la notable revelación que actualmente se conoce como la sección 138 de Doctrina y Convenios.

Enseñanzas de Joseph F. Smith

Las Escrituras expresan palabras de amor y de riqueza espiritual.

A [los que] no sepan qué hacer en medio de las diversas enseñanzas que existen en el mundo, yo diría: Escudriñen las Escrituras, busquen a Dios en oración y entonces lean las doctrinas que Cristo proclamó en su Sermón del Monte, que se encuentra en Mateo, y que reiteró a los antiguos santos sobre este continente [americano] (3 Nefi). Tras haber estudiado estas normas espléndidas y escudriñado profundamente el significado de estos sentimientos incomparables, pueden desafiar las filosofías del mundo o cualquiera de sus éticas a que produzcan algo semejante. La sabiduría de los hombres no se puede comparar con ellas; llevan a los pacíficos discípulos de Cristo a hallar reposo y posibilitan al género humano llegar a ser perfecto como Él es perfecto. Ningún otro filósofo ha dicho jamás lo que dijo Jesús: “Venid a mí”. Desde el principio del mundo hasta el tiempo presente, ningún otro filósofo ha proclamado al pueblo palabras de amor semejantes a las de Él, ni ha garantizado ni declarado tener poder dentro de sí para salvar. La invitación del Señor a todos los hijos e hijas de los hombres es: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” [Mateo 11:28].

Los Santos de los Últimos Días han respondido al llamado y de ese modo miles han hallado el descanso y la paz que sobrepasa todo entendimiento; y ello, a pesar de las pruebas de fuego, de la agitación y de los conflictos por los que han pasado. Tienen reposo con el conocimiento de que nadie podría declarar o enseñar tal doctrina; es la verdad de Dios5.

hawaiian book of mormon

Ejemplar del presidente Joseph F. Smith de la primera edición del Libro de Mormón en hawaiano, 1905. Además, se le hizo entrega de la traducción al hawaiano de Doctrina y Convenios y de la Perla de Gran Precio en la dedicación del terreno del Templo de Hawai en 1915.

Lo que caracteriza más la inspiración y la divinidad de las Escrituras es el espíritu con el cual fueron escritas y la riqueza espiritual que imparten a quienes las leen fiel y concienzudamente. Por tanto, nuestra actitud hacia las Escrituras debe concordar con los fines para los cuales se escribieron. Tienen por objeto ensanchar las aptitudes espirituales del hombre y revelar e intensificar los lazos de parentesco que hay entre él y su Dios. La Biblia y todos los demás libros que son Escrituras sagradas, para ser apreciados, deben estudiarse por los que tienen inclinación hacia lo espiritual y por quienes buscan las verdades espirituales6.

Lo más grande que las personas pueden lograr en este mundo es familiarizarse tan completa y tan perfectamente con la verdad divina que ningún ejemplo o conducta de criatura alguna que viva en el mundo pueda apartarlas jamás del conocimiento que han obtenido. Seguir “los pasos del Maestro”, el más eminente de todos los maestros que este mundo ha recibido, constituye el camino más seguro que yo sepa que se puede seguir en el mundo. Podemos asimilar los preceptos, las doctrinas y la divina palabra del Maestro sin temor alguno de que el modelo fallará en llevar a cabo y ejecutar sus propios preceptos y cumplir con sus propias doctrinas y requisitos7.

Las Escrituras contemporáneas nos enseñan la palabra de Dios y testifican de Jesucristo.

Por el testimonio que el Santo Espíritu de Dios me ha dado a mí, sé que este libro, el libro Doctrina y Convenios, que tengo en la mano, es la palabra de Dios manifestada por conducto de José Smith al mundo, y particularmente a los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en todo el mundo, y que, por el don y el poder de Dios, él tradujo este libro (el Libro de Mormón) de su lengua original y de los grabados que había sobre las planchas de oro al idioma en que ahora lo leemos dentro de las cubiertas de este libro; y contiene la plenitud del Evangelio sempiterno. Llevará a los hombres a adquirir el conocimiento de la verdad por medio de la cual pueden salvarse y volver a la presencia de Dios y participar de Su gloria y de vidas eternas8.

El propio Cristo rompió las barreras de la tumba, conquistó la muerte y el sepulcro, y, al resucitar, fue las “primicias de los que durmieron” [1 Corintios 15:20]… [Sus] discípulos dan testimonio y testifican de la resurrección, y su testimonio no puede ser impugnado. Por consiguiente, es efectivo, y es verdadero y fiel.

Pero ¿es ésta la única evidencia de que podemos depender? ¿No tenemos otra cosa más que el testimonio de los discípulos antiguos sobre los cuales basar nuestras esperanzas? Gracias a Dios tenemos más. Y la evidencia adicional que poseemos nos posibilita ser testigos de la verdad del testimonio de los antiguos discípulos. Recurrimos al Libro de Mormón, y éste testifica de la muerte y de la resurrección de Jesucristo en términos claros e inequívocos; podemos recurrir al libro Doctrina y Convenios, que contiene las revelaciones de esta dispensación, y hallaremos allí evidencia clara y bien definida. Tenemos el testimonio del profeta José Smith, el testimonio de Oliver Cowdery y el testimonio de Sidney Rigdon de que vieron al Señor Jesús —el mismo que fue crucificado en Jerusalén— y que Él se manifestó a ellos [véase D. y C. 76:22–24]9.

El Libro de Mormón [es] un libro de Escritura traducido por el don y el poder de Dios, porque la voz de Dios declaró a los tres testigos que había sido traducido por el don y el poder de Dios, y que es verdadero. Los tres testigos declararon esta verdad y testificaron de ella, y otros ocho testigos, además del profeta José, declararon que vieron las planchas y las palparon con sus manos, y que vieron los grabados que contenían, y que sabían con certeza que José Smith tenía en su poder las planchas de las cuales se tradujo el Libro de Mormón10.

El Libro de Mormón, con respecto al cual José Smith fue el instrumento en las manos de Dios para traerlo a esta generación, ha sido traducido a los idiomas alemán, francés, danés, sueco, galés, hawaiano, indostaní, español y holandés; y este libro será traducido a otras lenguas, porque según las predicciones que contiene, y de acuerdo con las promesas que el Señor dio mediante José Smith, ha de ser enviado a toda nación y tribu y pueblo bajo los cielos, hasta que todos los hijos e hijas de Adán tengan el privilegio de oír el Evangelio que se ha restaurado en la tierra en la dispensación del cumplimiento de los tiempos11.

Del hecho de que Dios manifestará Sus propósitos a los lamanitas en Su propio tiempo y conforme a Su manera no puede haber duda alguna en la mente de los que creen en el origen divino del Libro de Mormón, porque en ese libro se aclara este hecho de manera inequívoca; pero cómo lo realizará Él en cada particular, y precisamente qué medios utilizará para llevar a cabo Sus propósitos en este aspecto, aparte de lo que efectivamente se ha revelado, sólo se puede conjeturar. Sabemos que uno de esos medios será el propio Libro de Mormón12.

Digo a mis hermanos que el libro Doctrina y Convenios contiene algunos de los principios más maravillosos que se han revelado al mundo, algunos de ellos revelados en mayor plenitud al mundo que en cualquier otra época; y esto como cumplimiento de la promesa de los profetas antiguos de que en los últimos tiempos el Señor revelaría al mundo cosas que han estado escondidas desde antes de la fundación del mundo; y el Señor las ha revelado por medio del profeta José Smith13.

Creo en la divinidad de Jesucristo porque, más que nunca, estoy más próximo a la posesión del conocimiento verdadero de que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, mediante el testimonio de José Smith, que se encuentra en este libro Doctrina y Convenios, de que él lo vio, de que lo oyó, de que recibió instrucciones de Él, de que obedeció esas instrucciones y de que hoy se levanta ante el mundo como el último grande y real testigo viviente de la divinidad de la misión de Cristo y de Su poder para redimir al hombre de la muerte temporal y también de la segunda muerte, que resultará de los propios pecados del hombre a causa de su desobediencia a las ordenanzas del Evangelio de Jesucristo14.

Estudien los libros canónicos para adquirir un conocimiento de la palabra de Dios.

Muy a menudo, en las experiencias que he tenido al leer pasajes de las Escrituras, he hallado que el Espíritu ha traído a mi mente una nueva luz y ha mostrado a mi entendimiento pensamientos y modos de ver las cosas que me han parecido nuevos, pese a que había estado familiarizado con esos pasajes y los había leído muchas veces. De hecho, he descubierto una peculiaridad que acompaña el leer la palabra de Dios: que cada vez que se lee tiene por objeto refrescar el alma, revivir el espíritu del hombre y acercarlo más, de ser posible, a la fuente de la luz, de la verdad, de la sabiduría, del amor y del conocimiento. Por lo tanto, es conveniente que los Santos de los Últimos Días lean a menudo la palabra de Dios que se encuentra registrada en la Biblia, en el Libro de Mormón y en Doctrina y Convenios, y que también ha sido analizada por los élderes líderes de la Iglesia con el fin de hacer claras y sencillas las leyes de Dios para el entendimiento de los hijos de los hombres.

Y al leer la palabra del Señor debemos tener en cuenta su aplicación a nosotros mismos en las circunstancias y en las condiciones en que nos encontremos; también debemos reflexionar en si estamos cumpliendo o no con los requisitos del Evangelio y en si tenemos en el corazón el Espíritu que acompaña la obra y la palabra del Señor. No debemos leer tan sólo para afirmar que hemos leído; sino que debemos leer con el espíritu y con el entendimiento, a fin de que saquemos provecho y de que la verdad sea revelada, hasta donde sea posible, a nuestro entendimiento y quede grabada en nuestra mente de tal manera que nunca se aparte de nosotros, y sea en nosotros un manantial de aguas vivas que brote para vida eterna y que sea en nuestros corazones una fuente inagotable de verdad, de luz, de alegría y de paz continuamente15.

Todos los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días deben estar familiarizados en todo lo posible con las palabras que se encuentran registradas en el Nuevo Testamento, sobre todo con las referentes a las que habló el Salvador mismo y que registraron Sus apóstoles. Los Santos de los Últimos Días deben leer detenidamente el Libro de Mormón y Doctrina y Convenios. Éstos son los libros canónicos de la Iglesia y contienen la verdad, no el error, no las simples palabras y opiniones de los hombres, ni novelas largas ni cortas, ni suposiciones, sino la verdad, la palabra de Dios, porque la palabra de Dios es verdadera, y éstas son cosas que nuestras hijas y nuestros hijos, nuestros padres y nuestras madres deben comprender a fondo. Conozcamos la verdad porque la verdad nos libra y nos librará del error, de la superstición, de las falsas tradiciones, de la ciencia falsa o la así llamada ciencia y de las excentricidades de los hombres y de las vanas filosofías del mundo. Si aprendemos la verdad estaremos libres de esos errores y del poder del error que es tan potente en el mundo.

…Deseamos que nuestros hijos y nuestras hijas conozcan la verdad de Dios y no las excentricidades del mundo, y queremos que ustedes estudien los libros en los cuales adquirirán un conocimiento de la palabra del Señor para nosotros.

Algunas de las buenas personas de nuestro pueblo leen muchos de los libros que se publican en la actualidad, la así llamada ficción popular, pero no tienen tiempo para leer la Palabra de Dios. Muchos de esos libros son hermosos, pero a menudo se expresan en ellos muchas ideas que no son más que palabras bonitas, frases bien hilvanadas y sentires que son como las flores que se abren en los tallos sin raíces. Ustedes encontrarán la verdad auténtica en los libros que se han adoptado como los libros canónicos de la Iglesia. Veo demasiadas personas de nuestro pueblo que son mucho más versadas en los libros que han escrito algunos de los escritores más conocidos que en las cosas de Dios; no saben cosa alguna de la esencia verdadera del Evangelio de Jesucristo, no saben ni comprenden cosa alguna de los ritos del sacerdocio ni de los principios del gobierno que Dios ha revelado a los hijos de los hombres para mantener el reino de Dios en la tierra; saben más de novelas que lo que saben de la Biblia, del Libro de Mormón y de Doctrina y Convenios, sí, mucho más16.

Es sorprendente enterarse de las innumerables preguntas que constantemente se hacen a la Presidencia de la Iglesia y a otros de mis hermanos que ocupan cargos de liderazgo con respecto a información sobre algunas de las cosas más sencillas que atañen al Evangelio. Nos llegan de vez en cuando cientos de preguntas, de consultas y de cartas en las que nos piden información e instrucción sobre asuntos que se encuentran clara y sencillamente escritos en las revelaciones de Dios — que se encuentran en el Libro de Mormón, en Doctrina y Convenios, en la Perla de Gran Precio y en la Biblia — y que cualquiera que sepa leer debería entender17.

En el Evangelio tenemos la verdad. Si tal es el caso, y doy mi testimonio de que así es, entonces bien vale la pena todo esfuerzo nuestro por comprender la verdad, cada cual por sí mismo, y comunicarla a nuestros hijos mediante el espíritu y la práctica… Esto debe hacerse todos los días y en el hogar por medio del precepto, de la enseñanza y del ejemplo… Dediquen diez minutos a leer un capítulo de las palabras del Señor que se encuentran en la Biblia, en el Libro de Mormón, en Doctrina y Convenios, antes de acostarse o antes de salir para su trabajo cotidiano. Aliméntense espiritualmente tanto en el hogar como en los lugares públicos18.

Sugerencias para el estudio

  • ¿Por qué las Escrituras “llevan a los pacíficos discípulos de Cristo a hallar reposo” y nos posibilitan llegar a ser perfectos? ¿En qué forma le han servido a usted para llegar a ser un pacífico discípulo de Cristo?

  • ¿Qué se “tuvo por objeto cuando se escribieron las Escrituras”? ¿Por qué las Escrituras “intensifican los lazos de parentesco” que hay entre nosotros y Dios?

  • ¿Qué siente usted cuando estudia las Escrituras? ¿Con qué actitud debemos estudiar las Escrituras?

  • ¿Qué pasajes del Libro de Mormón, de Doctrina y Convenios y de la Perla de Gran Precio han fortalecido más su testimonio de que Jesús es el Cristo? ¿Qué pasajes han fortalecido su testimonio del llamamiento divino del profeta José Smith?

  • ¿Cómo se están manifestando en la actualidad los propósitos de Dios entre los descendientes de los pueblos del Libro de Mormón?

  • ¿Cuáles son “algunos de los principios más maravillosos que se han revelado al mundo” y que se encuentran en el Libro de Mormón, en Doctrina y Convenios y en la Perla de Gran Precio? ¿Qué influencia han producido esos principios en la vida de usted?

  • ¿Qué significa leer las Escrituras muy detenidamente? ¿Por qué debemos hacerlo así? ¿Cuáles han sido los mejores resultados que ha obtenido al leerlas y estudiarlas?

  • ¿Cómo podemos asegurarnos de que tanto nosotros como nuestros familiares no permitamos que las novelas populares, la televisión y otros entretenimientos tengan prioridad al estudio de las Escrituras?

  • ¿Qué valor tiene el estudio personal y familiar diario de las Escrituras? ¿Cómo han logrado usted u otras personas incorporar satisfactoriamente el estudio de las Escrituras a su ocupada vida personal y familiar?

Notas

  1. Véase Edward H. Anderson, “A Biographical Sketch”, en Gospel Doctrine, quinta edición, 1939, pág. 529.

  2. Gospel Doctrine, pág. 493.

  3. “Fiftieth Semi-Annual Conference”, Millennial Star, 15 de noviembre de 1880, pág. 724.

  4. Gospel Doctrine, pág. 45.

  5. Gospel Doctrine, pág. 128.

  6. Gospel Doctrine, págs. 45–46.

  7. Gospel Doctrine, págs. 3–4.

  8. En Brian H. Stuy, compilador, Collected Discourses Delivered by President Wilford Woodruff, His Two Counselors, the Twelve Apostles, and Others, 5 tomos, 1987–1992, 5:29.

  9. Gospel Doctrine, págs. 444–445; párrafos modificados.

  10. Gospel Doctrine, pág. 466.

  11. Gospel Doctrine, pág. 481.

  12. Gospel Doctrine, pág. 378.

  13. Gospel Doctrine, pág. 45.

  14. Gospel Doctrine, pág. 495.

  15. Deseret News: Semi-Weekly, 6 de febrero de 1893, pág. 2; se agregaron párrafos.

  16. “Reading”, Young Woman’s Journal, agosto de 1917, págs. 412–413.

  17. En “Conference Report”, abril de 1915, pág. 138.

  18. Gospel Doctrine, págs. 301–302.