El discipulado divinamente dirigido
Tomado del discurso “God Will Use You, God Will Bless You” [Dios los utilizará, Dios los bendecirá], pronunciado en un devocional de la Universidad Brigham Young el 3 de noviembre de 2015.
Si desean llegar a ser verdaderos discípulos de nuestro amado Salvador, el Señor Dios de los cielos guiará sus caminos.
Deseo abordar dos preguntas para las que yo mismo buscaba respuestas cuando era joven.
Primero, si dedican su vida al servicio de Dios, ¿guiará Él sus pasos y se valdrá de ustedes para llevar a cabo Sus justos designios? Segundo, si eligen seguir al Salvador y caminar por la senda del discipulado, ¿velará el Señor por ustedes y les guiará y bendecirá, y les llenará de un espíritu de gozo y satisfacción a medida que los utiliza para Sus propósitos?
Mis amados hermanos y hermanas, si entregan su corazón al Salvador y se esfuerzan por caminar con fe y compasión por la senda que Él ha mandado, sé que el Señor se valdrá de ustedes de maneras que ahora no pueden imaginar.
“Pero yo no soy nadie especial”, dirán. “Soy una persona común y corriente en todos los sentidos. No soy especialmente inteligente ni elocuente; no voy bien vestido, y ni siquiera me comporto bien. ¿Cómo podría Dios utilizarme a mí?”.
Desde el principio de los tiempos, nuestro Padre Celestial ha contado con personas comunes y corrientes y se ha valido de ellas para Sus propósitos. Él apóstol Pablo escribió para ustedes hoy en día, tal como lo hizo para los corintios de la antigüedad:
“… lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte;
“y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para anular lo que es,
“para que ninguna carne se jacte en su presencia” (1 Corintios 1:27–29).
Cuando llegó el momento de que nuestro Salvador restaurara Su Iglesia en la tierra, ¿por qué creen que escogió a un humilde muchacho con escasa formación académica?
¿Por qué creen que Dios le dijo a Gedeón, un campesino, que siguiera enviando a las tropas a casa hasta tener tan solo trescientos hombres para hacer frente a un enemigo innumerable? (véase Jueces 7:1–25).
¿Por qué creen que nuestro Salvador eligió a un pescador para que fuese Su apóstol principal y dirigiera la Iglesia cuando Él no estuviera? (véase Mateo 16:18).
Primero, porque “Jehová no mira lo que el hombre mira, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
Segundo, porque Dios puede tomar la arcilla más simple y crear con ella una obra maestra. En verdad, “[si] Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).
Tercero, Dios elige a los débiles para que nadie pueda jactarse y decir: “Yo he hecho esto gracias a mi propia habilidad”.
Cuando Pedro, un humilde pescador, toma a un pequeño grupo de creyentes y hace con ellos una iglesia poderosa, el pueblo eleva su voz y da gracias a Dios.
Cuando un ejército de miles es derrotado por un grupo de trescientos hombres, la gente alaba a Dios.
Cuando un muchacho de la frontera salvaje deja el arado y traduce el texto más inspirador y transformador desde que se escribió la Biblia, la gente no se gloría en el intelecto del hombre, sino en el poder de Dios.
El Padre Celestial no necesita que ustedes sean poderosos, inteligentes ni elocuentes. Él necesita que inclinen su corazón hacia Él y procuren honrarle al servirle y tender la mano con compasión a quienes les rodean.
Ministraciones del Espíritu Santo
La segunda cosa que deseo grabar en ustedes es que, si siguen a Dios en verdad y poder, Él los bendecirá de maneras que no pueden comprender.
En 2006, el presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) y la Primera Presidencia acordaron que se debía considerar la construcción de un templo en San Salvador, El Salvador. Visitamos varios terrenos, incluso una manzana completa ubicada en la parte antigua del centro de la ciudad. Mientras íbamos de un terreno a otro, ninguno parecía ser el indicado.
Finalmente pasamos por una zona en desarrollo en la parte oeste de la ciudad. Sentí algo en ese lugar y recorrí varias cuadras. Un terreno rodeado por un muro me resultó de particular interés. Me puse en contacto con los propietarios, pero me informaron que no estaba disponible, de modo que regresé a casa.
Sin embargo, el Profeta había dicho que se construiría un templo en San Salvador, así que volví para ver otras propiedades. Una vez más me sentí atraído por el terreno del muro, y volví a comunicarme con ellos. Me repitieron que la propiedad no estaba disponible
y volví de nuevo a casa, pero no pude evitar la sensación de que era allí donde debía estar el templo. Me puse en contacto con la familia y pregunté si al menos podrían reunirse conmigo, a lo cual accedieron. Una vez más viajé a San Salvador acompañado por Robert Fox, un amigo y empleado de la división de bienes raíces de la Iglesia. Esa mañana nos arrodillamos en oración en mi habitación antes de comenzar el día, y pedimos la ayuda del Señor.
Al atravesar en auto la verja que conducía a la casa, fue casi como entrar en un jardín sagrado. Había árboles y flores, y el bullicio que se escuchaba afuera cesó a la entrada. El señor Miguel Dueñas, su hermano, y dos de los hijos de Miguel nos estaban esperando. Nos saludaron y luego nos acompañaron a su casa ancestral, la cual era grande y espaciosa.
Les dijimos que estábamos allí por asignación del presidente de nuestra Iglesia, y que él quería bendecir al país y a los miembros de la Iglesia construyendo un templo en ese lugar. Les mostré fotografías de otros templos y les dije que sentíamos que su propiedad, su casa ancestral, era el lugar indicado.
No nos sorprendió que se negasen una vez más, pero teníamos que intentarlo. Y así, durante casi una hora, intentamos toda forma de negociación, como una compra directa, un intercambio de propiedades y toda otra opción que se nos ocurrió; pero siguieron firmes en su determinación y rechazaron todas las ofertas.
Habíamos hecho todo lo posible; nos habíamos preparado; habíamos hecho lo mejor que sabíamos, pero simplemente no era suficiente.
A mi corazón acudió una urgente oración: “Padre, por favor ayúdanos a saber qué decir o hacer”.
Al final resultó evidente que nuestro viaje había sido en vano. Parecía que nada les haría cambiar de opinión, pero al prepararnos para irnos de allí, sucedió algo. El Espíritu del Señor entró en el cuarto. Era tangible; todos en aquella sala pudimos sentirlo. Fue una de las experiencias espirituales más poderosas que jamás he sentido.
Miguel Dueñas, que no era miembro de la Iglesia, se sintió conmovido y, con los ojos bañados en lagrimas, se volvió hacia su hermano y le dijo: “Si no podemos vender nuestra casa ancestral, ¿no podríamos vender la mejor parte del terreno que tenemos al otro lado de la calle?”.
Su hermano respondió afirmativamente, y entonces hablamos de la otra propiedad. Eran propietarios de varios cientos de hectáreas al otro lado de la carretera principal, frente a su casa ancestral, en los que el terreno principal sobresalía ligeramente de modo que cada automóvil que viajara por esa carretera podría ver el templo.
Ese fue el terreno que ofrecieron para el templo del Señor. Realmente fue un milagro. A partir de ese momento, las bendiciones del Señor formaron parte del proceso. El 21 de agosto de 2011, el presidente Henry B. Eyring, en aquel entonces Primer Consejero de la Primera Presidencia, dedicó el templo al servicio del Señor.
Testifico que un hermoso templo adorna las colinas de San Salvador, no como resultado de nada de lo que el hermano Fox y yo dijimos o hicimos; hoy en día se encuentra allí por las poderosas ministraciones del Santo Espíritu de nuestro Dios Todopoderoso.
Nuestro misericordioso Padre
Si el Señor se interesa lo suficiente como para enviar Su Espíritu y poner a nuestra disposición un terreno para el templo, ¿no creen que Él enviará Su Espíritu y preparará su corazón y guiará sus pasos?
Ustedes son indiscutiblemente más preciados que una parcela de tierra. Ustedes son hijos amados de su Padre Eterno. ¡Son la simiente del Dios del universo!
¿No creen que Él está al tanto de ustedes? ¿No creen que Él se valdrá de ustedes y los bendecirá de maneras más gloriosas de lo que se puedan imaginar?
Las Escrituras nos dicen que si “[confiamos] en Jehová con todo [nuestro] corazón, y no [nos] apoy[amos] en [nuestra] propia prudencia”, si lo reconocemos a Él en todos nuestros caminos, “él enderezará [nuestras] veredas” (Proverbios 3:5–6).
El rey Benjamín resumió perfectamente el mensaje que deseo dejarles. Él dijo: “… quisiera que consideraseis el bendito y feliz estado de aquellos que guardan los mandamientos de Dios. Porque he aquí, ellos son bendecidos en todas las cosas, tanto temporales como espirituales; y si continúan fieles hasta el fin, son recibidos en el cielo, para que así moren con Dios en un estado de interminable felicidad” (Mosíah 2:41).
Elevo mi voz en alabanza y como testimonio de esta verdad. Testifico que he visto las bendiciones prometidas de Dios cumplirse una y otra vez en mi propia vida y en la vida de muchas otras personas.
Prometo que, si tan solo inclinan su corazón a su Padre Celestial, si se esfuerzan cada día por amar y seguir a Jesucristo de una manera más perfecta, si con compasión y bondad comparten las cargas y elevan las manos de las personas que sufren a su alrededor, si procuran convertirse en verdaderos discípulos de nuestro amado Salvador, el Señor Dios de los cielos enderezará sus veredas. Él se valdrá de ustedes para Sus sublimes propósitos. Él los bendecirá de maneras que no se pueden imaginar.