Las necesidades de la Marina y de nuestra familia
El autor vive en Virginia, EE. UU.
Creíamos que teníamos el plan perfecto en cuanto a cuándo tener hijos; pero, entonces, cambiaron cosas que estaban fuera de nuestro control.
La planificación de una familia probablemente no es fácil para la mayoría de las parejas. Siempre hay mil cosas que tener en cuenta, y un millón de cosas que hacer en la vida. Incluso cuando crees que tienes un buen plan puede presentarse una pequeñez y arruinarlo todo.
Somos una familia militar. Yo estoy en la Marina de los Estados Unidos y todo lo que hacemos está basado en las “necesidades de la Marina”. Vamos adonde la Marina nos dice que vayamos y en el momento en que nos dice que lo hagamos. Hace unos dos años, mi esposa Shanna y yo tuvimos a nuestra primera hija, Isabelle. Si bien eso fue un gran cambio, ya que yo todavía estaba en la escuela de vuelo, nuestra vida era relativamente estable. Aproximadamente un año después del nacimiento de Isabelle, sentimos que era el momento de intentar tener otro hijo. Pronto terminaría la escuela de vuelo y se me asignaría a mi primer escuadrón.
Entonces nos enteramos de que me emplazarían de inmediato por unos siete meses; así que se nos ocurrió el plan perfecto. Sería emplazado y luego intentaríamos concebir tan pronto como yo volviera. Así lograríamos el intervalo que deseábamos que hubiera entre nuestros hijos y, además, había muchas probabilidades de que yo permaneciera en casa durante un buen tiempo. Oramos al respecto y sentimos que eso era lo que debíamos hacer.
Un lunes por la mañana me enteré de que las “necesidades de la Marina” habían cambiado y que yo iría a otro escuadrón, viajaría casi constantemente durante aproximadamente un año y luego sería emplazado por otros siete meses más. Nuestros planes habían cambiado de repente y no sabíamos qué hacer. Shanna aún pensaba que lo que habíamos planeado seguía siendo lo mejor para nosotros, pero yo le repetía que eso no funcionaría con mi calendario. Tendríamos que esperar hasta que regresara del emplazamiento, y habría una diferencia de edad mayor entre nuestros hijos de lo que deseábamos.
Afortunadamente, Shanna confiaba en que todo se solucionaría si tan solo demostrábamos un poco de fe. Le dije que estaba de acuerdo con eso, pero me aseguré de que ella entendiera que, si decidíamos concebir según lo planeado, sería emplazado poco tiempo después y ella tendría que tener el bebé sin mí. No solo eso, sino que esta vez yo no estaría para ayudar con Isabelle. Sabía que mi esposa era fuerte, pero no tenía ni idea de cuánto.
Decidimos seguir adelante con nuestro plan y tuvimos la bendición de que quedó embarazada en poco tiempo. Estuve fuera durante al menos seis meses del embarazo de Shanna. A los siete meses de embarazo partí hacia el emplazamiento, y no esperaba regresar a casa hasta que el bebé tuviera cinco o seis meses.
Un día, cerca de la fecha de parto de Shanna, se me programó un vuelo temprano por la mañana que luego se canceló, de modo que volví a la cama. Unas horas más tarde, mi oficial al mando me llamó para que me presentara en su oficina de inmediato. Cuando llegué, me mostró un correo electrónico de Shanna en el que decía que estaba en trabajo de parto y se iba al hospital. Afortunadamente, Shanna tuvo la sensatez de enviarnos un correo electrónico tanto a él como a mí, porque él recibe los correos más rápido que yo. El oficial me dijo que podía usar su teléfono, y pude hablar con Shanna durante el proceso de parto, que fue mucho más rápido y sencillo con ese bebé que con Isabelle. Shanna sobrellevó todo de maravillas, sola y sin miedo, en la sala de partos. Alexis nació sin complicaciones. Si mi vuelo no se hubiese cancelado o si Shanna no hubiera enviado un correo electrónico a mi oficial al mando, me lo habría perdido todo y no habría podido oír el primer llanto de Alexis.
Pronto nos enteramos de que volvería a casa de licencia por unas semanas. Los dos estábamos muy felices de que yo pudiera conocer a Alexis mucho antes de lo esperado. Fue increíble bajar del avión y ver que mi familia había crecido.
Tanto Shanna como yo aprendimos una lección invaluable acerca de la fe y de poner las cosas en las manos del Señor. Ideamos un plan que sentimos que sería el mejor para nuestra familia y nuestra situación. Cambiaron cosas sobre las cuales no teníamos control, pero Shanna me enseñó que, si sentimos la confirmación del Espíritu Santo de que un plan es correcto, debemos seguirlo. Todo lo que tenemos que hacer es presentarle un plan al Señor y mostrar un poco de fe. No resultó exactamente como esperábamos, pero el Señor hizo que funcionara al brindarnos muchas “tiernas misericordias” a lo largo del camino (véase 1 Nefi 1:20).