Canciones y burbujas de jabón
A Alice le causó risa pensar en el presidente Kimball cantando con una vaca.
Alice sirvió una cucharada de fideos en el plato de su hermano. Quería mucho a sus hermanitos y hermanitas, ¡a los cinco! Se sentía bien cuando los ayudaba, pero a veces era difícil ser la mayor. Desde que había llegado a casa el nuevo bebé, tenía que ayudar mucho más. ¡Pasaban tantas cosas en su casa!
“¿Sobre qué aprendieron hoy en la Iglesia?”, preguntó el papá.
“¡Sobre Jesús!”, dijo Sarah, la hermanita de Alice, y untó puré de manzana en todo su plato.
Alice sonrió. Sarah era muy linda, pero también muy traviesa.
“Aprendí sobre el presidente Kimball…”, empezó a decir Alice, pero luego la mamá llamó desde la habitación. Necesitaba ayuda con el bebé.
“Lo siento”, dijo el papá. “Enseguida regreso”.
Mientras el papá ayudaba a la mamá, Alice ayudó a todos los demás. Eric tumbó su vaso de leche y Alice lo limpió. Sarah empezó a llorar y Alice le dio un abrazo. Clara quería más fideos y Alice se los sirvió.
Incluso cuando el papá regresó, la cocina todavía seguía sucia y había demasiado ruido. Alice deseó que fuera más fácil sentir paz.
Finalmente, el almuerzo terminó y Alice ayudó a sus hermanos a llevar los platos al fregadero. Alice tenía suficiente edad como para no romper las cosas, así que estaba encargada de lavar los platos. Llenó el fregadero con agua y jabón.
Quisiera no tener quehaceres, pensó Alice. Entonces recordó lo que había aprendido en la Primaria sobre el presidente Spencer W. Kimball. Cuando él era pequeño, tenía quehaceres también, ¡y solía cantar himnos cuando ordeñaba la vaca!
Alice se imaginó al presidente Kimball cantando a dúo con una vaca, y eso le causó risa.
Entonces tuvo una idea; ¡ella podía ser como el profeta! Tomó el himnario y lo abrió en el primer himno.
Necesitaba mantenerlo abierto de alguna manera, así que lo puso en la repisa de la ventana. Detuvo un lado del libro con una maceta y el otro con una taza pesada. Ahora podría verlo mientras trabajaba.
Mientras Alice lavaba platos, tazas y cucharas, cantó el himno. Le agradaba sentir las tibias burbujas de jabón en sus manos, y la canción le alegró el corazón.
Al día siguiente, Alice volvió a cantar y también el día después. Trataba de recordar la letra de cada himno y luego continuaba con el siguiente. ¡Alice también aprendió himnos nuevos! Había tomado clases de piano durante algunos años y, cuando no sabía un himno, aprendía las notas en el piano.
Al poco tiempo a Alice ya no le molestaba tanto lavar los platos, ¡y a veces hasta le gustaba! Era lindo cantar sobre Jesús y pensar en Él. Aprender un himno nuevo era como tener un nuevo amigo. Sin importar cuán ruidosa fuera la vida a su alrededor, los himnos la ayudaban a sentir paz.