LA GRAN APOSTASÍA

Después de la muerte de Jesucristo, gente inicua persiguió y mató a muchos de los miembros de la Iglesia, mientras que otros se fueron alejando de los principios que habían enseñado Jesucristo y Sus apóstoles. Se dio muerte a los apóstoles y la autoridad del sacerdocio —incluso las llaves para dirigir y recibir revelación para la Iglesia— fue quitada de la tierra. Debido a que la Iglesia ya no era dirigida por medio de la autoridad del sacerdocio, el error se introdujo en las enseñanzas de la Iglesia. Siguieron presentes buenas personas y muchas verdades, pero el Evangelio, tal como lo estableció Jesucristo, se perdió. A este periodo se le conoce como la Gran Apostasía.

Con la muerte de los apóstoles de Jesucristo, la verdad se perdió una vez más.

Esta apostasía dio como resultado la formación de muchas iglesias con enseñanzas contradictorias. Durante ese tiempo, muchos hombres y mujeres buscaban la verdad, pero no la podían encontrar. Muchas buenas personas creían en Dios y en Jesucristo y procuraron comprender y enseñar la verdad, pero no tenían la plenitud del Evangelio ni la autoridad del sacerdocio. Como consecuencia de ello, cada generación heredó un estado de apostasía debido a la influencia de lo que las generaciones anteriores transmitieron a la gente, incluso cambios al Evangelio de Jesucristo.

Dios sabía que habría una apostasía. Mediante un profeta del Antiguo Testamento, Él dijo:

“He aquí vienen días,… en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni de sed de agua, sino de oír la palabra de Dios:

“Y [las personas] irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando la palabra de Jehová, y no la hallarán”.

Amós 8:11–12

Algunas personas inspiradas, tales como Martín Lutero y Juan Calvino, se dieron cuenta de que se habían cambiado o perdido prácticas y doctrinas. Trataron de reformar las iglesias a las que ellos pertenecían; sin embargo, sin la autoridad del sacerdocio, el Evangelio de Cristo no se pudo restablecer a su forma original. Era necesaria una restauración.