Cómo comprender e incluir a nuestros hermanos y hermanas LGBT
El autor vive en Utah, EE. UU.
Todos podemos contribuir a unir nuestros barrios y comunidades.
En los primeros meses después de haber sido llamado como obispo, me sorprendió que tres parejas de padres de mi barrio se acercaran a mí en privado para hacerme saber que tenían un hijo o una hija que se identificaba como homosexual o transgénero. En cada caso, los padres expresaron su amor sincero por ese hijo, junto con varios niveles de preocupación en cuanto a que su hijo no encajaría en la comunidad del barrio.
Con el tiempo, otras familias también compartieron información similar conmigo, y me di cuenta de que, aunque no estaba muy familiarizado con esas experiencias, como obispo tenía el privilegio de ayudar a todos los miembros de mi barrio a edificar una comunidad más unida, sin importar por lo que estuviesen pasando.
Rápidamente, me di cuenta de que, para ser un obispo más eficaz, debía estar dispuesto a intentar comprender las experiencias de los miembros que se identifican como LGBT y sus familias. Así que, por medio de conversaciones sinceras y francas, prueba y error, mucho estudio y confiar en el Señor para entender, aprendí mucho sobre la manera en que podría brindar un apoyo más grande a los miembros que están en esas circunstancias, a medida que se esfuerzan por venir a Cristo.
Se me abrieron los ojos ante la necesidad de unidad y comprensión, y aprendí algunas lecciones que me ayudaron como obispo a establecer un tono de más inclusión con respecto a todos nuestros hermanos y hermanas LGBT. Espero que, a medida que los líderes y otras personas lean lo que aprendí, encuentren algunas ideas útiles para su propia situación.
Lección 1: Seguir a los apóstoles vivientes
Rápidamente descubrí el valor de familiarizarme con las enseñanzas apostólicas más recientes sobre el tema.
Una hermosa verdad de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es que somos guiados por apóstoles y profetas vivientes (véase Doctrina y Convenios 1:30). Para mí, la palabra viviente implica que tenemos guía en nuestra época para saber de qué forma el Evangelio se aplica a las necesidades de nuestra época. Por lo tanto, si confiamos solamente en el lenguaje del pasado, podríamos perdernos la guía hermosa e importante que el Señor nos está proporcionando mediante nuestros profetas actuales.
Un recurso que me ayudó a repasar las enseñanzas apostólicas recientes fue la sección Ayuda para la vida del sitio web de la Iglesia, en particular las páginas tituladas “Atracción hacia las personas del mismo sexo” y Transgénero”. Algunas declaraciones que me llamaron la atención de manera específica son las siguientes:
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El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “La diversidad que ahora hay en la Iglesia puede ser solo el comienzo, Francamente. Veremos más y más diversidad […]. [E]l hecho de que las personas pueden aportar diferentes dones y perspectivas y la amplia gama de experiencias, orígenes y desafíos que enfrentan nos mostrarán lo que en verdad es esencial en el evangelio de Cristo. Y tal vez, mucho de ello que se haya adquirido a través del tiempo y sea más cultural que doctrinal, puede desaparecer, y podremos aprender realmente a ser discípulos”1.
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El élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, extendió la invitación de estar a la vanguardia “en lo que respecta a expresar amor, compasión y tender una mano. No permitamos que las familias excluyan o sean irrespetuosas con aquellos que escogen un estilo de vida diferente como resultado de sus sentimientos sobre su propio sexo”2.
Para alentar a mi barrio a estudiar las últimas enseñanzas apostólicas sobre este tema, dedicamos una de nuestras lecciones combinadas del quinto domingo a analizar la manera en que podríamos seguir mejor las pautas. Esa lección resultó ser una experiencia profundamente útil, conmovedora y edificante.
Lección 2: Escoger la fe en lugar del temor
Lo desconocido puede ser aterrador. Como nuevo obispo, era intimidante tender una mano a un miembro de mi barrio que se identificaba como homosexual y que necesitaba ayuda espiritual. Fue difícil dirigir análisis sobre ese tema y aconsejar a los padres de los jóvenes que luchaban con su identidad.
Acudía a mi mente una oleada de pensamientos llenos de ansiedad:
“¿Y si digo algo incorrecto?”.
“¿Qué pasa si sueno demasiado conservador o demasiado extremista?”.
“¿Sé lo suficiente como para resultar de utilidad?”.
Un día, mientras reflexionaba en mis temores, pensé en estudiar pasajes de las Escrituras que mencionaban el temor. Sentí paz cuando leí: “… el amor perfecto desecha todo temor” (Moroni 8:16), y “[e]n el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18).
Esas verdades me sirvieron para recordar que, si actuaba motivado por el amor sincero, podría confiar en recibir la guía y la ayuda del Señor.
Puedo testificar que, cuando estuve dispuesto y fui lo suficientemente humilde para seguir las impresiones del Espíritu Santo, aunque me sentía insuficiente en situaciones desconocidas, experimenté la promesa de que Dios “har[á] que las cosas débiles sean fuertes” (Éter 12:27).
Lección 3: Utilizar prácticas sencillas, para los líderes
Al buscar consejos de recursos confiables en cuanto a este tema, descubrí algunas sugerencias prácticas que han tenido una influencia positiva en mi capacidad como obispo para edificar una comunidad de inclusión. Al confiar en el Espíritu, tal vez quiera adaptar algunas de las sugerencias siguientes para satisfacer las necesidades de las circunstancias de su barrio:
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Consulte a las personas que estén familiarizadas con temas LGBT para que le ayuden a aprender y entender su perspectiva. Eso podría incluir al presidente de estaca, al consejo de barrio, otros obispos de su área, amigos de confianza, así como a miembros del barrio que se identifiquen como LGBT y sus familias. La página web de la Iglesia “Atracción hacia personas del mismo sexo” (ChurchofJesusChrist.org/topics/gay) también puede proporcionar guía. Hay mucha ayuda a nuestro alrededor, y ninguno de nosotros está solo para cumplir con nuestros llamamientos.
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Comparta con humildad su testimonio y, del mismo modo, no tenga miedo de preguntar sobre cosas que no comprenda del todo. Brindamos apoyo incluso al estar dispuestos a escuchar y aprender.
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No tenga miedo de disculparse si ha dicho o hecho algo que sea ofensivo, aunque no fuese intencional. La sinceridad mutua desarrolla la confianza.
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Si un amigo o miembro del barrio hace comentarios poco útiles o hirientes sobre las personas LGBT, considere la mejor manera de responder. La mayoría de las veces esos comentarios provienen de la inexperiencia y no pretenden ser irrespetuosos. Brindar orientación privada puede resultar útil.
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Tenga cuidado de que su lenguaje hacia todos los hijos de Dios esté en armonía con sus convenios y llamamientos, sin importar con quién hable.
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Cuando los miembros del barrio comparten sus experiencias, es sumamente personal, así que no comparta su información privada sin su permiso.
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Recuerde que lo que alguien siente y la forma en que decide responder a esos sentimientos no es lo mismo. Un ensayo de Temas del Evangelio explica: “La Iglesia hace una distinción entre la atracción hacia las personas del mismo sexo y el comportamiento homosexual. Las personas que sienten atracción hacia las personas del mismo sexo o que admiten ser homosexuales, lesbianas o bisexuales pueden hacer y guardar convenios con Dios y participar plena y dignamente en la Iglesia. El darse a conocer como homosexual, lesbiana o bisexual o sentir atracción hacia personas del mismo sexo no es un pecado y no prohíbe a nadie participar en la Iglesia, tener llamamientos ni asistir al templo”3.
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Tenga cuidado de no limitar las oportunidades de los miembros a contribuir si se identifican como homosexuales o transgénero. Todos los miembros del barrio tienen experiencias y puntos de vista únicos que pueden ser de beneficio para su barrio. Como también enseñó el élder Christofferson: “Alguien que siga […] las normas, [las] enseñanzas del evangelio de Cristo, a pesar de sentir atracción hacia personas del mismo sexo, en verdad, no existe ninguna razón por la que no puedan participar activamente; no hay razón para que no sean miembros con todos los derechos y tengan llamamientos y discursos, entren al templo y sirvan allí, y todas las otras oportunidades y bendiciones por ser miembros de la Iglesia estarán al alcance de ellos”4.
Seguir aprendiendo y amando
Desde que fui llamado como obispo, he llegado a creer firmemente que cada uno de nuestros hermanos y hermanas tiene una contribución hermosa y única que hacer al evangelio de Jesucristo, a nuestras comunidades y a nuestra vida personal. Sin importar nuestra función en el barrio, es una sagrada responsabilidad y privilegio construir una comunidad más unida al intentar amar, comprender y apoyar mejor a cada uno de nuestros hermanos y hermanas espirituales.
Como testificó la presidenta Jean B. Bingham, Presidenta General de la Sociedad de Socorro: “… si tu mente y corazón están abiertos […], descubres muchas cosas maravillosas en las personas que quizás no esperabas. Y cuando has vivido algo, cuando lo has visto, cuando has abierto el corazón a otras personas, te das cuenta de que todos tenemos un lugar”5.