“Cómo fortalecer a tu familia”, Para la Fortaleza de la Juventud, Diciembre de 2021
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“La Familia: Una Proclamación para el Mundo”
Cómo fortalecer a tu familia
Puedes marcar una mayor diferencia en tu hogar de lo que imaginas.
Cuando se trata de ayudar a fortalecer a tu familia, aquí tienes una tarea que no te resultará difícil: ¡diviértanse juntos! Ese consejo está tomado directamente de “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, emitida por la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles.
Participar en “actividades recreativas edificantes” en familia se menciona como uno de los aspectos que puede mantener fuerte a tu familia y darle el éxito. Hay otros ocho consejos en esa misma lista, pero centrémonos en este un poco más.
Las actividades recreativas edificantes nos acercan el uno al otro y contribuyen a que recarguemos energías.
Los primeros pioneros de la Iglesia sabían un par de cosas sobre la importancia de la recreación para compensar un día difícil. Las familias a menudo celebraban con música y bailes para mantener el ánimo, incluso después de un día largo de caminata.
Un pionero anónimo nos relata brevemente sobre esta práctica: “No importaba lo difícil que hubiera sido el viaje durante el día, cuando llegaba el atardecer, después de montar el campamento y de cenar, se olvidaban los cansancios del día con un poco de baile”1.
Ya tienes tu tarea: ¡Diviértete con tu familia! ¿Qué estás esperando?
Por supuesto que la proclamación sobre la familia menciona otras cosas que ayudan a las familias. Hay una en especial que va muy de la mano con las actividades recreativas edificantes: el trabajo.
Trabajo
Espera, ¿el trabajo? ¿No es lo opuesto a divertirse? Podríamos preguntarnos: “¿Cómo pueden las dos actividades ayudar a fortalecer la familia?”.
Piensa en los limones y el azúcar; tienen sabores completamente diferentes; pero si los juntas con agua, obtienes limonada.
En un discurso de la conferencia general sobre la importancia del trabajo, el élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, mencionó cómo esos dos principios van de la mano.
“Después de hablar a favor del trabajo, también debo agregar algo positivo del esparcimiento”, dijo. “Así como el trabajo hace dulce el descanso, la recreación sana es el amigo y compañero estabilizante del trabajo”2.
Sin el trabajo, no comemos, ni tenemos techo, ni logramos casi nada. El trabajo también da un sentido a nuestras vidas que no podemos alcanzar de ninguna otra manera. El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles, una vez enseñó: “[E]l trabajo es siempre una necesidad espiritual, aunque para algunos no sea una necesidad económica”3.
Trabajar en familia podría significar terminar las tareas del hogar juntos, servir a otras personas o incluso obtener ingresos. En cualquiera de sus formas, el trabajo nos acerca el uno al otro.
El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, creció en un hogar confortable hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial. Entonces, su familia perdió todo y se convirtieron en refugiados.
Sin embargo, ¡salieron adelante juntos! Refiriéndose a esta época, el élder Uchtdorf (quien por entonces fuera el presidente Uchtdorf, de la Primera Presidencia) dijo: “Hasta el día de hoy, me siento profundamente impresionado por la manera en que mi familia trabajó ¡tras haberlo perdido todo después de la Segunda Guerra Mundial! Recuerdo a mi padre […], que desempeñó varios trabajos difíciles […]. Mi madre empezó una lavandería y trabajaba incontables horas en labores precarias. Ella nos sumó a mi hermana y a mí al negocio, y me convertí en el servicio de recolección y entrega con mi bicicleta. Me sentía bien al ayudar a la familia en algo pequeño”4.
El trabajo arduo nos trae bendiciones, satisfacción y sí, nos acerca unos a otros como familia.
Fortalecer más a tu familia
Por supuesto, esos son solo dos de los nueve atributos de la proclamación sobre la familia. Al examinar mejor los otros siete, considera anotar uno o dos de los nueve atributos en los que creas que puedes trabajar, por ahora, para contribuir a fortalecer a tu familia.
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Fe
En el Evangelio, el primer principio, el cual encabeza la lista, es: “Fe en el Señor Jesucristo” (Artículos de Fe 1:4).
Cuanto más viva tu familia el evangelio de Jesucristo, más podrá invocar la ayuda de los cielos en el hogar. Aquello sucede incluso cuando eres el único que vive el Evangelio en tu hogar. La luz de Cristo marca una enorme diferencia en quienes entran en contacto con ella.
Haz tu parte para aumentar la fe en tu hogar.
Oración
La oración en familia ciertamente los unirá más, en especial, cuando oren por los miembros de la familia. El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha enseñado: “¿Sienten […] nuestros cónyuges, hijos y otros familiares el poder de nuestras oraciones dirigidas al Padre por sus necesidades y deseos específicos?”5.
Por ejemplo, es mucho más difícil seguir enojado con tu hermana por algo que ha pasado un poco antes durante el día cuando ella pide en voz alta durante la oración familiar que puedas salir bien en tu próximo examen escolar.
Orar por cada miembro de la familia mencionándolo por nombre te permite pensar en cada persona y en sus necesidades. También les demuestra que estás pensando en ellos.
Perdón, respeto y amor
Esos tres atributos a menudo obran juntos. Parte de tratarnos con amor y respeto los unos a los otros es estar dispuestos a perdonarnos mutuamente. Cuando nos perdonamos y somos perdonados, crece el respeto y el amor que sentimos el uno por el otro.
El presidente M. Russell Ballard, Presidente en Funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha enseñado: “[N]ada está más íntimamente relacionado con la felicidad, tanto la nuestra como la de nuestros hijos, que la medida en que nos amamos y apoyamos unos a otros dentro de la familia”6.
Tratarse con un poco más de bondad. Amar más, recordar menos las faltas.
Compasión
Mostrar compasión hacia los otros miembros de la familia significa querer ayudar a aligerar algunas de sus cargas y ayudarles en sus dificultades.
Jesús fue nuestro ejemplo perfecto en mostrar compasión. Este es uno de los muchos ejemplos de las Escrituras.
Mientras Jesús salía de Jericó, dos hombres ciegos sentados junto al camino le llamaron. La gente intentó acallarlos, diciéndoles “que callasen” (Mateo 20:31).
¿Hay ocasiones en que actuamos como esas personas con nuestra familia? A veces, resulta fácil ignorar a alguien que pide ayuda. “¡Ahora no!”, queremos decir a veces.
Pero Jesús nos mostró una mejor manera. Cuando los dos ciegos clamaron más fuerte al Señor, Jesús les preguntó: “¿Qué queréis que haga por vosotros?” (Mateo 20:32).
Y ellos pidieron ser sanados de la ceguera. “Entonces Jesús, teniendo misericordia de ellos, les tocó los ojos, y al instante sus ojos recibieron la vista; y le siguieron” (Mateo 20:33–34).
La compasión no siempre nos resulta conveniente, pero siempre refleja el amor de Dios.
El poder en ti
Por último, quizás te sientas tentado a pensar: “Pero si soy solo una persona, ¿qué tanto puedo hacer?”. La respuesta es: ¡Muchísimo! Pon a prueba la proclamación sobre la familia.
Tú y tu familia valen la pena el esfuerzo.