Pioneros en toda tierra
Tom y la gripe terrible
Tom sabía que Dios los ayudaría.
“Aquí tienes, Tamā (papá)”, dijo Tom con dulzura. El padre de Tom se sentó lentamente sobre su esterilla para dormir y Tom lo ayudó a beber un poco de jugo de coco fresco.
El Tamā y el resto de la familia de Tom habían estado enfermos varios días, así como casi todas las personas de la aldea, porque había llegado una pandemia a la isla: la gripe española.
Tom salió de la casa, él era una de las pocas personas que estaba lo suficientemente bien como para cuidar de los demás y muchas familias necesitaban ayuda.
Me hace falta más jugo de coco, pensó Tom, así que trepó a un cocotero muy alto. Cuando llegó a la copa del cocotero, tomó algunos cocos y los tiró al suelo.
Mientras descendía, Tom pensaba en las personas de su aldea; le daba miedo ver a tanta gente enferma.
Un año antes, Ailama, el hermano pequeño de Tom, enfermó. Eso también los asustó mucho, así que Tom y su familia oraron para que mejorara.
Luego, el Tamā tuvo un sueño especial, en el cual se le mostraba de qué manera ayudar a Ailama a ponerse mejor: tenía que golpear la corteza de un árbol wiliwili para obtener el jugo. Tom ayudó a su Tamā a cuidar de Ailama y le dieron jugo del árbol, ¡y Ailama mejoró!
Tom sabía que Dios los ayudó en aquel momento y sabía también que Dios los ayudaría ahora.
Tom abrió los cocos y el olor dulce del jugo de coco lo hizo sentirse un poco mejor. Caminó hasta la siguiente casa de la aldea para compartir un poco de jugo con los vecinos y luego fue a la casa siguiente, y a la siguiente.
Pasaron varias semanas y, todos los días, Tom se esforzaba mucho por cuidar de todos. Atrapó gallinas para hacer sopa caliente para compartirla y llevaba cubos de agua del manantial para que bebieran las personas.
Algunas personas de la aldea murieron y su Tamā también murió, lo cual fue muy difícil para Tom. Toda la aldea estaba triste, pero durante todo aquello, Tom recordó que Dios lo amaba y que lo ayudaría.
Tom no dejó de ayudar a las personas y, después de un tiempo, ¡las personas comenzaron a mejorar!
Con el tiempo, la pandemia de la gripe terminó y las personas dejaron de enfermar. Tom y Ailama pudieron incluso volver a la escuela. Tom siempre echó de menos al Tamā, pero sabía que algún día volvería a ver a su papá y que el Padre Celestial siempre estaría dispuesto a ayudarlo.