Capítulo 12
Jesús llama a los doce discípulos y los comisiona — Pronuncia ante los nefitas un discurso semejante al Sermón del Monte — Expone las Bienaventuranzas — Sus enseñanzas superan la ley de Moisés y tienen precedencia sobre ella — Manda a los hombres que sean perfectos, así como Él y Su Padre son perfectos — Compárese con Mateo 5. Aproximadamente 34 d.C.
1 Y aconteció que cuando Jesús hubo hablado estas palabras a Nefi y a los que habían sido llamados (y llegaba a doce el número de los que habían sido llamados, y recibieron el poder y la autoridad para bautizar), he aquí, él extendió la mano hacia la multitud, y les proclamó, diciendo: Bienaventurados sois si prestáis atención a las palabras de estos doce que yo he escogido de entre vosotros para ejercer su ministerio en bien de vosotros y ser vuestros siervos; y a ellos les he dado poder para que os bauticen en el agua; y después que seáis bautizados en el agua, he aquí, os bautizaré con fuego y con el Espíritu Santo. Por tanto, bienaventurados sois si creéis en mí y sois bautizados, después que me habéis visto y sabéis que yo soy.
2 Y también, más bienaventurados son aquellos que crean en vuestras palabras por razón de que testificaréis que me habéis visto y que sabéis que yo soy. Sí, bienaventurados son los que crean en vuestras palabras, y desciendan a lo profundo de la humildad y sean bautizados, porque serán visitados con fuego y con el Espíritu Santo, y recibirán una remisión de sus pecados.
3 Sí, bienaventurados son los pobres en espíritu que vienen a mí, porque de ellos es el reino de los cielos.
4 Y además, bienaventurados son todos los que lloran, porque ellos serán consolados.
5 Y bienaventurados son los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
6 Y bienaventurados son todos los que padecen hambre y sed de rectitud, porque ellos serán llenos del Espíritu Santo.
7 Y bienaventurados son los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Y bienaventurados son todos los de corazón puro, porque ellos verán a Dios.
9 Y bienaventurados son todos los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Y bienaventurados son todos los que son perseguidos por causa de mi nombre, porque de ellos es el reino de los cielos.
11 Y bienaventurados sois cuando por mi causa los hombres os vituperen y os persigan, y falsamente digan toda clase de mal contra vosotros;
12 porque tendréis gran gozo y os alegraréis en extremo, pues grande será vuestro galardón en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
13 De cierto, de cierto os digo que os doy a vosotros ser la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada la tierra? De allí en adelante la sal no servirá para nada sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
14 En verdad, en verdad os digo que os doy a vosotros ser la luz de este pueblo. Una ciudad que se asienta sobre una colina no se puede ocultar.
15 He aquí, ¿encienden los hombres una vela y la ponen debajo de un almud? No, sino en un candelero; y da luz a todos los que están en la casa;
16 por lo tanto, así alumbre vuestra luz delante de este pueblo, de modo que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
17 No penséis que he venido para abrogar la ley ni los profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir;
18 porque en verdad os digo que ni una jota ni una tilde ha pasado de la ley, sino en mí toda se ha cumplido.
19 Y he aquí, os he dado la ley y los mandamientos de mi Padre para que creáis en mí, que os arrepintáis de vuestros pecados y vengáis a mí con un corazón quebrantado y un espíritu contrito. He aquí, tenéis los mandamientos ante vosotros, y la ley se ha cumplido.
20 Por tanto, venid a mí y sed salvos; porque en verdad os digo que a menos que guardéis mis mandamientos, que ahora os he dado, de ningún modo entraréis en el reino de los cielos.
21 Habéis oído que ha sido dicho por los de tiempos antiguos, y también lo tenéis escrito ante vosotros: No matarás; y cualquiera que matare estará expuesto al juicio de Dios.
22 Pero yo os digo que quien se enoje con su hermano corre peligro de su juicio. Y cualquiera que diga a su hermano: Raca, quedará expuesto al concilio; y el que le diga: Insensato, estará en peligro del fuego del infierno.
23 Por tanto, si vienes a mí, o deseas venir a mí, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
24 ve luego a tu hermano, y reconcíliate primero con él, y luego ven a mí con íntegro propósito de corazón, y yo te recibiré.
25 Reconcíliate cuanto antes con tu adversario, mientras te encuentres en el camino con él, no sea que en cualquier momento te prenda, y seas echado en la cárcel.
26 En verdad, en verdad te digo que de ningún modo saldrás de allí hasta que hayas pagado el último senine. Y mientras te halles en la prisión, ¿podrás pagar aun siquiera un senine? De cierto, de cierto te digo que no.
27 He aquí, fue escrito por los antiguos que no cometerás adulterio;
28 mas yo os digo que quien mire a una mujer para codiciarla ya ha cometido adulterio en su corazón.
29 He aquí, os doy el mandamiento de que no permitáis que ninguna de estas cosas entre en vuestro corazón,
30 porque mejor es que os privéis de estas cosas, tomando así vuestra cruz, que ser arrojados en el infierno.
31 Ha sido escrito, que quien repudiare a su esposa, le dé carta de divorcio.
32 En verdad, en verdad os digo que el que repudie a su esposa, salvo por causa de fornicación, hace que ella cometa adulterio; y cualquiera que se case con la divorciada, comete adulterio.
33 Y además está escrito: No te perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos;
34 mas en verdad, en verdad os digo: No juréis de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;
35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies;
36 ni tampoco jurarás por tu cabeza, porque no puedes hacer negro o blanco un solo cabello;
37 antes bien, sea vuestro hablar: Sí, sí; No, no; porque lo que sea más que esto, es malo.
38 Y he aquí, está escrito: Ojo por ojo y diente por diente;
39 mas yo os digo que no debéis resistir al mal, antes bien al que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.
40 Y si alguien te demanda ante la ley, y te quita la túnica, déjale también la capa.
41 Y quien te obligue a ir una milla, ve con él dos.
42 Al que te pida, dale; y al que quiera de ti tomar prestado, no se lo rehúses.
43 Y he aquí, está escrito también que amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo;
44 mas he aquí, yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;
45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; pues él hace salir su sol sobre los malos y sobre los buenos.
46 Por tanto, estas cosas que existían en la antigüedad, que se hallaban bajo la ley, se han cumplido todas en mí.
47 Las cosas antiguas han pasado, y todas las cosas se han vuelto nuevas.
48 Por tanto, quisiera que fueseis perfectos así como yo, o como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.