“Ser testigo en la clase”, Para la Fortaleza de la Juventud, agosto de 2022.
El lema y yo
Los jóvenes comparten la manera en que viven las palabras de los lemas de las Mujeres Jóvenes y de los cuórums del Sacerdocio Aarónico
Ser testigo en la clase
“Seré testigo de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar”.
En la clase de inglés, nuestro maestro nos entregó un artículo que criticaba a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y dijo que lo analizaríamos al día siguiente. Conforme lo leía, surgieron en mi interior sentimientos de temor y enojo. Esa noche, escribí una “lista de réplica” bastante descortés en respuesta al artículo.
Mi mamá me escuchó vociferar mis planes para el análisis. Me quedé un poco sorprendida cuando me dijo: “Tienes que orar al respecto”.
Aquella noche oré para recibir ayuda y perdón. Entonces, un versículo vino a mi mente: “… el espíritu de contención no es [de Dios], sino es del diablo […], y él irrita los corazones de los hombres, para que contiendan con ira unos con otros” (3 Nefi 11:29).
A la mañana siguiente, me sentí en paz. Sabía que el Padre Celestial quería que fuera amable, pero cuando llegué a la clase, comencé a sentirme nerviosa.
Los compañeros de clase hablaron a favor del artículo. Sentí que debía hablar, pero me preocupaba fallar o arruinar mi vida social. Entonces recordé una cita del élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, que vi en las redes sociales esa mañana: “Defiendan sus creencias con amabilidad y compasión, pero defiéndanlas” (Conferencia General de abril de 2014 [Liahona, mayo de 2014, pág. 9]).
Así que levanté la mano y les dije que era miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y aclaré puntos del artículo que no eran claros o eran falsos. Me temblaron las manos, pero mis palabras no lo hicieron. La clase se quedó mirándome, sin embargo, supe que hice lo correcto.
Aprendí que defender el Evangelio con compasión es una bendición, no una carga. El Espíritu estuvo conmigo y tuve un sentimiento incontenible de amor del Padre Celestial. Sabía que Él estaba orgulloso de mí y yo también estaba orgullosa de mí misma.
La autora vive en Arizona, EE. UU.