JOSÉ SMITH—MATEO
Índice de temas:
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La destrucción de Jerusalén.
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La persecución y la apostasía.
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La abominación desoladora.
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La segunda venida de Jesucristo.
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La destrucción de los inicuos
¿Qué es José Smith—Mateo?
José Smith—Mateo es la traducción que hizo José Smith de Mateo 23:39–24:51.
“El 1 de diciembre de 1831, José Smith escribió en su diario lo siguiente: ‘Reanudé la traducción de las Escrituras y seguí mi labor relacionada con esa parte de mi llamamiento, con el élder Sidney Rigdon como escriba’ [véase History of the Church, tomo I, pág. 238; cursiva agregada]. Ese comentario es muy importante ya que revela que el Profeta veía su trabajo de la traducción de la Biblia como parte de su divino llamamiento como profeta de Dios… Para diciembre de 1831, el profeta había trabajado unos dieciocho meses en la traducción y seguiría trabajando en ella otros tantos. Después, durante los últimos once años de su vida, él la puliría y la prepararía para su publicación. A pesar de no haber vivido lo suficiente para publicar toda la obra, es una traducción de la Biblia completamente fuera de lo común y es uno de los testigos ante el mundo de la misión de José Smith en su calidad de profeta de Dios en los últimos días” (Robert J. Matthews, “A Plainer Translation”: Joseph Smith’s Translation of the Bible, a History and Commentary, 1975, págs. 3–4).
¿Cuándo tradujo el profeta José Smith esta parte de la Biblia?
“La fecha exacta en la que el Profeta comenzó a traducir la Biblia se ha perdido en la historia, pero es probable que la traducción ya se hubiese comenzado para mediados de 1830” (Matthews, “A Plainer Translation”, pág. 26). El 7 de diciembre de 1830, el Señor mandó a Sydney Rigdon trabajar como escriba del profeta José Smith en la obra de hacer cambios inspirados en la Biblia (véase D. y C. 35:20).
Con anterioridad a Su crucifixión y Su resurrección, el Señor Jesucristo contestó las preguntas de Sus discípulos acerca de Su gloriosa segunda venida (véase Mateo 24:3–25:46; véase también Lucas 21:7–36). El 7 de marzo de 1831, el Señor reveló al profeta José Smith parte de lo que dijo a Sus discípulos (véase D. y C. 45:16–75). En esa revelación, al hablarle al profeta José Smith, dijo:
“Y ahora bien, he aquí, os digo que no os será permitido saber más concerniente a este capítulo [Mateo 24], sino hasta que sea traducido el Nuevo Testamento, y en él [la traducción de José Smith] se darán a conocer todas estas cosas;
“por tanto, ahora os concedo traducirlo [el Nuevo Testamento], a fin de que estéis preparados para las cosas que vendrán.
“Porque de cierto os digo que os esperan grandes cosas” (D. y C. 45:60–62).
Con esas instrucciones, al otro día, el 8 de marzo de 1831, el Profeta empezó la obra de la traducción del Nuevo Testamento, comenzando con Mateo 1.
Una fecha anotada en uno de los manuscritos de la traducción del Nuevo Testamento indica que para el 26 de septiembre de 1831, la transcripción y revisión de Mateo seguía, dando comienzo a Mateo 26:1 (véase Matthews, “A Plainer Translation”, pág. 32). Por consiguiente, la traducción de Mateo 24 puede haber tenido lugar durante septiembre de 1831.
¿Cuáles son algunos de los cambios que hizo el Profeta en Mateo 24?
El profeta José Smith hizo más cambios en Mateo 24 que en ningún otro capítulo del Nuevo Testamento. En la versión en inglés del rey Santiago, Mateo 24 contiene 1.050 palabras, mientras que José Smith—Mateo tiene unas 1.500.
Una de las principales diferencias que existen entre Mateo 24 y José Smith—Mateo es que en este último están claramente separadas las declaraciones que hizo Jesús acerca de los acontecimientos que tendrían lugar en Jerusalén durante los años que seguirían a Su muerte (véase José Smith—Mateo 1:5–21) de las referentes a los acontecimientos que tendrían lugar en los últimos días, antes de Su segunda venida (véanse los vers. 21–55).
En José Smith—Mateo se repiten dos veces tres declaraciones (véanse los vers. 10, 12, 23, 28, 30, 32), pero sólo una vez en la versión del rey Santiago en inglés (véase Mateo 24:6, 12, 15). Además, los versículos 6–8 de Mateo 24 pasaron a ser José Smith—Mateo 1:23, 29 y 19 respectivamente. Mateo 24:55, en la traducción de José Smith de Mateo, es el único versículo que no tiene un versículo que se correlacione con la versión del rey Santiago de la Biblia en inglés.
¿Cómo pasó José Smith—Mateo a formar parte de la Perla de Gran Precio?
La primera edición de la Perla de Gran Precio en inglés se publicó en Liverpool, Inglaterra, en julio de 1851. El élder Franklin D. Richards, miembro del Quórum de los Doce Apóstoles y presidente de la Misión Británica la compiló y la publicó en forma de folleto para utilizarla en la misión. En el prefacio del folleto, el élder Richards explicaba que casi todo su contenido (el cual incluía José Smith—Mateo) ya había aparecido anteriormente en varias publicaciones de la Iglesia en Estados Unidos, pero con una circulación limitada. Se piensa que el élder Richards tenía acceso a esas publicaciones; sin embargo, él nunca indicó cómo había conseguido esos documentos.
¿Por qué, entre las muchas partes de la traducción de José Smith de la Biblia en inglés, la traducción de Mateo 24 pasó a formar parte de nuestros libros canónicos?
En José Smith—Mateo 1:5–55, se registran las respuestas que el Salvador dio a las preguntas de Sus discípulos, acerca de la destrucción del templo de Jerusalén, el esparcimiento de los judíos y los acontecimientos que tendrían lugar antes de Su segunda venida. Es un capítulo de las Escrituras que debe ser de gran interés para todo Santo de los Últimos Días. Habla de la dispensación de los últimos días, incluso del recogimiento de Israel con anterioridad a la segunda venida de Cristo. El texto de Mateo 24 de la Biblia en inglés, de la versión del rey Santiago, tiene muchos pasajes que no están claros y su organización es confusa. La obra del profeta José Smith hace que tanto la cronología histórica de esta profecía como el significado doctrinal de sus enseñanzas sean claras e inspiradoras.
JOSÉ SMITH—MATEO 1:1–21
JESUCRISTO PROFETIZÓ ACERCA DE LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN
José Smith—Mateo 1:1. “Yo soy aquel”.
Jesús dijo: “…yo soy aquel de quien los profetas escribieron…” (véase también TJS, Mateo 4:18). Con esas palabras, Él proclamó a Sus discípulos que era el Mesías, el Ungido, de quien todos los profetas habían profetizado (véase Helamán 8:16–23). Esas profecías acerca del Mesías predijeron no sólo Su sufrimiento por los pecados del mundo, sino también Su gloriosa segunda venida al fin del mundo.
José Smith—Mateo 1:1. “Y todos los santos ángeles con él”.
Muchos ángeles aparecerán con Jesús al momento de Su segunda venida. Las Escrituras describen a esos ángeles, diciendo que tendrán poder para preparar la tierra para la venida de Cristo y que serán ellos quienes harán sonar las trompetas en los momentos estratégicos (véase Apocalipsis 7:1; 8:2; 14–16; véase también D. y C. 77:8, 12). Además, los santos justos que ya hayan fallecido lo acompañarán a la hora de Su segunda venida (véase D. y C. 45:44–45; 76:50, 63; 88:96–98).
José Smith—Mateo 1:1. “Él volvería a la tierra”.
La segunda venida de Cristo es un acontecimiento del que se habla con frecuencia y con gran fervor y esperanza a lo largo de las Escrituras. Por ejemplo, en la época del Antiguo Testamento, el Señor le mostró a Adán “todo cuanto habría de sobrevenir a su posteridad hasta la última generación” (D. y C. 107:56), incluso la segunda venida de Cristo. Adán dio a conocer todas esas cosas a sus hijos (véase Moisés 5:12). Por medio de una visión, se le mostró a Enoc no sólo la venida de Cristo en el meridiano de los tiempos, sino también “el día de la venida del Hijo del Hombre, en los últimos días, para morar en rectitud sobre la tierra por el espacio de mil años” (Moisés 7:65). Otros profetas del Antiguo Testamento profetizaron acerca de esos maravillosos últimos días (véase Job 19:25; Salmos 102:16; Isaías 40:1–11; Daniel 7:13; Miqueas 1:3; Zacarías 13:6; Malaquías 3:2). En el Libro Mormón, los profetas jareditas testificaron de la gloriosa venida de Cristo (véase Éter 3:16–25; 9:22; 13:1–12), al igual que lo hicieron los profetas nefitas y lamanitas (véase Helamán 8:16–23). Además, los profetas del Nuevo Testamento y los profetas modernos han hecho muchas declaraciones inspiradas sobre el tema (véase Hechos 3:20–24; 1 Tesalonicenses 4:13–18; 2 Pedro 3:10; Apocalipsis 19–22; D. y C. 29;45; 133). De todas las profecías de las Escrituras relacionadas con los últimos días, la segunda venida de Jesucristo es, sin lugar a dudas, la que se espera con más ansiedad.
José Smith—Mateo 1:2–3. La destrucción del templo.
Véase también Marcos 13:1–2 y Lucas 21:5–6. Debido a la naturaleza de la construcción del templo, es posible que la profecía de su destrucción a los judíos les hubiese parecido casi imposible. El élder Bruce R. McConkie, en ese entonces miembro de los Setenta, escribió: “Algunas de las piedras medían por sí solas alrededor de 20,6 metros de largo por 2,3 metros de alto y 2,7 metros de espesor; las columnas que sostenían los atrios, que eran bloques de piedra maciza, medían unos 11,4 metros de altura. Se dice que cuando los romanos destruyeron y arrasaron Jerusalén, no bastaron seis días de vapuleo contra las paredes para derribar esas extraordinarias piedras. Sin embargo, finalmente el templo fue derribado completamente y… las piedras arrancadas y esparcidas por otros lados” (Doctrinal New Testament Commentary, 3 tomos, 1966–1973, tomo I, pág. 637).
José Smith—Mateo 1:4. El monte de los Olivos.
Conocido por algunos como el Olivar, el monte de los Olivos es un acantilado de piedra caliza de poco más de 1,6 kilómetros de largo, que se encuentra al este de la ciudad de Jerusalén. Se levanta a unos 65 metros sobre la ciudad, con el Valle del Cedrón entre él y la ciudad. Hacia el lado oeste está el Jardín de Getsemaní y, hacia el oriente, las aldeas de Betfagé y Betania. Este cerro fue el escenario de muchos acontecimientos de la época bíblica (véase 2 Samuel 15:30; Mateo 21:1–9; 26:30–56; Lucas 21:37; Juan 8:1; Hechos 1:12) y será el sitio de acontecimientos prominentes relacionados con los últimos días y con la segunda venida del Mesías (véase Zacarías 14:4–5; D. y C. 45:48; 133:20).
José Smith—Mateo 1:4. “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas?”
La revisión inspirada de Mateo 24:3, hecha por el profeta José Smith, deja en claro que los discípulos deseaban saber acerca de dos acontecimientos: El primero era “la destrucción del templo y de los judíos”, lo cual ocurrió alrededor del año 70 d. de J. C., cuando los romanos dominaron una revuelta de los judíos, asesinaron a la gente, destrozaron la ciudad de Jerusalén y esparcieron a los judíos por varias naciones.
El segundo acontecimiento por el cual preguntaron los discípulos fue sobre el “fin del mundo, o sea, la destrucción de los inicuos”; que ocurrirá al momento de la segunda venida de Cristo en los últimos días. El élder Bruce R. McConkie, que fue miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, aclara el significado del “fin del mundo” y dice que “no se trata del fin de la tierra sino del mundo, o sea, de las condiciones sociales imperantes entre la gente mundana. ‘El fin del mundo es el fin de la iniquidad o de lo mundano, tal y como lo conocemos, y eso se logrará por medio de “la destrucción de los inicuos”. (José Smith 1:4 [José Smith—Mateo 1:4].) Cuando nuestro mundo llegue a su fin y la era milenaria comience, habrá un cielo nuevo y una tierra nueva. (Isaías 65:17–25; D. y C. 101:23–24.) La lujuria, los deseos carnales y la sensualidad de cualquier tipo dejarán de existir, porque será el fin del mundo’. (Mormon Doctrine, págs. 767–768.)” (Doctrinal New Testament Commentary, tomo I, pág. 640).
La respuesta del Salvador a la pregunta de Sus discípulos sobre esos dos acontecimientos proporciona una reseña que nos sirve para comprender Mateo 24. En José Smith— Mateo 1:5–21 (compárese con Mateo 24:4–22) se registra Su respuesta acerca de la destrucción del templo y de los judíos, mientras que en José Smith—Mateo 1:21–55 (compárese con Mateo 24:23–51) se encuentran Sus declaraciones acerca de la señal de Su venida y del fin del mundo.
José Smith—Mateo 1:6, 9. Muchos profetas falsos intentaron engañar.
El élder James E. Talmage, que fue miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, comentó acerca de las evidencias históricas del cumplimiento de esa profecía: “Hubo entre los falsos profetas, y hombres que afirmaban ser ministros debidamente acreditados de Cristo, individuos como Simón el mago, que llevó a muchos tras de sí (Hechos 8:9, 13, 18–24; véase también The Great Apostasy, tomo VII, págs. 1, 2), Menandro, Dositeo, Teudas y los falsos apóstoles a que se refiere Pablo (2 Corintios 11:13), y otros, tales como Himeneo y Fileto (2 Timoteo 2:17, 18). El ‘Commentary’ de Dummelow aplica a esta circunstancia la crónica de Josefo concerniente a ‘un cuerpo de hombres perversos que, fingiendo obrar bajo inspiración divina, engañaron y embaucaron a la gente, convenciendo a las multitudes de que actuaran como locos, y haciendo que fuesen al desierto con el pretexto de que allí Dios les enseñaría las señales del triunfo’ ” (véase Jesús el Cristo, pág. 618).
José Smith—Mateo 1:7. Los discípulos fueron afligidos y asesinados.
La mayoría de los primeros apóstoles se diseminaron por el mundo para enseñar el Evangelio, pero finalmente fueron martirizados. Por ejemplo, la historia sugiere que Pedro sufrió la muerte en Roma (tal como Pablo) y Santiago fue asesinado por la espada en Jerusalén. Pero los apóstoles no fueron los únicos mártires; muchos de los primeros cristianos sufrieron grandes persecuciones y hallaron la muerte debido a su fe. En el Nuevo Testamento se encuentran algunos relatos de la persecución y el martirio de los primeros santos (por ejemplo, véase Hechos 4:1–3, 17–18, 29; 5:17–19, 40; 7:54–60; 8:1–3; 11:19; 12:1–5; 13:50; 14:1–7, 19–20; 16:19–24; 17:1–9; 21–26; 2 Corintios 11:23–29).
José Smith—Mateo 1:8. ¿Qué quiere decir “ofenderán”?
La palabra griega para el término “ofender” (scandalizo) significa “hacer tropezar”. De la misma raíz proviene la palabra skandalon, que se traduce como “escollo o impedimento”. En José Smith—Mateo 1:8, vemos que el Salvador dice que muchos se alejarían o se apartarían de la fe.
José Smith—Mateo 1:10. ¿Qué significa que el amor “se enfriará”?
La violencia y la corrupción son señales de que las personas han dejado de sentir amor y preocupación por ellas mismas y por los demás. La ordinariez y la crueldad infectan una sociedad, y se propagan como una enfermedad. Una sociedad cruel existe cuando las personas “no tienen afecto y aborrecen su propia sangre” (Moisés 7:33). A medida que aumenta el maltrato de los humanos hacia otros seres humanos, el corazón de los hombres se enfría y el espíritu de Satanás toma control de sus acciones.
José Smith—Mateo 1:12. “La abominación desoladora”.
El élder Bruce R. McConkie explicó:
“Daniel habló proféticamente de un día en el que habría una ‘abominación desoladora’ (Daniel 11:31; 12:11), y la frase se vuelve a repetir en tiempos del Nuevo Testamento para decir ‘la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel’. (Mateo 24:15.) …Al confiar solamente en el sencillo significado de las palabras, podemos llegar a la conclusión de que esta frase (abominación desoladora) podría tener relación con algún acto o estado de corrupción e inmundicia, de contaminación y suciedad, lo cual traería destrucción, ruina, devastación y desolación.
“Tal es el caso. Esas condiciones de desolación, nacidas de la abominación y la iniquidad, tendrían lugar dos veces en cumplimiento de las palabras de Daniel. La primera fue cuando las legiones romanas, bajo el mando de Tito, sitiaron Jerusalén en el año 70 d. de J. C., destruyendo y dispersando al pueblo, no dejando piedra sobre piedra en el profanado templo, y sembrando tal terror y devastación como muy pocas veces se ha visto en la tierra” (Mormon Doctrine, pág. 12).
La segunda vez que tendrá lugar la abominación desoladora, que profetizó el Salvador en José Smith—Mateo 1:32, será en la destrucción que ocurrirá en los últimos días.
José Smith—Mateo 1:13–17. A los santos se les dijo que huyeran para salvarse.
Acerca de los que escucharon la amonestación de huir, el élder James E. Talmage escribió: “Los miembros de la Iglesia obedecieron en forma tan general la amonestación de que todos los de Jerusalén y Judea huyeran a las montañas cuando los ejércitos comenzaran a rodear la ciudad, que según los primeros cronistas de la Iglesia, no pereció un solo cristiano en el terrible sitio (véase Historia Eclesiástica de Eusebio, libro iii, capítulo 5) …todos los judíos que creyeron en la amonestación que Cristo dio a los apóstoles —y que éstos a su vez llevaron al pueblo— huyeron al otro lado del Jordán y se reunieron principalmente en Pela” (Jesús el Cristo, págs. 618–619).
José Smith—Mateo 1:18. La tribulación sobre los judíos.
Después de la resurrección del Salvador, la iniquidad de los judíos persistió y aumentó en Jerusalén, preparando así el ambiente para la destrucción que Jesús profetizó. El élder Ezra Taft Benson, en ese entonces miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, al hablar de un libro de historia que escribió Will Durant, dijo: “El sitio de Jerusalén bajo el mando de Tito (duró) 134 días, durante los cuales 1.110.000 judíos perecieron y 97.000 fueron llevados cautivos… los romanos destruyeron 987 aldeas en Palestina, mataron a 580.000 hombres y, según se ha dicho, perecieron muchas más personas por inanición, enfermedades y fuego” (en “Conference Report”, abril de 1950, pág. 74).
“Miles [de judíos] fueron llevados como esclavos a Egipto para trabajar en las canteras y las minas de por vida. Muchachos y mujeres fueron vendidos a los traficantes de esclavos y miles más murieron de inanición en los campos de prisioneros. Un remanente de este pueblo conquistado fue esparcido hasta los confines de la tierra” (H. Donl Peterson, “The Fall of Jerusalem”, Ensign, mayo de 1972, pág. 42).
José Smith—Mateo 1:19. “No son sino el principio de los dolores”.
El sufrimiento de los judíos que siguió a la muerte y a la resurrección de Cristo lo profetizaron claramente Nefi y Jacob en el Libro de Mormón (véase 1 Nefi 19:14; 2 Nefi 6:9–11; 10:3–6; 25:9–16). Los acontecimientos históricos, tales como las Cruzadas, la Inquisición y el Holocausto son otros hechos que han ocurrido desde el año 70 d. de J. C. en los cuales se ha perseguido y destruido a los judíos.
José Smith—Mateo 1:21. “Estas cosas os he dicho”.
Al decir Jesús “…y además, después de la tribulación de aquellos días que vendrá sobre Jerusalén”, Él dio una clara indicación de que había terminado de profetizar concerniente a “la destrucción del templo y de los judíos” y que su próxima profecía sería acerca “del fin del mundo, o sea, la destrucción de los inicuos” (José Smith—Mateo 1:4).
JOSÉ SMITH—MATEO 1:22–37
JESUCRISTO PROFETIZÓ ACERCA DEL FIN DEL MUNDO
José Smith—Mateo 1:22. “En aquellos días”.
Comenzando con la última parte de José Smith—Mateo 1:21, leemos la respuesta de Jesucristo a la pregunta que Sus discípulos le hicieron en el versículo 4 acerca de las señales del fin del mundo y de Su segunda venida.
José Smith—Mateo 1:22. Falsos Cristos.
El élder Bruce R. McConkie explicó:
“¡Falsos Cristos! ¡Falsos Redentores, falsos Salvadores! ¿Habrá en realidad hombres que afirmen cumplir las profecías mesiánicas y que se ofrezcan voluntariamente a dar su sangre por los pecados del mundo? ¿Será posible que alguien diga: ‘Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; venid a mí y sed salvos’? ¿O que otros profesen regresar con gloria portando las heridas que sufrió el Cristo verdadero, que fue herido en casa de sus amigos?
“Es verdad que puede haber personas desquiciadas que piensen que son Dios o Cristo, o el Espíritu Santo o quién sabe qué más. Sin embargo, sólo los lunáticos de entre los hombres podrían darles crédito. La promesa de los falsos Cristos que engañarán, si les fuera posible, aun hasta los mismos escogidos, que descarriarán a quienes hayan hecho convenio eterno con el Señor, es una maldad aún más sutil e insidiosa.
“Un falso Cristo no es una persona. Es un sistema falso de adoración, una iglesia falsa, un culto falso que dice: ‘He aquí, acá está la salvación, la doctrina de Cristo. Vengan y crean esto y aquello y serán salvos’. Es todo concepto o filosofía que dice que la redención, la salvación, la santificación, la justificación y todas las recompensas prometidas se pueden obtener de cualquier forma, con excepción de la declarada por los apóstoles y los profetas” (The Millennial Messiah: The Second Coming of the Son of Man, 1982, págs. 47–48).
José Smith—Mateo 1:22. Falsos profetas.
El profeta José Smith amonestó: “Cuando un hombre sale a profetizar, y manda a los hombres que obedezcan sus enseñanzas, o es un profeta verdadero o es falso. Siempre se levantarán los falsos profetas para oponerse a los verdaderos, y profetizarán cosas tan parecidas a la verdad, que casi engañarán aun a los mismos escogidos” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 453).
También enseñó: “El mundo siempre ha tomado a los profetas falsos por verdaderos, y los que eran enviados de Dios fueron tenidos por profetas falsos. De manera que mataron, apedrearon, castigaron y encarcelaron a los profetas verdaderos, y éstos tuvieron que esconderse en ‘el desierto, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra’; y aunque eran los hombres más honorables de la tierra, los expulsaron de su sociedad como vagabundos, y mientras tanto estimaron, honraron y apoyaron a bribones, vagabundos, hipócritas, impostores y a los hombres más viles” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 249).
El élder M. Russell Ballard, miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, advirtió acerca de los falsos profetas y de los falsos maestros:
“Jesús advirtió en varias ocasiones que antes de Su Segunda Venida ‘muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos’ (Mateo 24:11). Como apóstoles del Señor Jesucristo es nuestro deber ser atalayas en la torre, avisando a los miembros de la Iglesia que se cuiden de los falsos profetas y de los falsos maestros que aguardan en secreto para destruir la fe y el testimonio. Hoy les advertimos que están surgiendo falsos profetas y falsos maestros; y si no tenemos cuidado, incluso aquellos de entre los miembros fieles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días caerán víctimas de ese engaño…
“Cuando pensamos en los falsos profetas y en los falsos maestros tendemos a pensar en aquellos que apoyan de manera clara una doctrina falsa o que presumen tener autoridad para enseñar el Evangelio verdadero de Jesucristo de acuerdo con la propia interpretación de ellos. Con frecuencia suponemos que tales individuos están relacionados con pequeños grupos radicales que viven al margen de la sociedad. Sin embargo, repito: Hay falsos profetas y falsos maestros que son, o al menos dicen ser, miembros de la Iglesia. Hay personas que, sin autoridad, mencionan el nombre de la Iglesia para respaldar sus productos y sus prácticas. Cuídense de los tales…
Por tanto, cuidémonos de los falsos profetas y de los falsos maestros, tanto hombres como mujeres, quienes se eligen a sí mismos para declarar las doctrinas de la Iglesia, y que buscan esparcir su falso evangelio y atraerse seguidores patrocinando simposios, libros y publicaciones cuyos contenidos desafían las doctrinas fundamentales de la Iglesia. Cuídense de los que hablan y escriben oponiéndose a los profetas verdaderos de Dios, que son activos en la conversión de otras personas, pero que desatienden de manera imprudente el bienestar eterno de aquellos a quienes seducen. Al igual que Nehor y Korihor, del Libro de Mormón, ellos confían en la sofistería para engañar y atraerse a otras personas a sus criterios. ‘Se [constituyen] a sí mismos como una luz al mundo, con el fin de obtener lucro y alabanza del mundo; pero no buscan el bien de Sión” (2 Nefi 26:29).
“El presidente Joseph F. Smith nos advirtió de estas personas cuando habló de ‘los soberbios y los que se engrandecen a sí mismos, que leen a la luz de la lámpara de su propia vanidad, que interpretan según reglas por ellos mismos formuladas, que han llegado a ser una ley para sí mismos y se hacen pasar por únicos jueces de sus propios hechos (Doctrina del Evangelio, pág. 367)” (“Guardaos de los falsos profetas y de los falsos maestros”, Liahona, enero de 2000, págs. 73–75).
José Smith—Mateo 1:22. Grandes señales y prodigios.
El élder James E. Talmage advirtió a los Santos de los Últimos Días que no se dejasen engañar por milagros que hiciesen los falsos profetas. Después de citar José Smith— Mateo 1:22, el élder Talmage dijo: “Refiriéndose a lo que acontecerá durante el gran juicio, estas palabras de Jesucristo indican que los milagros, como prueba de un ministerio divinamente señalado, carecen de validez: ‘Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad’. Los judíos, a quienes se impartieron estas enseñanzas, sabían que se podían efectuar maravillas por poderes malignos, porque acusaron a Cristo de hacer milagros mediante la autoridad de Beelzebú, príncipe de los demonios” (véase Los Artículos de Fe, págs. 256–257).
José Smith—Mateo 1:22. “Engañarán, si fuere posible, aun a los mismos escogidos”.
Después de citar José Smith—Mateo 1:22, el presidente Harold B. Lee dijo que los escogidos eran “los miembros de la Iglesia” (Stand Ye in Holy Places, pág. 384). De la misma forma, el élder Marion G. Romney, en ese entonces miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Ahora bien, quienes ‘son los escogidos conforme al convenio’ son los miembros de la Iglesia; por tanto, a nosotros se nos ha instado a estar prevenidos” (en “Conference Report”, abril de 1956, pág. 70; véase también D. y C. 29:7–9).
El presidente Joseph F. Smith advirtió: “No hay que olvidar que el maligno ejerce gran poder en la tierra, y que se vale de todo medio posible para ofuscar la mente de los hombres, y entonces les ofrece falsedades y desengaños a guisa de verdad. Satanás es un hábil imitador, y al paso que se va dando al mundo la verdad genuina del Evangelio en abundancia cada vez más grande, él hace circular la moneda falsa de la doctrina falaz. Guardaos de su moneda espuria, porque no os comprará nada sino la decepción, la miseria y la muerte espiritual. Se le ha llamado el ‘padre de las mentiras’, y tan hábil ha llegado a ser, a causa de haber practicado su obra nefaria a través de las edades, que engañaría, de ser posible, a los mismos escogidos” (Doctrina del Evangelio, pág. 370).
José Smith—Mateo 1:23, 29. “Por el bien de los escogidos”.
Concerniente a las profecías de los últimos días, el presidente Wilford Woodruff dijo:
“Esas cosas le sucederán a la gente de la presente generación, a pesar de no buscarlas ni de creer en ellas. Pero aún así, la incredulidad de ellos no dejará sin efecto la verdad de Dios. Las señales aparecen en los cielos y en la tierra, y todas las cosas indican el cumplimiento de los profetas…
“…¿Por qué no ha de revelar Dios Sus secretos a Sus siervos los profetas, para que los santos sean guiados por senderos seguros y escapen de esas maldades que están por hundir a toda una generación en la ruina?” (en History of the Church, tomo VI, pág. 27).
José Smith—Mateo 1:23. “No os turbéis”.
Aquí el verbo turbar proviene del griego throeo, que significa “alterar” o “sentir temor”. El profeta José Smith enseñó que el conocimiento del Evangelio “disipa las tinieblas, así como la incertidumbre y la duda” y que “no hay castigo tan terrible como la incertidumbre” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 349).
El élder M. Russell Ballard enseñó:
“El hecho de vivir en estos tiempos difíciles, mis queridos hermanos y hermanas, exige que cada uno de nosotros tenga una perspectiva del futuro que sea positiva y llena de esperanza…
“…más y más gente expresa su temor ante la forma acelerada en que se presentan las calamidades en todo el mundo. Los miembros de la Iglesia no debemos olvidar la admonición del Salvador: ‘…mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca’…
“Mi mensaje de hoy, mis hermanos, es sencillamente éste: El Señor tiene todo en Sus manos; Él conoce el fin desde el principio” (véase “El gozo de la esperanza hecha realidad”, Liahona, enero de 1993, págs. 35, 36; véase también 1 Nefi 22:17–19).
José Smith—Mateo 1:25. Si ellos dicen que Él está en el desierto.
El élder Bruce R. McConkie enseñó: “Si esos sistemas religiosos falsos con sus falsos maestros los invitan al desierto para buscar a Cristo mediante una vida de ascetismo [en un estricto estado de sacrificio], no vayan; Él no está allí. Si los llaman a confinarse en los cuartos secretos de reclusión monástica [alejarse del mundo] para poder encontrarlo [a Cristo], no les crean; Él no está allí” (Doctrinal New Testament Commentary, tomo I, pág. 648).
José Smith—Mateo 1:26. “Como la luz de la mañana”.
El élder Bruce R. McConkie enseñó: “¡La verán todos juntos! ¡Se extenderá por sobre toda la tierra como la luz de la mañana! …No cabe duda de que es lo que Isaías dijo: ‘Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado’ (Isaías 40:5). Está claro que es lo que nuestra revelación declara: ‘y se preparen para la revelación que ha de venir, cuando el velo que cubre mi templo, en mi tabernáculo, el cual esconde la tierra, será quitado, y toda carne me verá juntamente’ (D. y C. 101:23). No cabe la menor duda de que se trata del día sobre el cual Zacarías profetizó: ‘…y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos. Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura. Será un día, el cual es conocido de Jehová, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz… Y Jehová será rey sobre toda la tierra’ (Zacarías 14:5–9)” (The Millennial Messiah, págs. 419–420).
José Smith—Mateo 1:27. Una parábola sobre el recogimiento de Israel.
“Se nos ha dicho que la forma en que se llevará a cabo el recogimiento será milagrosa y a la vez misteriosa, como las águilas que se juntan alrededor del cuerpo de un animal muerto en el desierto; ellas aparecen súbita e inexplicablemente de los cuatro extremos del cielo y vienen desde largas distancias para reunirse en un mismo lugar” (Hugh Nibley, The Prophetic Book of Mormon, 1989, pág. 472).
En este caso, el uso de la palabra cuerpo nos hace pensar en algo muerto y sin valor, pero también se puede referir a una estructura o armazón, significado que se ajusta mejor al uso que se le da en José Smith—Mateo 1:27. A eso lo apoyan las palabras que se utilizan en la Traducción de José Smith de Lucas 17:37: “…Donde el cuerpo se hubiere recogido, o, en otras palabras, donde los santos se hubieren recogido, allí se juntarán también las águilas, o sea, allí será recogido el resto”. En la actualidad, el armazón, o sea, el cuerpo de la Iglesia se encuentra por todo el mundo en las estacas, los barrios y las ramas, mientras que las águilas simbolizan a los santos y la continua afluencia de conversos que abrazan el Evangelio restaurado y se recogen en la Iglesia.
José Smith—Mateo 1:28–29. Guerras y hambre.
Véase también Doctrinas y Convenios 45:26, 63 y 63:33–34. De acuerdo con esas revelaciones, el profeta José Smith declaró: “Yo profetizaré que las señales de la venida del Hijo del Hombre ya han empezado. Una pestilencia tras otra desolará la tierra. Pronto tendremos guerras y derramamiento de sangre. La luna se tornará en sangre. Yo testifico de estas cosas y de que la venida del Hijo del Hombre está cerca, sí, a vuestras puertas” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 186).
El presidente Harold B. Lee afirmó que las señales ya están sobre nosotros:
“Vemos las señales de nuestros tiempos tal como los profetas y el Maestro mismo predijeron…
“Hermanos y hermanas, es el día del cual el Señor habló. Pueden ver que las señales están aquí” (en “Conference Report”, octubre de 1973, págs. 168, 170; o Ensign, enero de 1974, págs. 128–129).
En 1992, acerca del aumento creciente de terremotos, el élder M. Russell Ballard dijo: “Hace poco leí en el periódico un artículo que cita estadísticas del Departamento de Geología de los Estados Unidos, que indican el aumento de la intensidad y frecuencia de los terremotos en el mundo. De acuerdo con el artículo, sólo dos terremotos importantes, que alcanzaron por lo menos el punto 6 de la Escala Richter, se registraron durante la década de 1920. En la década de los 30, la cantidad aumentó a cinco y luego disminuyó a cuatro durante la década de los 40. Pero en la década de 1950, se registraron nueve terremotos importantes, seguidos de quince en la de los 60, cuarenta y seis durante la de los 70 y cincuenta y dos en la década de 1980. En lo que va de la década del 90, ya se han registrado casi tantos terremotos considerables como los ocurridos en toda la década del 80” (“El gozo de la esperanza hecha realidad”, Liahona, enero de 1993, págs. 35–36).
José Smith—Mateo 1:30. “El amor de muchos se enfriará”.
El profeta José Smith relató una visión que tuvo sobre el futuro: “Vi que los hombres buscaban la vida de sus propios hijos, el hermano asesinando a su hermano, las mujeres matando a sus propias hijas y las hijas atentando contra la vida de sus madres. Vi ejércitos aprestados contra ejércitos. Vi sangre, desolación y fuegos. El Hijo del Hombre ha dicho que la madre se levantará contra la hija, y la hija contra la madre. Estas cosas están a nuestras puertas. Seguirán a los santos de Dios de ciudad en ciudad. Satanás se enfurecerá, y el espíritu del diablo está ahora lleno de ira” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 188).
Mas tarde agregó: “Yo profetizo, en el nombre del Señor Dios de Israel, que sobre esta generación se cernirán la angustia, la ira, la tribulación y el alejamiento del Espíritu de Dios de la tierra, hasta que por fin sean visitados con una desolación completa. Esta generación es tan corrupta como la generación de los judíos que crucificó a Cristo; y si Él estuviese aquí hoy, y predicase la misma doctrina que predicó entonces, lo matarían” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 405).
José Smith—Mateo 1:31. “Este Evangelio del Reino será predicado en todo el mundo.… y entonces vendrá el fin”.
El profeta José Smith profetizó lo siguiente acerca de la obra misional: “Nuestros misioneros salen hacia diversas naciones… El estandarte de la verdad se ha levantado, y ninguna mano impía puede detener el progreso de la obra; las persecuciones se encarnizarán, el populacho podrá conspirar, los ejércitos podrán juntarse, y la calumnia podrá difamar; mas la verdad de Dios continuará adelante valerosa, noble e independientemente hasta que haya penetrado en todo continente, visitado toda región, abarcado todo país y resonado en todo oído, hasta que se cumplan los propósitos de Dios, y el gran Jehová diga que la obra está concluida” (History of the Church, tomo IV, pág. 540; citado por el presidente Benson en “Las claves para tener éxito en la obra misional”, Liahona, abril de 1991, pág. 8).
El presidente Ezra Taft Benson, en ese entonces Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó que cuando el Evangelio se lleve a toda la tierra, entonces sabremos que el final está cerca: “Esta responsabilidad que se nos ha dado de llevar el Evangelio a toda nación, tribu, lengua y pueblo es una de las señales por medio de las cuales los creyentes reconocerán que está cercano el retorno de nuestro Salvador a la tierra” (“Nuestra responsabilidad de llevar el Evangelio a todo el mundo”, Liahona, julio de 1984, pág. 77). El élder James E. Talmage escribió: “Cuando se haya cumplido este testimonio entre todas las naciones ‘entonces vendrá el fin’, y las naciones de la tierra ‘verán al Hijo del Hombre que viene en las nubes, con poder y grande gloria’ “ (Jesús el Cristo, pág. 813).
José Smith—Mateo 1:36. “Entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra”.
El élder Bruce R. McConkie enseñó: “Cuando nuestro Señor regrese, habrá —entre los inicuos y los impíos— grandes gemidos y lamentaciones como nunca antes se ha visto sobre la tierra, porque el verano se habrá terminado, la cosecha recogido y sus almas no habrán sido salvadas” (Doctrinal New Testament Commentary, tomo III, pág. 439).
José Smith—Mateo 1:36. “Verán al Hijo del Hombre que viene”.
Ése es el gran acontecimiento que pondrá el broche final a los últimos días. Cristo vendrá a establecer un reino terrenal sobre la tierra por el término de mil años (véase Artículo de Fe 1:10). “Y tan grande será la gloria de su presencia, que el sol esconderá su faz avergonzado” (D. y C. 133:49). “…la presencia del Señor será como el fuego de fundición que abrasa, y como fuego que hace hervir las aguas” (vers. 41); el “elemento se derretirá con calor abrasador” (D. y C. 101:25) y “los montes [se derretirán] ante [la] presencia [de Cristo]” (D. y C. 133:44).
En ese momento, los santos justos serán “vivificados” y se unirán “a los que hayan dormido en sus sepulcros”, quienes a su vez serán también arrebatados para recibir a Cristo “en medio del pilar del cielo” (véase D. y C. 88:96–98). Cristo descenderá a la tierra de la misma forma en que “le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11). Con la venida de Cristo, comenzará la era milenaria de paz, armonía y rectitud. Satanás no tendrá “poder sobre el corazón del pueblo, porque el pueblo mora en rectitud, y el Santo de Israel reina” (1 Nefi 22:26).
José Smith—Mateo 1:37. El atesorar la palabra de Dios.
El presidente Joseph Fielding Smith dijo: “Atesorar Su palabra significa mucho más que leerla. Para atesorarla uno debe no solamente leer y estudiar, sino buscar en humildad y obediencia cómo aplicar los mandamientos dados, y ganar la inspiración que le impartirá el Espíritu Santo” (Doctrina de Salvación, tomo I, pág. 289).
Joseph Smith–Matthew 1:38–55
JESUCRISTO NOS ENSEÑA QUE DEBEMOS PREPARARNOS PARA SU SEGUNDA VENIDA
José Smith—Mateo 1:38. La parábola de la higuera.
Los higos son un alimento importante en el Medio Oriente. La improductividad de las higueras es un desastre nacional, mientras que su productividad es señal de paz y favor divino. La higuera es uno de los primeros árboles en mostrar los brotes de sus frutos, los cuales salen antes que las hojas; por tanto, se espera que una higuera con hojas tenga también fruto. El tiempo en que aparecen las hojas es indicio de que el verano está cerca. La higuera se diferencia de los demás árboles frutales porque en algunas variedades su fruto es verde y pasa inadvertido escondido entre las hojas hasta casi la época de la cosecha.
José Smith—Mateo 1:40. “Nadie sabe”.
Concerniente a la venida del Salvador, el profeta José Smith dijo: “Jesucristo jamás reveló a ningún hombre el tiempo preciso en que Él iba a venir. Id y leed las Escrituras, y veréis que no hay nada que especifique la hora exacta en que ha de venir; y todos los que dicen lo contrario son maestros falsos” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 422; véase también D. y C. 49:7).
El élder Bruce R. McConkie escribió:
“El tiempo de la segunda venida de Cristo está tan señalada y es tan cierta como la hora de Su nacimiento, y no variará ni un segundo del decreto divino. Él vendrá en el momento fijado. El Milenio no comenzará prematuramente porque los hombres se hayan vuelto rectos ni se retrasará porque abunde la iniquidad…
“…[Jesucristo] sabe el momento establecido y también lo sabe Su Padre” (The Millennial Messiah, págs. 26–27).
Alguna que otra vez, circulan publicaciones entre los miembros de la Iglesia en las cuales se especifica o se especula cuándo será la Segunda Venida. El presidente Harold B. Lee advirtió a los miembros de la Iglesia acerca de esa clase de publicaciones. Después de enumerar pasajes de las Escrituras que enseñan acerca de las señales de la segunda venida de Cristo, el presidente Lee dijo: “Esos [pasajes de las Escrituras] son algunos escritos sobre los cuales deben preocuparse, en vez de hacerlo por comentarios que lo más probable es que provengan de aquellos cuya información no sea la de más confianza y cuyos motivos sean dudosos” (véase “Admoniciones del Sacerdocio de Dios”, Liahona, septiembre de 1973, pág. 33).
José Smith—Mateo 1:41–43. “Como fue en los días de Noé”.
En relación con los últimos días, el élder Neal A. Maxwell, miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, escribió: “Al igual que en los días de Noé, la gente también se preocupará por las tribulaciones y los placeres del mundo (véase Mateo 24:37). Por lo tanto, irónicamente para la mayoría pasarán inadvertidas las señales que Dios nos dé relacionadas con la gloriosa segunda venida de Jesús” (Sermons Not Spoken, 1985, pág. 62). Dijo también: “No es ninguna casualidad que se hayan preservado para nosotros, en las Escrituras, algunos conocimientos valiosos acerca de la época en que vivió Noé. Según leemos, ésos fueron tiempos en que ‘estaba la tierra llena de violencia’ (Génesis 6:11) y la corrupción abundaba. Aparentemente había un sentido de autosuficiencia, una condición sobre la cual Jesús llamó la atención. (Mateo 24:36–41.) Jesús dijo que esa condición se repetiría en los últimos días. La gente de la época de Noé era insensible a los verdaderos peligros, y a nosotros nos puede pasar lo mismo en nuestra época. Noé y quienes se encontraban con él tuvieron que dejar el mundo o ¡perecer con él!” (Wherefore, Ye Must Press Forward, pág. 13).
José Smith—Mateo 1:44–45. “Uno será tomado, y el otro será dejado”.
Acerca de las parábolas que se encuentran en José Smith— Mateo 1:44–45, el presidente Heber C. Kimball, que fue Consejero de la Primera Presidencia, dijo: “Los siervos de Dios son, en un sentido, ángeles enviados para recoger a la casa de Israel desde los cuatro cabos de la tierra; y los élderes de esta Iglesia han cumplido, parcialmente, por medio de sus obras, lo que dijo el Señor acerca de dos trabajando en el campo; uno ha recibido el Evangelio y ha sido tomado y el otro dejado; dos trabajando en un molino, uno ha sido tomado y el otro dejado; dos acostados en una cama, uno ha sido tomado y el otro dejado. No cabe duda, sin embargo, de que esas aseveraciones tendrán su cumplimiento final y completo durante el tiempo de la segunda venida del Salvador” (en Journal of Discourses, tomo X, pág.103).
José Smith—Mateo 1:46–47. Como ladrón en la noche.
El élder Bruce R. McConkie agregó una mayor comprensión al significado de este pasaje al explicar: “Los que atesoran Su palabra no serán engañados concerniente a la hora de ese glorioso día ni con respecto a los acontecimientos que lo precederán (José Smith—Mateo 1:37). Los justos podrán leer las señales de los tiempos. Para los que estén en la oscuridad, Él vendrá de improviso, súbitamente, ‘como ladrón en la noche’, pero para los ‘hijos de luz’ que ‘no son de la noche, ni de las tinieblas’, tal como dijo Pablo, ese día no los tomará de sorpresa ‘como un ladrón’, sino que podrán reconocer las señales con la misma certeza que una mujer sabe de antemano la proximidad del nacimiento de su hijo. (1 Tesalonicenses 5:1-6.)” (Mormon Doctrine, pág. 688).
José Smith—Mateo 1:48. “Por tanto, estad preparados”.
Acerca de la necesidad de estar preparados para la Segunda Venida, pero no sentir temor por ello, en un mensaje que la Primera Presidencia pronunció en la Navidad de 1927, declaró: “Cada año que pasa nos acerca más a la fecha en que el Señor vendrá con poder y gloria. Es verdad que la hora y el día en que ese gran acontecimiento tendrá lugar nadie lo sabe; pero todas las señales prometidas indican que no está muy lejano. Mientras tanto, el deber de los santos es estar atentos, trabajar, orar, mantenerse valientes a la verdad y abundar en buenas obras. A pesar de la inestabilidad y del descontento que impera en muchas partes de la tierra, el recelo y los celos entre las naciones, la ola en aumento de desórdenes y delitos, y la aparente propagación de elementos destructivos… quienes permanezcan en lugares santos podrán distinguir en medio de todo ello la mano del Todopoderoso en la consumación de Sus propósitos y en el sacar adelante Su voluntad. Lo que, si se ve con el ojo natural, es grave y espantoso, no causa aprensión ni temor a quienes tengan fe de que, pase lo que pase, el Señor Dios Todopoderoso reina” (en Clark, Messages of the First Presidency, tomo V, pág. 256).
José Smith—Mateo 1:49–54. Una parábola del Señor y de Sus siervos.
En José Smith—Mateo 1:49 vemos que el Señor hace una pregunta perspicaz: “¿Quién es, pues, el siervo prudente y fiel…?” Es una pregunta parecida a las que se registran en Salmos 24:3: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?”, y en Malaquías 3:2: “Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores”. Ésas son preguntas que cada uno de nosotros debe hacerse.
A los siervos fieles y prudentes siempre se les puede encontrar haciendo lo que se les manda hacer, como el dar “alimento a su debido tiempo” a los hogares sobre los cuales se les ha dado “mayordomía”. A esos siervos se les dará la responsabilidad sobre todas las posesiones de su Señor. El siervo inicuo pensará que hará más adelante lo que se le ha mandado y, en lugar de dar alimento a su casa como debe, comenzará a maltratar a sus consiervos y a comer con los demás borrachos. Y el Señor vendrá en el día en que su siervo inicuo no lo esté esperando y no esté preparado. Y éste no será hecho gobernante, sino que será desarraigado y se le señalará su parte con los hipócritas.
José Smith—Mateo 1:55. “El fin de la tierra”.
El fin del mundo es el fin de la iniquidad. Sin embargo, el fin de la tierra ocurrirá cuando ésta se transforme en un reino celestial. El presidente Brigham Young dijo: “Cuando el Salvador haya terminado la obra, cuando los santos fieles hayan predicado el Evangelio al último de los espíritus que ya hayan vivido aquí y que [hayan sido] designados para venir a esta tierra; cuando los mil años de reposo vengan y se edifiquen miles y miles de templos y los siervos y las siervas del Señor hayan entrado en ellos para efectuar la obra por ellos mismos y por sus amigos fallecidos hasta la época de Adán; cuando hasta el último de los espíritus encarcelados que desee recibir el Evangelio lo haya recibido; cuando el Salvador venga y reciba a Su esposa ya lista, y todos los que puedan sean salvos en los varios reinos de Dios —el reino celestial, terrestre y telestial—, de acuerdo con sus varias capacidades y oportunidades; cuando el pecado y la iniquidad sean quitados de la tierra, y los espíritus que vagan en esta atmósfera sean llevados a un lugar preparado para ellos; y cuando la tierra sea santificada de las consecuencias de la Caída, bautizada, limpiada y purificada por fuego y regrese a su estado paradisíaco y sea como un mar de vidrio, un urim y tumim; cuando todo eso se haya hecho y el Salvador haya presentado la tierra a Su Padre, y ésta sea colocada entre los reinos celestiales, y el Hijo y todos Sus hermanos y hermanas fieles hayan recibido la aclamación de recibimiento: ‘[Entren] en el gozo de su Señor’, y el Salvador sea coronado, entonces, y no antes, los santos recibirán sus herencias eternas” (en Journal of Discourses, tomo XVII, pág. 117).