Publicación semanal para jóvenes adultos
¿Cómo podemos permitir que los desafíos refinen, y no arruinen, nuestra fe?
Mayo de 2024


¿Cómo podemos permitir que los desafíos refinen, y no arruinen, nuestra fe?

Podemos tomar la decisión de acercarnos más a Cristo a través de nuestras dificultades.

Imagen
Ilustración de una figura dentro de la cabeza de una mujer

Hace poco, mi barrio sufrió el fallecimiento de un joven adulto soltero maravilloso. De camino a visitar a su madre con mi presidencia de la Sociedad de Socorro, meditaba en lo que podría decirle a ella. Oré para que el Señor me inspirara a compartir un mensaje edificante que la ayudara a sentir Su consuelo.

Cuando llegamos, vi lo destrozada que ella estaba. Ella siempre había sido muy alegre y fiel, pero ahora parecía que su testimonio se estaba debilitando.

En lugar de compartir un mensaje, sentí que debía darle un abrazo largo y cálido. Sentí gran empatía por ella y quería que sintiera que el Padre Celestial la amaba y era consciente de su dolor.

Esa experiencia me recordó los momentos de la vida en los que nuestros desafíos pueden hacernos dudar si el Padre Celestial realmente está allí para nosotros. Cuando Su voluntad difiere del resultado que deseamos, podría hacer que nuestra fe y confianza en Él se debiliten, especialmente durante los momentos de pesar o dolor.

Se requiere mucha fe y valor para aceptar la voluntad del Padre Celestial sobre la nuestra, especialmente cuando el resultado nos hiere el corazón. Sin embargo, mientras caminaba a casa luego de visitar a esa afligida madre, recordé estas palabras del presidente Russell M. Nelson:

“[Háganse] cargo de su propio testimonio. Trabajen para conseguirlo; háganse responsables de él. Cuídenlo, nútranlo de manera que crezca […].

“Observen cómo se producen milagros en sus vidas”1.

Finalmente, me di cuenta de que fortalecer mi testimonio es lo que me permitirá tener esperanza en el amor de Dios cuando enfrente desafíos. Sé que Él tiene en mente lo mejor para mí y que me ayudará cuando los tiempos se pongan difíciles.

Sin embargo, ¿cómo podemos hacer esto mientras sentimos tanto dolor?

Refinar mi fe

Al reflexionar en las experiencias de mi vida y en cómo mi testimonio ha crecido a través de mis desafíos, me di cuenta de que hay algunas cosas específicas que he puesto en práctica al afrontar dificultades:

  1. Ver los desafíos con una perspectiva eterna: Esto puede ser difícil de hacer durante emociones y desafíos dolorosos. Sin embargo, a lo largo de mis dificultades, el esforzarme por ver las cosas como Dios las ve me ha ayudado a profundizar mi fe en Jesucristo y en Su poder habilitador.

  2. Buscarlo a Él en todo momento: Parece que en los momentos más difíciles de la vida hago las oraciones más sinceras, estudio más las verdades del Evangelio y me esfuerzo más por buscar y poner en práctica los consejos de los profetas antiguos y modernos. Sin embargo, el hacer estas cosas también en los buenos momentos me ha ayudado a buscar al Salvador en lugar de apartarme de Él cuando las cosas se vuelven difíciles. Todos podemos tomar esa decisión de buscarlo tanto en tiempos de lucha como de paz, el hacerlo siempre puede recordarnos el amor perfecto del Padre Celestial.

  3. Recordar los milagros con gratitud: Sobre todo, recordar los muchos milagros pequeños y poderosos con los que el Señor me ha bendecido siempre me alienta a confiar en Él y a mantener firme mi fe durante los momentos difíciles. De hecho, es debido a los milagros de sanación que Él me ha dado que quiero luchar para mantener mi fe en Jesucristo siempre fuerte. Él ha hecho tanto por mí y ha efectuado muchos milagros en mi vida, y quiero demostrar gratitud por todo lo que Él ha hecho por mí.

Hacernos cargo de nuestro testimonio

No tengo el valor, la fe o la confianza perfectos en el Señor, pero me esfuerzo por lograrlo. Sé que, por medio de los tiempos difíciles, el Padre Celestial me ha bendecido con fortaleza para mantenerme fiel, aun cuando esté sufriendo aflicciones o cuando las bendiciones por las que oro no lleguen cuando quiero.

He decidido permitir que los desafíos y tristezas de mi vida fortalezcan mi testimonio de Jesucristo en lugar de que lo destruyan. El fuego purificador es difícil de afrontar, pero en verdad nos ayuda a entender y llegar a ser más semejantes al Salvador, si así lo permitimos.

La madre a la que visité no había perdido su testimonio, pero tenía dificultades para ver la bondad de Dios en medio de su dolor. Me di cuenta que demostrarle, mediante ese abrazo, que tanto el Padre Celestial como yo la amábamos, era suficiente para ella en ese momento.

Como nos recuerda el élder Alan T. Phillips, de los Setenta: “Ustedes son hijos [del Padre Celestial]. Si se sienten perdidos, si tienen preguntas o falta de sabiduría, si sufren por sus circunstancias o lidian con la disonancia espiritual, acudan a Él. Oren a Él para que les dé consuelo, amor, respuestas y dirección. Lo que sea que necesiten, y estén donde estén, derramen su corazón a su Padre Celestial”2.

Siempre es una lucha liberarnos de nuestra tendencia natural a enojarnos o frustrarnos con el Padre Celestial cuando las cosas no salen como queremos, pero te prometo que, si continúas viendo las cosas con una perspectiva eterna, buscando al Padre Celestial y a Jesucristo y recordando los milagros que Ellos te han brindado, tu fe no flaqueará. Verás aún más milagros, como prometió el presidente Nelson.

Tengo un testimonio personal de que hacernos cargo de nuestro testimonio nos ayudará a sostenernos en nuestros momentos más difíciles.

Imprimir