“¿Estás intentando vivir el Evangelio sin Jesucristo?”, Para la Fortaleza de la Juventud, febrero de 2024.
¿Estás intentando vivir el Evangelio sin Jesucristo?
Me sentía insatisfecha en la Iglesia hasta que me di cuenta de que el problema no era la Iglesia, sino el hecho de que yo no estaba centrada en el Salvador.
Cuando estaba en la escuela secundaria, casi siempre me sentía lejos de Dios y de Jesucristo. Todos los que me rodeaban parecían mucho más espirituales y tenían experiencias espirituales maravillosas.
No podía determinar lo que estaba haciendo mal. Asistía a la Iglesia, leía las Escrituras, oraba e iba al templo cuando mi barrio planeaba viajes al templo, pero todavía sentía que me faltaba algo.
No fue hasta mi misión cuando me di cuenta de cuál era esa pieza del rompecabezas que me faltaba: Jesucristo.
Me había estado concentrando en hacer cosas en lugar de concentrarme en el Salvador y de convertirme en una devota seguidora de Él.
Para aclarar, los hábitos justos son buenos. Vivir los mandamientos nos ayuda a venir a Jesucristo. No obstante, a veces nos enfrascamos tanto en las “tareas de la Iglesia”, que sacamos al Salvador de las mismas actividades que están destinadas a llevarnos a Él. Esto puede hacer que nos sintamos espiritualmente vacíos.
Presente en la Iglesia, ausente con Cristo
Hace poco, unos amigos míos que dejaron la Iglesia me dijeron que nunca se habían sentido más felices y en paz. Eso fue tan confuso para mí. Si esta es la Iglesia de Cristo, ¿cómo puede ser eso posible?
Al escuchar las experiencias y preocupaciones de mis amigos, me di cuenta de que no era dejar la Iglesia lo que les traía paz, sino que era dejar atrás las listas de cosas por hacer que sentían que tenían que cumplir. Una vez que abandonaron la Iglesia, también dejaron atrás sus listas de tareas espirituales.
Sin embargo, eso no es lo que el Salvador tenía en mente cuando estableció Su Iglesia y dio Sus mandamientos.
El élder Donald L. Hallstrom de los Setenta enseñó una vez: “Algunos han llegado a pensar que la actividad en la Iglesia es la meta suprema. En eso yace un peligro. Es posible estar activo en la Iglesia y menos activo en el Evangelio. Permítanme recalcarlo: la actividad en la Iglesia es una meta altamente deseable, sin embargo, es insuficiente”1.
Es posible estar haciendo las cosas correctas, pero pasar por alto por completo el porqué detrás de ellas.
El peligro de mirar más allá de Cristo
La hermana Tracy Y. Browning, Segunda Consejera de la Presidencia General de la Primaria, hizo una reflexión significativa sobre los israelitas en el Nuevo Testamento: “Tal como hoy en día, se invitó al pueblo de Dios de la antigüedad a ver su vida por medio de Él a fin de ver más en cuanto a Él en su vida. Pero para el momento del ministerio del Salvador, los israelitas habían dejado de ver a Cristo en sus observancias […].
“Los hijos de Israel, en ese estado, creían que las prácticas y los ritos de la ley eran el camino a la salvación personal y, en parte, redujeron la ley de Moisés a un conjunto de protocolos administrados para regir la vida civil. Aquello requirió que el Salvador restaurara el centro de atención y la claridad de Su evangelio”2.
A veces Satanás no distrae a los miembros de la Iglesia restaurada de Cristo para que cometan pecados graves. En lugar de eso, toma las mismas cosas que pensamos que son buenas y nos convence para que las veamos de forma incorrecta.
Como el Presidente M. Russell Ballard, Presidente en Funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Algunas veces, los fieles Santos de los Últimos Días […] empiezan a concentrarse en los ‘apéndices’ en vez de [en] los principios fundamentales; o sea, que Satanás nos tienta para que nos distraigamos del mensaje claro y sencillo del Evangelio restaurado”3.
En lugar de traernos paz, nuestros esfuerzos por vivir el Evangelio a veces pueden dar como resultado cierto estrés y frustración. Así es exactamente como Satanás desea que nos sintamos acerca del Evangelio. Si él no puede hacer que pequemos, nos convencerá de que vivir el Evangelio es demasiado difícil, demasiado agotador y más de lo que podemos lograr con éxito.
Centrar nuestro testimonio en Cristo
En la escuela secundaria, pensaba que no estaba haciendo lo suficiente. Ese miedo a la insuficiencia era la razón por la que no me sentía tan espiritual como los que me rodeaban.
Aunque nuestras acciones pueden ser señales de nuestra conversión, no podemos permitir que nuestras actividades externas definan por completo nuestra espiritualidad. Si lo hacemos, podríamos empezar a poner el peso de nuestra salvación sobre nuestros propios hombros en lugar de confiar en Jesucristo.
El presidente Nelson nos ha instado a que nuestro enfoque esté “anclado en el Salvador y Su evangelio”4. Esto nos llevará de las listas espirituales a una conversión pacífica y gozosa a Su Iglesia. “Nada invita más al Espíritu que centrar la mira en Jesucristo”5.