“Ustedes pertenecen”, Liahona, marzo de 2024.
Jóvenes adultos
Ustedes pertenecen
Podemos hallar nuestro sentido de pertenencia al desarrollar una relación significativa con el Padre Celestial y Jesucristo.
Cada uno de nosotros nació con la necesidad innata de pertenecer. Naturalmente anhelamos esa pertenencia en nuestra relación con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, el barrio y otras personas en nuestra vida. Parece que nuestro corazón tiene el anhelo celestial de una necesidad profunda y perdurable de pertenecer.
Ustedes y yo éramos, y todavía somos, parte de una familia eterna con nuestro Padre Celestial, mucho antes de venir a la tierra. Las Escrituras nos describen como “extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (Hebreos 11:13; Doctrina y Convenios 45:13). Al salir de nuestro hogar celestial y venir a un mundo lleno de confusión, soledad y angustia, podemos sentirnos como errantes que anhelan su hogar y sus relaciones eternas.
Si alguna vez han sentido que extrañan un poco el cielo, tal vez sea porque nuestro verdadero hogar y nuestra verdadera identidad están ligados a nuestro Padre Celestial y al Salvador Jesucristo. Por eso es tan importante tener una conexión profunda con Ellos. Cuando estemos conectados con Ellos mediante nuestra relación por convenio, hallaremos el verdadero sentido de pertenencia que anhelan nuestros espíritus.
Nuestra relación por convenio con Dios
Nuestras acciones y pensamientos reflejan las relaciones que valoramos. Lo mismo sucede con nuestra relación por convenio con nuestro Padre Celestial y nuestro Salvador.
Cuando valoramos nuestra relación por convenio con Dios, todo cambia. En lugar de ser influenciados por el mundo, recibimos la influencia de Él y llegamos a ser más como Él. Nuestra vida comienza a adquirir más significado y estabilidad y poder espirituales. De pronto, la “pertenencia” sobrepasa los límites terrenales de lo que creemos que significa “pertenencia”.
Cuando esa relación por convenio con Dios está en primer lugar, las vanas distracciones del mundo pierden su influencia y hallamos verdadera paz personal y pertenencia. En un mundo que no suele dar cosas de forma gratuita, nuestro Padre Celestial extiende amorosamente Sus bendiciones del convenio sin importar nuestra condición en este mundo (véase 2 Nefi 9:50–51).
El presidente Russell M. Nelson hermosamente enseñó que “cuando hacemos un convenio con Dios, abandonamos el terreno neutral para siempre. Dios no abandonará Su relación con aquellos que han forjado tal vínculo con Él. De hecho, todos los que han hecho convenio con Dios tienen acceso a un tipo especial de amor y misericordia”1.
Nosotros determinamos si tenemos una relación estrecha con Dios; Él siempre es constante con nosotros, pero debemos escoger ser nosotros constantes con Él. ¡Y esa decisión divina es tanto para brindar poder como para liberar! Esa decisión nos libera de las falsas percepciones acerca de quiénes somos y de las limitantes cadenas de las expectativas mundanas.
Y cuando encontramos esa pertenencia con nuestro Padre Celestial, entonces podemos mirar hacia afuera y ver a los demás como Él lo hace. Cuando entiendo lo que Él siente por mí, entiendo mejor lo que Él siente por ustedes y mi capacidad y deseo de tender una mano y recoger a los demás se hacen más fuertes.
Los convenios brindan acceso a las bendiciones
El Padre Celestial y Jesucristo desean que hagamos convenios con Ellos para que nos puedan bendecir de la forma que necesitamos y nos cambien en maneras que nos permitan regresar a Su presencia.
Los invito a ir tan a menudo como puedan a la Casa del Señor. Al comprometerme a ir a menudo e intencionalmente, recibo alivio del mundo, y mis pensamientos y mi naturaleza son elevados.
Al guardar nuestros convenios, recibimos el poder del sacerdocio que brinda acceso a las bendiciones de la Expiación del Salvador en nuestra vida. Esas bendiciones incluyen sanación, guía, protección, ayuda, fortaleza, paz, perspectiva y gozo. El Padre Celestial desea bendecirnos con todas esas cosas mediante nuestra relación por convenio.
Si aún no han recibido las bendiciones del templo, los invito a estudiar dichas bendiciones, así como el poder del sacerdocio, los convenios y lo que Dios desea para ustedes. No esperen para recibir Su alivio, poder y amorosa ayuda.
El presidente Nelson ha dicho:
“Los instaría a que no esperen a casarse para recibir la investidura en la Casa del Señor. Empiecen ahora a aprender y a experimentar lo que significa estar armado con el poder del sacerdocio.
“Y a cada uno de ustedes que han hecho convenios en el templo, les ruego que —de manera devota y constante— procuren comprender los convenios y las ordenanzas del templo. Se abrirán puertas espirituales; aprenderán a separar el velo entre el cielo y la tierra, a pedir a los ángeles de Dios que estén con ustedes y la mejor forma de recibir guía de los cielos. Sus esfuerzos diligentes por hacerlo reforzarán y fortalecerán su cimiento espiritual”2.
La pertenencia por medio del arrepentimiento
El arrepentimiento constante es otra manera hermosa y poderosa de permanecer cerca del Padre Celestial y de Jesucristo. A menudo creemos erróneamente que si tenemos que arrepentirnos mucho, entonces debemos estar lejos de Ellos. ¡Pero es todo lo contrario!
El arrepentimiento no los aleja más de Ellos, ¡los acerca más a Ellos!
Pueden hallar una mayor pertenencia y una relación más profunda con Ellos mediante sus esfuerzos por acudir a Ellos en busca de ayuda y para recibir el perdón.
Puede que cada uno de nosotros se sienta más lejos de la perfección de lo que le gustaría, pero no creo que al Padre Celestial le preocupe tanto eso como nuestro deseo y nuestros esfuerzos por intentarlo de nuevo. Él nos ama, sabe hacia dónde nos dirigimos y nos guiará con amor.
Reconocer nuestras debilidades y errores requiere vulnerabilidad, pero al arrepentirnos invitamos al Padre Celestial a estar cerca de esa parte vulnerable nuestra. Esa proximidad le permite extender Su gran amor a nosotros y proporcionar la sanación, el perdón y la seguridad que necesitamos. Es en este vínculo con Dios que desarrollamos confianza y hallamos valor y verdadera pertenencia.
Buscar una perspectiva más elevada
Nuestra perspectiva puede contribuir a nuestro sentido de pertenencia a la Iglesia del Señor. Podemos elegir la perspectiva de que nuestras propias acciones pueden ayudar a nuestro barrio, a nuestra Sociedad de Socorro o a nuestro cuórum de élderes a ser un lugar lleno de amor al cual pertenecer. El esforzarnos por ayudar a los demás a pertenecer en realidad aumenta nuestro propio sentido de pertenencia.
Debido a que ustedes son hijos de Dios, pertenecen, independientemente de cómo los perciban los demás o de cómo se perciban a sí mismos. El plan de felicidad del Padre es para ustedes y ustedes tienen una función importante que desempeñar en él. Cada uno de ustedes tiene la capacidad de contribuir de manera singular y de pertenecer al Reino de Dios, sin importar su estado civil, formación académica u origen.
Un pensamiento que me ha venido a la mente con frecuencia es que los términos “jóvenes adultos solteros”, “jóvenes adultos” y “adultos solteros” no representan lo que ustedes son en realidad. Esos son términos demográficos que ayudan a describir la edad y el estado civil, pero no describen de manera adecuada la verdadera identidad eterna, el propósito y las capacidades.
Las etiquetas o comparaciones pueden limitar la forma en que nos vemos a nosotros mismos y nuestro valor y potencial en el reino de Dios. Lo cierto es que ustedes son miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Han hecho convenios con Dios. Tienen acceso a Su poder del sacerdocio. Son miembros de la Sociedad de Socorro o del cuórum de élderes. Son, como enseñó el presidente Nelson, hijos de Dios, hijos del convenio y discípulos de Jesucristo. Eso es lo que realmente son ante todo y eso es lo que los “llevar[á] a la vida eterna en el Reino Celestial de Dios”3.
El Evangelio se restauró por medio de un profeta joven adulto, José Smith. Ese es un pensamiento poderoso que hay que considerar. El Padre Celestial y Jesucristo confiaron al Profeta y a sus compañeros de esa edad la restauración de la Iglesia. Dios también confía en ustedes para que sean parte de esta gran obra en estos últimos días.
Si desean saber quiénes son y si son amados y valorados, pregúntenle a su Padre Celestial. Él siempre les dirá la verdad acerca de ustedes. Él los ayudará a verse a sí mismos como Él los ve, con capacidad y amor enormes. ¡Él puede guiarlos a grandes oportunidades y a un progreso que apenas pueden imaginar!
Ruego que todos tengamos ojos para vernos unos a otros y a nosotros mismos, no a través del lente de la edad o del estado civil, sino a través de los lentes unificadores de aquellos que guardan los convenios, de los discípulos de Jesucristo, de los amigos, de los hermanos y hermanas, y de los hijos e hijas de Dios. Y en esas funciones y relaciones eternas, hallaremos el más alto y verdadero sentido de pertenencia.