Capítulo 7
Cómo estudiar los discursos de conferencia general
Introducción
El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) enseñó un principio que es fundamental para este curso:
“El profeta viviente tiene el poder de darnos hoy las noticias que necesitamos hoy… De modo que, lo más importante que podemos leer son las palabras del profeta… que se encuentran cada mes en las revistas de la Iglesia. Nuestras instrucciones para seguir adelante se encuentran cada seis meses en los discursos de las conferencias generales, que se imprimen en la revista Liahona” (véase “Catorce razones para seguir al profeta”, Liahona, junio de 1981, págs. 2–3).
El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) también animó a los miembros de la Iglesia a obtener un ejemplar de las revistas de la Iglesia que contenga los discursos de la conferencia general y hacerla parte de su biblioteca del Evangelio:
“Espero que obtengan un ejemplar de la revista [Ensign o Liahona] y subrayen los conceptos pertinentes, y que la conserven con ustedes como referencia constante. Ningún texto o volumen aparte de los libros canónicos de la Iglesia debería ocupar un lugar tan prominente en los estantes de su biblioteca personal, no por su excelencia retórica ni por la elocuencia con que se pronunció, sino por los conceptos que señalan el camino a la vida eterna” (In the World but Not of It, Brigham Young University Speeches of the Year, 14 de mayo de 1968, págs. 2–3).
Este capítulo proporciona ideas y técnicas para ayudarte a estudiar con mayor eficacia los ejemplares de las revistas Liahona que contienen los discursos de la conferencia general así como otros discursos y escritos de las Autoridades Generales. La mayor parte de este curso está dedicado a estudiar los discursos de la conferencia general más reciente y a aprender de ellos. A medida que escuches y estudies atentamente los discursos de los profetas vivientes, podrás saber cuál es la voluntad del Señor para ti en este tiempo. Determina, con espíritu de oración, la forma en que puedes utilizar estas técnicas para aumentar tu fe en el Señor Jesucristo y en los mensajes que Él inspira a Sus líderes designados que nos den.
Comentarios
7.1
Preparar la mente y el corazón
La preparación es esencial para recibir y comprender la voluntad del Señor. El Señor ha prometido: “… hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu corazón” (D. y C. 8:2). Recibirás la palabra del Señor más fácilmente conforme prepares la mente y el corazón. El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó la importancia de prepararse y de buscar conocimiento activamente:
“Nefi nos enseña: ‘Cuando un hombre habla por el poder del Santo Espíritu, el poder del Espíritu Santo… lleva [el mensaje] al corazón de los hijos de los hombres’ (2 Nefi 33:1). Observen que el Espíritu lleva el mensaje al corazón, pero no lo introduce necesariamente en su interior. Un maestro puede explicar, demostrar, persuadir y testificar con poder y eficacia espirituales; sin embargo, el contenido de un mensaje y el testimonio del Espíritu Santo penetran el corazón solo cuando lo permite el receptor. Aprender por la fe abre el camino que conduce al interior del corazón…
“El alumno que ejerce su albedrío para actuar en consonancia con principios que son correctos, abre su corazón al Espíritu Santo e invita tanto Su poder para enseñar y testificar, como Su testimonio confirmador. Aprender por la fe requiere un esfuerzo espiritual, mental y físico, y no tan solo una recepción pasiva. Es la sinceridad y la constancia de nuestros actos inspirados en la fe lo que indica a nuestro Padre Celestial y a Su Hijo Jesucristo nuestra disposición para aprender y recibir instrucción del Espíritu Santo.
“… la experiencia me ha permitido entender que no solemos recordar por largo tiempo la respuesta de otra persona, si es que la recordamos; mas la respuesta que descubrimos u obtenemos mediante el ejercicio de la fe, por lo general la conservamos toda la vida. Las enseñanzas más importantes de la vida se obtienen, no se enseñan” (véase “Buscar conocimiento por la fe”, Liahona, septiembre de 2007, págs. 17, 20, 23).
Considera las siguientes maneras de prepararte antes de una conferencia general:
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Aparta tiempo para escuchar los discursos de la conferencia sin distracciones. Crea un ambiente en el que puedas recibir las impresiones del Espíritu Santo.
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Busca la guía del Espíritu al orar, ayunar y estudiar las Escrituras con espíritu de reflexión.
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Elabora una lista de preguntas o inquietudes para las cuales estés buscando respuestas, y luego anota las respuestas o impresiones que recibas durante la conferencia.
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Repasa las notas que hayas tomado durante la conferencia general anterior.
7.2
Poner en práctica buenas técnicas de estudio cuando se estudien los discursos de conferencia general
Cuando estudies discursos de conferencia general, puedes utilizar muchas de las mismas técnicas que sigues cuando estudias las Escrituras. El resto de este capítulo describe algunas de esas técnicas. El implementar las sugerencias de estudio de este capítulo no solo influirá en tu estudio de los profetas vivientes, sino también en el poder que tengas para tomar decisiones correctas.
7.2.1
Descubrir las doctrinas y los principios
A medida que estudies los discursos de conferencia general, busca declaraciones claras de doctrinas y principios del Evangelio. Encuéntralas y márcalas de una manera que te permita repasarlas y recordarlas. El repasar declaraciones de las doctrinas y los principios, y meditar sobre ellas, puede fortalecer tu comprensión de verdades del Evangelio y tu compromiso de vivir de conformidad con ellas. A continuación figuran unos cuantos ejemplos de doctrinas y principios que se han enseñado en conferencias generales:
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Élder Richard G. Scott (1928–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles:
“Muy pocas veces recibirás de inmediato una respuesta completa [a una oración]; sino que la recibirás por partes, de a poco, para que de esa forma progreses en aptitud. A medida que sigas cada parte con fe, se te guiará a otras partes hasta obtener toda la respuesta. Ese modelo requiere que ejerzas fe en la capacidad que [nuestro Padre] tiene para contestar. Aun cuando en ocasiones ello sea muy difícil, aumentará significativamente tu progreso personal” (“Utilizar el don supremo de la oración”, Liahona , mayo de 2007, pág. 9).
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Presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia:
“Por profecía, no solo sabemos que la Iglesia verdadera y viviente no será quitada de la tierra nuevamente, sino que también mejorará… Las Escrituras contienen promesas de que, cuando el Señor vuelva otra vez a Su Iglesia, la encontrará espiritualmente preparada para Él; eso debería hacernos tener determinación y sentirnos optimistas. Debemos mejorar; podemos hacerlo; y lo haremos” (véase “La Iglesia verdadera y viviente”, Liahona, mayo de 2008, pág. 21).
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Élder Robert D. Hales, del Cuórum de los Doce Apóstoles:
“Nos preparamos para recibir revelación personal igual que los profetas: al estudiar las Escrituras, ayunar, orar y edificar la fe. La clave está en la fe” (“Revelación personal: Las enseñanzas y el ejemplo de los profetas”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 88).
7.2.2
Descubrir las aclaraciones o interpretaciones de las Escrituras
Los profetas tienen una función importante en la interpretación y aclaración de las Escrituras. A continuación se dan algunos ejemplos:
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El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó la forma en que las Escrituras demuestran la naturaleza independiente de los tres miembros de la Trinidad (véase “El único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Él ha enviado”, Liahona, noviembre de 2007, págs. 40–42).
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El presidente James E. Faust (1920–2007), de la Primera Presidencia, analizó la aplicación de varios pasajes de las Escrituras cuando enseñó sobre el principio de perdonar a los demás (véase “El poder sanador del perdón”, Liahona, mayo de 2007, págs. 67–69).
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El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, habló sobre “las tiernas misericordias del Señor” que se mencionan en 1 Nefi 1:20 (véase “Las entrañables misericordias del Señor”, Liahona, mayo de 2005, págs. 99–102).
7.2.3
Correlacionar pasajes entre los discursos y las Escrituras
A medida que descubras aclaraciones e interpretaciones de las Escrituras, podría ser útil anotar la referencia del discurso de conferencia en el margen junto al pasaje de las Escrituras que se enseña o aclara. A continuación se citan algunos ejemplos:
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Junto a Apocalipsis 22:18 podrías anotar la referencia: Élder Jeffrey R. Holland, Liahona, mayo de 2008, págs. 91–94. En ese discurso, el élder Holland se refirió a Apocalipsis 22:18 y habló de la importancia de la revelación continua.
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Junto a Salmos 24:3–4 podrías anotar: Élder David A. Bednar, Liahona, noviembre de 2007, págs. 80–83. El élder Bednar habló de lo que significa tener manos limpias y un corazón puro.
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Junto a Nehemías 6 podrías anotar: Presidente Dieter F. Uchtdorf, Liahona, mayo de 2009, págs. 59–62. El presidente Uchtdorf habló de que Nehemías reconstruyó las paredes que rodeaban Jerusalén y sobre la idea de que “estamos ocupados en una gran obra y no podemos ir”.
También podrías hacer uso del espacio de los márgenes en tu ejemplar de la revista Liahona para anotar referencias de las Escrituras que apoyen las ideas que se enseñan en el discurso.
7.2.4
Descubrir exhortaciones, invitaciones o mandamientos
A medida que busques exhortaciones, invitaciones y mandamientos, aprenderás las cosas específicas que debes hacer para estar en armonía con la voluntad del Señor. Quizá te sea útil subrayar esas declaraciones en tu ejemplar de la revista Liahona para que te ayude a encontrarlas más tarde. Estos son ejemplos de ese tipo de declaraciones:
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Élder L. Tom Perry (1922–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles:
“Hacemos otra vez un llamado a todo hombre joven espiritual, física y emocionalmente calificado a venir preparado para convertirse en misionero de la Iglesia de Jesucristo. Asegúrense de que cumplan fácilmente con las normas mínimas para servir en calidad de misioneros y continuamente eleven ese nivel. Prepárense para ser más eficaces en este gran llamamiento” (véase “Elevar el nivel”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 49).
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Élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles:
“Al considerar varias opciones, debemos recordar que no es suficiente que algo sea bueno. Otras opciones son mejores e incluso otras son excelentes…
“Consideremos la forma en que utilizamos nuestro tiempo en las decisiones que tomamos al ver televisión, jugar videojuegos, navegar por internet o leer libros o revistas. Naturalmente es bueno ver entretenimiento sano o adquirir información interesante, pero no todo ese tipo de cosas vale el tiempo de nuestra vida que dedicamos para obtenerlas. Algunas cosas son mejores y otras son excelentes” (véase “Bueno, Mejor, Excelente”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 105).
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Presidente Thomas S. Monson:
“A quienes les sea posible asistir al templo, les aconsejo que vayan con frecuencia” (“Abundantemente bendecidos”, Liahona, mayo de 2008, pág. 112).
7.2.5
Buscar bendiciones prometidas y lo que debemos hacer para reclamarlas
Los profetas a menudo hacen promesas a quienes sigan los principios que enseñan. El buscar las bendiciones prometidas puede inspirarnos a vivir con rectitud. A continuación figuran dos ejemplos de ese tipo de promesas:
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Presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia:
“Si meditan las Escrituras y comienzan a hacer lo que pactaron con Dios que harían, les prometo que sentirán más amor hacia Dios y más del amor de Él por ustedes. Y con ello, las oraciones de ustedes provendrán del corazón, llenas de gratitud y de súplica. Sentirán una mayor dependencia de Dios; encontrarán el valor y la determinación para actuar en Su servicio, sin temor y con paz en el corazón. Orarán siempre, y no se olvidarán de Él, no importa lo que depare el futuro” (véase “Oración”, Liahona, enero de 2002, pág. 19).
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Élder L. Tom Perry (1922–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles:
“A todo hombre joven que pague una parte importante de su misión, le prometo grandes bendiciones sociales, físicas, mentales, emocionales y espirituales” (“Elevar el nivel”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 49).
7.2.6
Detectar palabras y frases que se repiten
Las palabras y frases que se repiten pueden destacar el mensaje central del orador. Por ejemplo, el presidente Dieter F. Uchtdorf, de la Primera Presidencia, utilizó repetidamente la frase “solo unos grados” a lo largo de un discurso de conferencia para hacer hincapié en que “la diferencia que existe entre la felicidad y la amargura de las personas, de los matrimonios y de las familias muchas veces se debe a un error de solo unos grados” (“Cuestión de solo unos grados”, Liahona, mayo de 2008, págs. 57–60). De manera similar, el presidente Uchtdorf repitió la frase “la fe de nuestros padres” en un discurso más tarde en esa misma conferencia general a medida que nos aconsejó recordar la fe de aquellos que prepararon el camino delante de nosotros (“La fe de nuestro Padre”, Liahona, mayo de 2008, págs. 68–70, 75).
Las palabras y frases que se repiten también pueden vincular los mensajes de más de un orador. Por ejemplo, quizá observes que se utilizan frases tales como “tiernas misericordias” y “elevar el nivel” en varios discursos de la misma conferencia general o de más de una conferencia. El conectar las enseñanzas de diversos discursos puede darte una comprensión más amplia de los importantes principios del Evangelio que enseñan.
7.2.7
Tomar nota de frases memorables
Busca frases y oraciones que, aunque sean cortas y fáciles de recordar, tengan un significado profundo. Al meditar sobre ellas, pueden aumentar tu conocimiento de principios importantes. A continuación se dan algunos ejemplos:
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Élder Joseph B. Wirthlin (1917–2008), del Cuórum de los Doce Apóstoles:
“Cuando amamos al Señor, la obediencia deja de ser una carga” (“El gran mandamiento”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 30).
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Presidente Thomas S. Monson:
“No hay amigo más valioso que su propia conciencia tranquila” (“Ejemplos de rectitud”, Liahona , mayo de 2008, pág. 65).
7.2.8
Descubrir listas
Es posible que los oradores utilicen listas para describir un proceso, tal como el arrepentimiento, o partes de un principio. Por ejemplo, el presidente Thomas S. Monson enumeró “atributos de un verdadero poseedor del sacerdocio de Dios”. En su lista incluyó “el atributo de la previsión”, “el atributo del esfuerzo”, “el atributo de la fe”, “el atributo de la virtud” y “el atributo de la oración” (“Un real sacerdocio”, Liahona, noviembre de 2007, págs. 59–61). El descubrir listas a medida que estudias discursos de la conferencia te puede ayudar a resumir y organizar la información que contienen, lo cual te ayudará a entender y recordar las enseñanzas y a ponerlas en práctica en tu vida.
7.2.9
Buscar declaraciones de “si… entonces” y de causa y efecto
Busca declaraciones que aclaren los efectos de acciones específicas; estas señalan consecuencias y bendiciones. A continuación se dan algunos ejemplos:
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Presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia:
“Si tomamos a la ligera nuestro estudio de las Escrituras, tomaremos a la ligera nuestras oraciones. Tal vez no cesemos de orar, pero nuestras oraciones se volverán más repetitivas, más mecánicas, carentes de verdadera intención” (“Oración”, Liahona, enero de 2002, pág. 18).
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Presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008):
“Si lo hacen [dominar su carácter], tendrán una vida sin remordimiento; preservarán su matrimonio y las relaciones familiares; serán mucho más felices; lograrán hacer un mayor bien; tendrán un sentimiento de paz que será maravilloso” (“Tardos para airarse”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 66).
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Presidente Thomas S. Monson:
“Si nos encontramos haciendo las cosas del Señor… tenemos derecho a recibir Su ayuda” (“Ejemplos de rectitud”, Liahona, mayo de 2008, pág. 65).
7.2.10
Prestar atención a palabras y frases que presenten un punto o una conclusión específicos
Las palabras tales como “así” “finalmente” y “recuerden”, y las frases como “por tanto”, “por consiguiente”, “en conclusión” y “en resumen”, presentan puntos o conclusiones principales. A continuación se dan algunos ejemplos:
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El presidente Russell M. Nelson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, citó Efesios 2:19–20 y 4:11–13 y luego dijo:
“Por tanto, el ministerio de los Apóstoles —la Primera Presidencia y los Doce— consiste en lograr esa unidad de fe y proclamar nuestro conocimiento del Maestro” (véase “La salvación y la exaltación”, Liahona, mayo de 2008, págs. 7–8).
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El élder L. Tom Perry (1922–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles, hizo hincapié en la unidad que debe existir en el matrimonio al concluir su discurso en cuanto a que el padre es cabeza de la familia:
“Recuerden, hermanos, que en su función de líder de la familia, tienen a sus esposas por compañeras… Desde el principio, Dios ha indicado a la humanidad que el matrimonio debe ligar al esposo y la esposa en unión; por lo cual, en la familia no hay presidente ni vicepresidenta. Ambos cónyuges trabajan juntos eternamente por el bien de la familia. Al liderar, guiar y dirigir a su familia, se unen en palabra, obra y acción. Se encuentran en igualdad de condiciones, y así, juntos y unánimes, avanzan en la planificación y organización de los asuntos familiares” (véase “El ser padre, un llamamiento eterno”, Liahona, mayo de 2004, pág. 71).
7.2.11
Hacer preguntas
El hacer preguntas acertadas promueve el aprendizaje y permite que el Espíritu Santo te enseñe más allá de las palabras que se pronuncian. Mientras estudies los discursos de la conferencia, aprende a hacer preguntas como las siguientes:
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¿Por qué utilizó el orador esa palabra o frase?
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¿Cuál es el mensaje para mí, mi familia o la Iglesia?
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¿De qué manera puedo poner esto en práctica en mi vida?
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¿Qué me enseña esto sobre Jesucristo o sobre el Plan de Salvación?
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¿Ha habido un tema principal en esta conferencia?
7.2.12
Anotar impresiones espirituales
A medida que reflexiones sobre los consejos que se den en la conferencia general, puedes recibir ideas e impresiones del Espíritu Santo personalizadas a tus necesidades y a tu nivel de madurez espiritual. El anotar ideas en un diario personal o en un cuaderno puede ayudar a arraigarlas en tu mente y en tu corazón. Quizá también desees anotar algunas metas para tu superación personal. Repasa regularmente tus notas y metas y evalúa tu progreso.
El élder Richard G. Scott (1928–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó una bendición adicional que recibimos al registrar nuestros pensamientos:
“Es mediante el proceso repetitivo de sentir impresiones, escribirlas y obedecerlas que una persona aprende a depender de la dirección del Espíritu más que de la comunicación que se recibe por los cinco sentidos” (“Helping Others to Be Spiritually Led”, simposio del Sistema Educativo de la Iglesia sobre Doctrina y Convenios y la historia de la Iglesia, 11 de agosto de 1998, pág. 3).
El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) también nos animó a hacerlo:
“… quizás, de todo lo que hemos escuchado, una frase o un párrafo se haya destacado o nos haya llamado particularmente la atención. Si eso ha pasado, espero que la escribamos y luego reflexionemos sobre ella hasta llegar a comprender su significado más profundo y lograr hacerla parte de nuestra vida” (“Un corazón humilde y contrito”, Liahona, enero de 2001, pág. 103).
7.2.13
Buscar los testimonios de los testigos especiales del Señor
Los testimonios poderosos que edifican la fe son grandes fuentes de fortaleza para nuestro propio testimonio. Pocas veces se siente el Espíritu tan fuerte como cuando se comparten testimonios. A continuación figuran dos ejemplos de ello:
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El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) dio este testimonio del Salvador:
“… seamos fuertes en el testimonio de Jesucristo, el Hijo de Dios. Él es la piedra angular de esta gran obra. Testifico solemnemente de Su divinidad y de la realidad de Su existencia. Él es el Cordero sin mancha que fue inmolado por los pecados del mundo. Por medio de Su dolor y gracias a Su sufrimiento, encuentro la reconciliación y la vida eterna. Él es mi Maestro, mi Ejemplo, mi Amigo y mi Salvador, a quien amo y rindo adoración como el Redentor del mundo” (“La edificación de nuestro propio tabernáculo”, Liahona, enero de 1993, pág. 62; cursiva agregada).
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En su último discurso de conferencia general antes de morir, el élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Cuórum de los Doce Apóstoles, testificó:
“Y ahora, en lo que concierne a esta Expiación perfecta, realizada mediante el derramamiento de la sangre de Dios, testifico que tuvo lugar en Getsemaní y en Gólgota. Y con respecto a Jesucristo, testifico que es el Hijo del Dios viviente y que fue crucificado por los pecados del mundo. Él es nuestro Señor, nuestro Dios y nuestro Rey. Esto lo sé por mí mismo, independiente de cualquier otra persona.
“Soy uno de Sus testigos, y en un día cercano palparé las marcas de los clavos en Sus manos y en Sus pies y bañaré Sus pies con mis lágrimas.
“Pero en ese momento mi conocimiento no será más firme de lo que actualmente es, de que Él es el Hijo Todopoderoso de Dios, que es nuestro Salvador y Redentor y que la salvación se logra por Su sangre expiatoria y mediante ella, y por ningún otro medio.
“Dios permita que todos andemos en la luz, tal como Dios nuestro Padre está en la luz, a fin de que, de acuerdo con las promesas, la sangre de Jesucristo, Su Hijo, nos limpie de todo pecado” (véase “El poder purificador de Getsemaní”, Liahona, julio de 1985, pág. 11).
7.2.14
Memorizar declaraciones significativas
El Señor dijo que lo que Sus siervos digan “cuando sean inspirados por el Espíritu Santo será Escritura” (D. y C. 68:4). En vista de ello, el consejo que el élder Richard G. Scott (1928–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles, dio sobre citar y memorizar pasajes de las Escrituras con exactitud también se podría aplicar a las palabras de los profetas vivientes:
“Existe un poder que puede cambiar vidas en las palabras textuales que se encuentran registradas en los libros canónicos. Ese poder se debilita si parafraseamos o cambiamos las palabras textuales. Por tanto, sugiero que animen a los alumnos a recitar los pasajes de las Escrituras con precisión. Todo lo que hagan por instar a los alumnos a memorizar pasajes seleccionados de las Escrituras de forma exacta pondrá en acción el poder que estos contienen en la vida de ellos” (“Four Fundamentals for Those Who Teach and Inspire Youth”, simposio del Sistema Educativo de la Iglesia sobre el Antiguo Testamento, 14 de agosto de 1987, pág. 7).
“Te sugiero que memorices pasajes de las Escrituras que te conmuevan y te llenen el alma de comprensión. Cuando las Escrituras se emplean de la forma en que el Señor ha mandado que se registren, tienen un poder intrínseco que no se comunica si se parafrasean. A veces, si siento gran necesidad, repaso mentalmente pasajes de las Escrituras que me han fortalecido antes. Las Escrituras emanan gran solaz, guía y fuerza, especialmente cuando son las palabras del Señor” (véase “¡Él vive!”, Liahona, enero de 2000, pág. 106).
El memorizar declaraciones significativas de los mensajes de los profetas vivientes nos brindará una reserva de inspiración y guía a la que podremos acudir cuando la necesitemos.
7.2.15
Estudiar discursos sobre el mismo tema
El estudiar más de un discurso dado sobre el mismo tema a menudo hará resaltar temas donde se puso énfasis y brindará perspectivas adicionales. Por ejemplo, en la Conferencia General de octubre de 2007, el élder Robert D. Hales, del Cuórum de los Doce Apóstoles, habló sobre la revelación personal, y el élder Richard G. Scott, también del Cuórum de los Doce, habló sobre seguir la revelación para guiar nuestras decisiones (véase “Revelación personal: Las enseñanzas y el ejemplo de los profetas” y “La verdad: La base de las decisiones correctas”, Liahona, noviembre de 2007, págs. 86–92). En la Conferencia General de abril de 2006, los élderes M. Russell Ballard y Richard G. Scott, del Cuórum de los Doce Apóstoles, hablaron sobre compartir el Evangelio. El élder Ballard habló sobre invitar a amigos y vecinos a nuestro hogar como una manera de compartir el Evangelio con ellos, y después de ese discurso, el élder Scott habló de la preparación de los misioneros en el hogar y en la Iglesia (véase “Cómo crear un hogar en el que se comparta el Evangelio” y “¡Ahora es el momento de servir en una misión!”, Liahona, mayo de 2006, págs. 84–90)
7.2.16
Crear una biblioteca con tus notas y con los ejemplares de la revista Ensign o Liahona que contengan los discursos de la conferencia
Conserva los ejemplares de las revistas de la Iglesia que contengan los discursos de la conferencia y también las notas que hayas tomado al estar escuchando o estudiando los discursos, a fin de que puedas consultarlos más adelante. El hacerlo te permitirá comparar esos mensajes e ideas pasados con los que recibas después. También podrás ver cómo ciertos principios y doctrinas se repiten en muchas conferencias y podrás correlacionarlos. Además, mejorará tu capacidad para acudir a las palabras de los profetas durante oportunidades de enseñanza, tales como en la misión, en un discurso en la reunión sacramental, en clases de la Iglesia o en la noche de hogar.
7.2.17
Poner en práctica lo que se aprende
La meta de tu estudio del Evangelio debe ser vivir el Evangelio mejor; no es solo lo que sabes, sino lo que haces con lo que sabes, lo que te brindará mayor felicidad en la vida. Debemos ser “hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores” (Santiago 1:22). A medida que pongas en práctica lo que aprendas, desarrollarás una mayor comprensión del Plan de Salvación y un deseo más fuerte de compartirlo con los demás. La felicidad se obtiene cuando aceptamos y vivimos de conformidad con el consejo del Señor y Sus profetas.
El contemplar las siguientes preguntas conforme estudies la conferencia general te puede ayudar a poner en práctica lo que aprendas:
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¿De qué manera desearía el Señor que ponga esto en práctica en mi vida?
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¿De qué manera puedo utilizarlo para fortalecer mi fe?
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¿En qué ocasiones he vivido algo como lo que se está enseñando?
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¿Qué diferencia marcaría en mi vida el seguir esta enseñanza?
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¿De qué manera puedo usar esto para enseñar a los demás en cuanto a un principio del Evangelio?