“La senda desde Belén”, Para la Fortaleza de la Juventud, diciembre de 2023.
La senda desde Belén
Jesucristo, el Niño de Belén, nos lleva a la senda de los convenios que conduce al templo y de regreso a la presencia del Padre Celestial.
El pasado diciembre, mi esposa y yo visitamos Belén. Al mirar el pueblo y caminar por sus calles, canté para mí “Oh pueblecito de Belén” (Himnos, nro. 129). Mi mente se remontó a más de dos mil años atrás, cuando María y José fueron allí para ser empadronados. Pensé en María, que hizo el viaje mientras estaba embarazada y que dio a luz a un Niño en un establo.
Visitamos la región de colinas rocosas palestinas que hay cerca, incluso donde los pastores velaban por sus rebaños. Pensé en el ángel que se les apareció y proclamó las “buenas nuevas de gran gozo, que serán para todo el pueblo” (Lucas 2:10) y les dijo que buscaran al Niño en un pesebre. Vimos establos semejantes a cuevas, como aquellos en los que Jesús habría nacido, y pesebres de piedra, como aquellos en los que Él habría estado acostado.
En otros sitios, vimos algunos lugares donde Jesús caminó, enseñó, sufrió, murió y resucitó: Jerusalén, el monte del Templo, el monte de los Olivos, el Jardín de Getsemaní, el Gólgota y el Sepulcro del Jardín. Vimos la senda de la vida de Jesús, desde las profecías acerca de Él hasta Su nacimiento, Su muerte y resurrección.
Fue maravilloso visitar esos lugares, pero no tienes que ir allí para entender y sentir verdaderamente una conexión con el Niño de Belén y el Salvador del Calvario. Yo sé —y tú también puedes saber— por el poder del Espíritu Santo que Jesucristo es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo.
Y con este testimonio, podrías pensar en el nacimiento del Salvador y en Su senda en la vida y preguntarte: ¿Cuál es mi senda? ¿Cómo puedo seguir Sus pasos?
Cómo venir al Salvador hoy
Para venir al Salvador, no tienes que caminar por donde Jesús caminó; tienes que esforzarte por caminar como Él caminó, al seguir Su ejemplo.
Hoy en día, no vamos a Belén para buscar al Salvador; vamos a las Escrituras y a los líderes de la Iglesia. Los que no son de nuestra fe van a los misioneros y amigos que son miembros de la Iglesia. Vamos a las pilas bautismales y a los servicios sacramentales. Vamos al templo. En otras palabras, hacemos y guardamos convenios sagrados.
El Niño de Belén es la razón por la que tomamos la Santa Cena. Él es la razón por la que vamos a los templos. Él es la forma en que llegamos y nos mantenemos en la senda de los convenios, la cual conduce a través del templo y, finalmente, de regreso a la presencia de nuestro Padre Celestial. Él es la razón por la que procuramos llevar a cabo la obra de salvación y exaltación.
Cómo celebrar esta Navidad
Este “Santo [Niño] Jesús” (véase Moroni 8:3) es también la razón por la que celebramos la Navidad. Su paz, que no es de este mundo, es la razón por la que nos unimos a otras personas de todo el mundo para desear “en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (véase Lucas 2:14), a toda la familia humana.
La profundidad del significado de la Navidad para ti y para mí como seguidores de Jesús en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días proviene de nuestra conexión por convenio con el Salvador y el Padre Celestial. Proviene de comprender la función de Jesucristo en nuestra vida.
Esta Navidad, dedica tiempo a reflexionar sobre el prodigio de la escena en el establo de Belén, hace tantos años. Y escucha al Espíritu testificarte que el Niño en el pesebre es Aquel que expió por ti, por mí y por toda la humanidad. Luego recuerda lo que Él nos ha invitado a hacer y lo que nos ha prometido. Recordemos nuestros convenios.
Permite que todo lo que hagas en esta época aumente tu fe en Jesucristo y tu confianza en Él. Esfuérzate por hacer lo que Él haría. Tiende la mano a los demás con amor. Sé un ejemplo y dirige a las personas hacia la luz sempiterna que brilló en las oscuras calles del pueblecito de Belén.