¿Alguna vez te has detenido a pensar en lo que significa el nombre “Sociedad de Socorro”? Es un grupo que proporciona socorro a los que sufren.
La organización mundial que existe en la actualidad comenzó con un puñado de mujeres que querían ayudar a los trabajadores que construían un templo. Este es el trasfondo de la historia:
- En los primeros días de la Iglesia restaurada, un grupo de mujeres tuvo el deseo de coser ropa para los hombres que estaban construyendo el Templo de Nauvoo.
- Hablaron con José Smith en cuanto a su idea de constituir una “Sociedad de Damas”, pero el Profeta sintió la inspiración de que aquello debía ser más que un club de servicio: debía organizarse oficialmente como parte de la Iglesia.
- De modo que ¡la Sociedad de Socorro se instituyó el 17 de marzo de 1842! El Profeta dijo: “La Iglesia nunca estuvo perfectamente organizada hasta que se organizó a las mujeres de esa manera”1.
- Emma Smith fue la primera presidenta de la Sociedad de Socorro. La presidenta Jean B. Bingham es la Presidenta General de la Sociedad de Socorro en la actualidad.
Y hay algo interesante en qué pensar. Aunque no sabemos cómo se llamaba la “Sociedad de Socorro” cuando Jesucristo estaba en la tierra, tiene sentido que siempre haya existido una organización similar. Como dijo Eliza R. Snow: “Aunque su nombre date de una fecha moderna, la institución tiene su origen en la antigüedad. Nuestro [P]rofeta, que fue martirizado, nos ha dicho que antiguamente existía la misma organización en la Iglesia”2.
Una reflexión interesante, ¿verdad? ¡La próxima semana celebraremos el 180º aniversario de esta organización inspirada! ¿Cómo puedes celebrarlo?
Igual y diferente
Notas
1. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 480.
2. Eliza R. Snow sirvió como secretaria en la primera presidencia de la Sociedad de Socorro y más tarde como Presidenta General. Esta cita se encuentra en “La Sociedad de Socorro: Una restauración de un modelo antiguo”, Hijas en Mi reino: La historia y la obra de la Sociedad de Socorro, 2017, pág. 7.