2021
Cómo me adapté al cambio después de la misión
Febrero de 2021


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

Cómo me adapté al cambio después de la misión

Puede que la vida no sea perfecta después de la misión, pero aun así podemos encontrar gozo y propósito a medida que continuamos siendo discípulos de Jesucristo.

mujer joven sosteniendo el Libro de Mormón

Me encantó mi misión en Colombia; ha sido la mejor parte de mi vida hasta ahora. Amé a las personas que conocí y a las que enseñé. También amé a mis compañeras, ¡y aprendí mucho de ellas! Pienso en la misión todos los días.

Después de terminar la capacitación en el centro de capacitación misional, pensaba que estaba lista para la misión, pero todavía tenía mucho que aprender en el campo misional. Y lo mismo sucedió después de terminar la misión: pensaba que había aprendido todo lo que necesitaba saber sobre la vida; pensaba que estaba preparada para todo lo que se me presentara y que todo saldría a la perfección.

Pero, como ya habrás imaginado, no ha sido así.

Mientras estaba en la misión, mi tía Cecilia se sometió a una operación, enfermó y murió. Después de orar sobre ello, mis padres decidieron esperar a que llegara a casa para contarme sobre su muerte. Enterarme de que había fallecido me afectó mucho. Siempre había sido mi tía preferida, y me rompió el corazón no haber estado en casa para despedirme.

Pero aquello no era lo único que había cambiado mientras estaba ausente. Yo tenía la esperanza de que mi hermano sirviera en una misión mientras yo servía en la mía, pero él había cambiado de opinión. Aquello fue difícil para mis padres, y para mí también.

Además, las cosas con mis amigos ya no eran como antes de la misión. Siempre había invitado a la Iglesia a mis amigos que no eran miembros, pero cuando llegué a casa y empecé a invitarlos de nuevo, estos actuaban de una forma totalmente diferente; no querían relacionarse de modo alguno con la Iglesia. No estaba segura de lo que había cambiado, pero aun así oraba por ellos y compartía mensajes espirituales con ellos. No obstante, me sentía verdaderamente sola y como si no tuviera ningún amigo.

Muchas cosas habían cambiado durante mi ausencia, y fue difícil adaptarme a tales cambios tras regresar a casa.

La importancia del servicio

Durante la misión, siempre que me sentía desanimada o pensaba que no podía seguir adelante, oraba para pedir ayuda. De modo que sabía que podía volver a confiar en el Padre Celestial para que me ayudara a adaptarme a esta nueva transición de la vida.

Recibí la impresión de que debía prestar servicio. El servicio siempre me había ayudado a sentir que tenía un propósito. Fui a ver al obispo y le hablé sobre mi deseo de servir; y me extendió el llamamiento de secretaria de las Mujeres Jóvenes.

Unos meses después, le dije al Padre Celestial que quería progresar y aprender más en mi vida, y le pedí Su ayuda. Al día siguiente, me llamaron como segunda consejera de la presidencia de la Primaria de estaca.

Poder servir a las jóvenes y a los niños de la Primaria me ayudó mucho a adaptarme a la vida después de la misión. Pude centrarme en ayudarlos a tornarse al Salvador en vez de centrarme en mis dificultades. Con el tiempo, la adaptación llegó a ser más fácil a medida que me esforzaba por servir.

Esto es lo que defiendo

Otra cosa que me ayudó a adaptarme a la vida después de la misión fue compartir mi testimonio cada vez que tenía la oportunidad. A veces, incluso, tuve la oportunidad de compartir mis creencias durante presentaciones en las clases de la universidad.

Después que mi profesor de filosofía me asignara llevar a cabo una presentación sobre la justicia y la libertad, vimos un video de la Iglesia que se llama “Calma mi alma”. El video es sobre una mujer que es arrestada por consumo de drogas. Mientras está en la cárcel, extraña a sus hijos. Después de pasar por rehabilitación, regresa a casa convertida en una nueva persona.

Terminé mi presentación con mi testimonio. Dije que todos tenemos el albedrío que Dios nos ha dado, pero que Él nos ha dado mandamientos para ayudarnos a comprender cómo no hacernos daño ni a nosotros mismos ni a los demás. También testifiqué que Él vive.

Ni mi profesor ni mis compañeros protestaron en contra de algo de lo que dije, y mi testimonio los dejó pensando. He aprendido que nunca se sabe cuándo alguien puede necesitar de tu conocimiento a fin de creer que Dios y Jesucristo en verdad existen.

En general, simplemente continuar acercándome a Cristo y ayudar a los demás a acercarse a Él me ayudó a adaptarme a la vida después de la misión. Ya no soy misionera de tiempo completo, pero todavía puedo orar, servir y testificar de la veracidad del evangelio de Jesucristo. Todavía puedo ayudar a otras personas a hacer lo que yo hice en la misión, pero de una manera distinta.

Adaptarse a la vida después de la misión puede ser difícil pero, aun así, podemos encontrar gozo y propósito a medida que recordamos lo que aprendimos como misioneros y continuamos siendo discípulos de Jesucristo. El Padre Celestial nos ayudará a tener éxito si nos esforzamos por seguirlo a Él.