Solo para la versión digital: Jóvenes adultos
La historia familiar me ayudó a encontrar un mayor sentido de pertenencia
Pude encontrar conexiones más profundas a través de los milagros en mi obra de historia familiar.
Recuerdo a mi madre relatando la situación de su familia en México. Solía contarnos que un pariente les arrebató la tierra que habían heredado de su padre y que su papá nunca conoció a su abuelo; y la historia siempre terminaba con el triste relato de una pandilla que llegó y quemó la casa de su familia y todo lo que había dentro hasta los cimientos, incluidos los registros de su historia familiar.
Yo pensaba que toda nuestra información genealógica por parte de mi madre había desaparecido para siempre.
Cada vez que abría FamilySearch, solo podía avanzar un par de generaciones por el lado de ella. No obstante, gracias al trabajo diligente en la obra de historia familiar, pudimos rastrear la línea de mi padre hasta el año 300 a. C. ¡La diferencia era asombrosa! Yo pensaba que no podía hacer ninguna labor, así que no toqué nuestro árbol genealógico durante más de diez años. Mis antepasados eran como un recuerdo olvidado que no necesitaba revivirse.
Sin embargo, he aprendido que conocer a nuestros antepasados es una gran bendición.
Encontrar sentido de pertenencia y sanación
Me encanta lo que dijo el élder Gerrit W. Gong, del Cuórum de los Doce Apóstoles, sobre la obra de historia familiar:
“Cuando morimos, no dejamos de existir […].
“Nuestros antepasados, que aún están muy vivos, merecen ser recordados. Recordamos nuestro legado mediante historias orales, registros de clanes y relatos de familia, monumentos o lugares conmemorativos y celebraciones con fotos, comida u objetos que nos recuerdan a nuestros seres queridos”1.
Este recordatorio fue la razón principal por la que decidí intentar encontrar más información sobre mis antepasados. No se pierde nada con intentarlo, ¿verdad? Incluso me di cuenta de que sentía un ardor en el pecho que me impulsaba a examinar una línea familiar concreta. (Ahora me doy cuenta de que era el Espíritu, obviamente).
Cada vez que seguía esas impresiones, encontraba a un antepasado cuyas ordenanzas debían completarse en el templo, y a medida que seguía encontrándolos, sentía que mi vínculo con mis antepasados empezaba a crecer. De repente, me di cuenta de lo reales que son ellos y de lo real que es nuestra conexión. Mientras hacía mi historia familiar, sentía como si mis antepasados estuvieran a mi lado, ayudándome a progresar.
Solo contaba con las historias orales y escritas de la familia de mi madre para continuar, pero dado que “por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas” (Alma 37:6), esa pequeña información era lo que yo necesitaba para que llegara un milagro a mi familia.
Mientras ampliaba poco a poco el árbol genealógico de mi madre, recibí un mensaje en FamilySearch de alguien que no conocía. Esta persona había reservado un nombre de un familiar que yo había enviado al templo y me pedía ayuda para encontrar más información sobre su familia.
Los nombres del templo solo pueden ser reservados por descendientes de ese nombre, lo que significa que la persona que me envió el mensaje era mi pariente. ¡Me quedé estupefacta! En mi familia siempre habíamos creído que éramos los únicos miembros de la Iglesia por parte de mi madre y que ella no tenía familia en EE. UU., pero estábamos equivocados.
Esta persona resultó ser un primo lejano: sus familiares emigraron a Estados Unidos casi cuarenta años antes que mi madre y son miembros activos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Por lo que solo puede calificarse de milagro, se comunicó conmigo justo cuando estaba de visita en el estado en el que vivo y tuvimos la oportunidad de conocernos.
Lloramos cuando por fin nos vimos. Al compartir nuestras historias, nos dimos cuenta de que teníamos mucho más en común de lo que habíamos pensado. Hay algo en cuanto a encontrar a familiares perdidos que hace que mi corazón se llene de amor, un amor que tiene el poder de sanar la soledad y el desánimo, y de recordarme mi identidad divina y mis conexiones eternas.
La importancia de las historias de nuestros antepasados
He sentido mucho gozo por medio de esta obra. Como dijo el élder D. Todd Christofferson: “Cualquier sacrificio que hagamos por la causa del Señor ayuda a confirmar nuestro lugar con Él, quien dio Su vida en rescate por muchos”2.
Las bendiciones de las que disponemos cuando trabajamos en la historia familiar son “verdaderamente increíbles por su alcance, especificidad y consecuencias en la vida mortal”3, como señaló el élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles. El Señor bendijo a mi familia con parientes que podían ayudarnos a sentirnos un poco más cerca de casa y aliviar parte de la soledad que sentíamos.
Creo que todos pueden experimentar este tipo de milagro si le dan una oportunidad a la historia familiar.