Firmes cimientos

El dilema del vestido

Ilustración por Alyssa González

Cuando estaba en la escuela secundaria, fui elegida para participar en un desfile de modas para un evento escolar anual. Sabía que la coordinadora escogería vestidos que no eran modestos, así que le dije que no participaría si tenía que usar un vestido inmodesto. Me dijo que estaba de acuerdo.

Cuando mis amigas y yo fuimos a ver nuestros vestidos, me sentí confundida. A pesar de lo que la coordinadora me había dicho, ningún vestido cumplía con las normas de vestir y de apariencia que se encuentran en el folleto Para la Fortaleza de la Juventud. Como al parecer no había solución, me probé uno de los vestidos inmodestos. Deseaba verme bonita, pero cuando me lo puse, sentí como si no fuera yo. Me pregunté: “¿Cómo me sentiría en la presencia del Señor con un vestido de este tipo?”.

Pensé en cómo podría librarme de esa situación. Finalmente, encontré el vestido del baile de graduación de mi hermana, que sí cumplía con las normas del Señor. Cuando les dije a mis amigas que usaría mi propio vestido, me di cuenta por sus expresiones que pensaban que me vería mejor con el vestido inmodesto. Afortunadamente, la coordinadora dijo que estaba bien si usaba el vestido modesto.

Me sentí aliviada y segura y no me importó lo que pensaran mis amigas. Encontré la manera de participar con un vestido precioso y modesto. Me sentí agradecida de haber tenido el valor de mantener mis normas elevadas, especialmente cuando no era algo fácil ni popular.

Jessika S., Indonesia