2018
Somos más que nuestras etiquetas
Agosto de 2018


Somos más que nuestras etiquetas

Tu valor no está determinado por lo que puedes o no puedes hacer.

young adult woman sitting in field

A los humanos nos encanta ponernos etiquetas: hija, artista, estudiante, corredor. Aunque las etiquetas nos dan poder, estimulan nuestro sentido de identidad y nos proporcionan oportunidades para crecer, también tienen un lado peligroso. Cuando comparamos nuestras etiquetas con las de los demás, adoptamos etiquetas que dominan o entran en conflicto con nuestra naturaleza divina, o permitimos que algunas etiquetas nos hagan sentir inferiores, nuestra autoestima y espiritualidad pueden romperse en mil pedazos.

¿Qué pasaría si te dijéramos que hay una etiqueta significativa, sempiterna y excepcional que todos compartimos?

A continuación se presentan algunas reflexiones de tres hermanas muy diferentes, que tienen vidas muy diferentes; pero todos compartimos la etiqueta más importante de todas.

Chantele:

A veces es difícil no compararse con los demás, en especial dentro de la familia. Un ejemplo con el que he lidiado toda mi vida es que la gente todo el tiempo me compare con mis dos hermanas. Somos muy diferentes; estamos en diferentes etapas de nuestra vida y tenemos diferentes talentos y personalidades. Hace casi 15 años que estoy casada, tengo cuatro hijos, he escrito y publicado cinco novelas en el mercado nacional y hace casi 30 años que toco el arpa. Hay muchas metas que quiero cumplir. Cuando me frustro por no lograr tantas como quisiera, recuerdo el amor que el Padre Celestial tiene por mí, aun si jamás alcanzo todas mis metas. Aunque pienso que nuestros diferentes talentos ayudan a definir quiénes somos, si dejamos todo eso a un lado —todos los talentos y etiquetas—, nada de eso importa. Todo se reduce a una cosa: nuestra identidad como hijos de Dios. Siempre y cuando yo haga lo mejor que pueda, el Padre Celestial estará conmigo. Esa verdad me ayuda a seguir adelante y me da un verdadero consuelo, sin importar las etiquetas que el mundo me impone o incluso las que yo me doy a mí misma.

Chaleese:

Soy ama de casa; tengo tres hijos varones y un esposo que son mi vida entera. Soy su mayor apoyo; ellos representan quién soy. No tengo una carrera además de mi familia. Mi hermana mayor es ama de casa y tiene cuatro hijos, pero también es una escritora increíble. Mi hermana menor es la única en la familia que se graduó de la universidad, trabaja en el lugar de sus sueños y todavía es soltera. Todos somos diferentes; podemos tener diferentes etiquetas, pero no hacen que unos seamos más o menos valiosos que otros. A pesar de nuestras diferencias, todos somos hijos de Dios, y Él nos ama a todos. Al final, eso es todo lo que verdaderamente importa. Mis etiquetas pueden ser diferentes a las de mis hermanas, pero cuando hacemos eso a un lado, todas somos iguales; tenemos el mismo potencial eterno.

Chakell:

He adquirido muchas etiquetas; me he graduado de la universidad, soy escritora y promotora de que el pastel de queso sea un grupo alimenticio en sí mismo. Sin embargo, también tengo etiquetas que no me agradan mucho. Soy soltera, tengo problemas de salud y gran parte del tiempo me siento incapaz. Permito que algunas de las supuestas etiquetas “débiles” tengan más poder sobre mí de lo que deberían. A veces, aun las etiquetas que me enorgullecen pueden comenzar a opacar mi verdadera identidad. Sin embargo, cuando realmente pienso en quién soy y recuerdo que soy una hija de Dios, todo cambia. La única etiqueta que verdaderamente le da significado a la vida es nuestra identidad divina. No sé todo lo que me depara el futuro ni qué etiquetas tendré o no en esta vida, pero me consuela poder decir: “Soy una hija de Dios”, y saber que eso significa más que cualquier otra cosa; y no tengo que ganarme esa etiqueta ni Su amor; lo he recibido libremente. Sé que si me esfuerzo por vivir mi vida de acuerdo con Su voluntad, y si siempre recuerdo quién soy en verdad, Él me bendecirá (véase D. y C. 82:10). Cuando todas mis otras etiquetas se conectan con la única que realmente importa, puedo hallar verdadero gozo, fortaleza y grandeza en todas ellas.