“Dios peleará vuestras batallas… a Su manera”, Para la Fortaleza de la Juventud, septiembre de 2021, págs. 15–17.
Ven, sígueme
Dios peleará vuestras batallas… a Su manera
Los primeros santos aprendieron algunas cosas sobre los caminos de Dios.
Con un populacho enojado de más de 300 personas que amenazaba destruirlos por la mañana, el grupo de santos que formaba el Campo de Sion esperaba y oraba por un milagro.
Bajo el liderazgo de José Smith, el Campo de Sion había marchado durante semanas desde Ohio hasta Misuri. Estos miembros de la Iglesia esperaban ayudar a los santos que habían sido expulsados del condado de Jackson, Misuri, EE. UU., a que recuperaran sus tierras, pero a lo largo de su marcha enfrentaron amenazas y oposición. Y ahora, otro populacho los amenazaba.
El milagro por el que oraban los santos del Campo de Sion no tardaría en llegar; vino en forma de nubes oscuras que se acumulaban en el horizonte. Una violenta tormenta estalló por todos lados y arrojó enormes piedras de granizo. La tormenta detuvo al populacho abruptamente.
“Parecía como si el mandato de venganza hubiera salido directamente del Dios de las batallas para proteger a Sus siervos de la destrucción de sus enemigos”, explica la historia de José Smith. “El granizo cayó sobre ellos, y no sobre nosotros, y no sufrimos daños salvo la voladura de algunas de nuestras tiendas y mojarnos un poco, mientras que a nuestros enemigos se les agujerearon los sombreros y recibieron otros daños, incluso la rotura de las culatas de sus rifles y la huida de sus caballos”1.
El granizo destructor solo fue una parte de la tormenta. La lluvia fue tan torrencial que el río Fishing, que separaba a los dos grupos, creció hasta tener casi 12 metros (40 pies) de profundidad. Por la mañana su profundidad solo había sido hasta los tobillos.
El Señor prometió a los miembros del Campo de Sion: “… yo pelearé vuestras batallas” (Doctrina y Convenios 105:14). Cuando eso sucede, no hay dudas en cuanto a qué bando ganará.
Milagros modernos
En algunas oportunidades, cuando lees relatos como este, puede que te preguntes por qué no parecen ocurrirte milagros tan dramáticos a ti en tus dificultades.
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió recientemente algunas ideas que pueden ayudar. Dijo: “… por favor, comprendan que Aquel que jamás se adormece ni duerme se preocupa por la dicha y la exaltación postrera de Sus hijos por encima de todo lo demás que un ser divino tenga que hacer. Él es el amor puro personificado de manera gloriosa, y Su nombre es Padre Misericordioso.
“‘Si tal es el caso’, podrían decir, ‘¿no deberían Su amor y Su misericordia simplemente partir nuestro mar Rojo personal y permitirnos atravesar nuestros problemas sobre tierra seca?’”.
En otras palabras, si Dios ha peleado tales batallas por Sus hijos en el pasado, ¿por qué no lo haría ahora? ¿Por qué no erradicar todas las enfermedades? ¿Por qué no terminar con la guerra y el hambre y el sufrimiento en todo el mundo?
¿O por qué no parar a ese bravucón que no te deja en paz? ¿O ayudar a que tu familia se lleve mejor?
El élder Holland enseñó más: “La respuesta a tales preguntas es: ‘Sí, Dios puede conceder milagros instantáneamente, pero tarde o temprano aprendemos que a los tiempos y las estaciones de nuestra travesía terrenal debe dirigirlos Él y nadie más que Él’. Él administra el calendario de cada uno de nosotros de modo individual”2.
Cuando sigues los mandamientos de Dios, tienes derecho a la ayuda de Dios; pero ninguno de nosotros puede elegir cómo ni cuándo llegará esa ayuda.
Bendiciones inesperadas
Volvamos un momento al Campo de Sion. El milagro en el río Fishing fue verdaderamente dramático y no fue el único milagro que los miembros del Campo de Sion presenciaron durante su marcha. Sin embargo, como verán en Ven, sígueme y aprenderán en Seminario este mes, las cosas no terminaron de la forma que los santos habían planeado.
Ellos pensaban que el objetivo principal del Campo de Sion era recuperar las tierras del condado de Jackson que populachos iracundos les habían robado a los santos.
¿Recuperaron sus tierras los santos? No.
¿Sufrieron los santos en la marcha de aproximadamente 1448 kilómetros (900 millas) a Misuri? Bueno, sí. En algunos casos, mucho. Lo peor: un brote de cólera atacó el Campo y mató a trece personas.
A simple vista, parecería que todo el esfuerzo había sido un fracaso; pero esa no es la forma en la que lo vieron muchos de los que habían marchado en el Campo. Brigham Young dijo de esta experiencia: “… se me había pagado bien —[…] se me había pagado con muchos intereses—, sí […], mi medida se llenó hasta rebosar con el conocimiento que había recibido por viajar con el Profeta [José Smith]”3.
Muchos otros miembros del Campo de Sion también hablaron de las lecciones que aprendieron y del valor de la marcha. El profeta José Smith mismo dijo: “Hermanos, sé que algunos de ustedes se hallan enojados conmigo porque no peleamos en Misuri, pero permítanme decirles que Dios no quería que pelearan. Él no podía organizar Su reino […], a menos que [a sus líderes] los eligiera de entre un grupo de hombres que hubieran ofrecido su propia vida y hubieran hecho un sacrificio tan grande como el de Abraham”4.
Puede que su fidelidad no haya resultado en la devolución de sus tierras, pero fueron muy bendecidos de otras maneras. Ese es un modelo que también puede que notes en tu vida. Y aquello que Dios nos ayuda a llegar a ser mediante nuestras pruebas frecuentemente es un milagro más grande que si nos liberara de nuestras pruebas.
La segura victoria de Dios
Al estudiar la vida de los primeros santos, podrás detectar la influencia de Dios una y otra vez. Leerás acerca de grandes bendiciones; también encontrarás momentos de hondas dificultades; pero para aquellos que confiaron en Dios hasta el final, su recompensa eterna era segura.
Cuando sigues a Dios y confías en Él, ¡Él peleará tus batallas y proveerá los milagros que necesitas! Estos milagros llegarán en Su propia manera y tiempo, pero el resultado es seguro. Cualquier prueba podrá ser finalmente superada, ya sea en esta vida o en la próxima. Igualmente importante: al seguirlo a Él, nunca tendrás que caminar solo. “Por tanto, sed fieles; y he aquí, mirad, estoy con vosotros hasta el fin” (Doctrina y Convenios 105:41).