Los diarios de papá
Esta historia tuvo lugar en Tahití.
Allan se sentó en un banco afuera de su casa; el sol se estaba poniendo y las palmeras se levantaban frente al cielo rosa y anaranjado.
Dio vuelta a la página del libro que leía. No tenía fotos, pero a Allan no le importaba. ¡Le encantaba leer ese libro!
Sus ojos recorrieron la clara letra de su papá. ¡Se acordaba de esa parte, porque siempre lo hacía reír!
En ese momento, el papá salió. “¿Qué es tan gracioso?”.
“Estoy leyendo uno de tus libros”, sonrió Allan. “Me gusta la parte del coco”.
“Oh, te refieres a mis diarios”, dijo el papá, sentándose junto a Allan. “En ellos se cuenta la historia de mi vida, pero no son solo acerca de mí. Tú también estás en ellos, así como tu mamá, tus hermanos y tu hermana”.
“¡Como Nefi!”, dijo Allan. “Él escribió relatos sobre su vida y también sobre su familia”.
“¡Así es!”, dijo el papá.
“Lo que más me gusta son las partes sobre ti”, dijo Allan, “como cuando eras misionero aquí en Tahití”.
“Lo que más me gusta son las historias sobre ti”, dijo el papá. “¿Sabías que te pusimos el segundo nombre del élder Bednar?”.
“¡Nunca me lo dijiste! Estoy deseando leer esa parte”.
El papá sonrió. “Hay muchos relatos en mis diarios; escribo en ellos desde que tengo ocho años”.
“¿Desde que tenías ocho años?”, preguntó Allan. “Eso es mucho, mucho tiempo”.
El papá se rio. “No soy tan mayor”.
Allan pensó un rato. “Pronto cumpliré ocho años”, dijo. “¿Podría pedir un diario para mi cumpleaños?”.
“¡Por supuesto!”, dijo el papá.
“Entonces puedo escribir relatos sobre mí para que algún día mis hijos puedan leerlos”.
“¡Eso parece una gran tradición familiar!”, dijo el papá.
Ilustraciones por Alessia Girasole