“He aquí, el enemigo se ha combinado”
“El adherirse estrictamente a la doctrina y a los principios correctos en pensamiento y acción infunde seguridad y dicha al venir las tempestades, incluso ‘todo viento de doctrina’.”
Hace años, me preguntaba con extrañeza que querrían decir las palabras de las Escrituras referentes a que los ángeles esperan “día y noche … el gran mandamiento” de venir a la tierra a segar la cizaña de un mundo inicuo donde reina el dolor; me preguntaba a que se debería su impaciencia. (Véase D. y C. 38:12; 86:5.) Pero al considerar el innecesario y enorme sufrimiento humano, ¡ya no me extraña!
La ultima siega ocurrirá solo cuando nuestro Padre Celestial determine que el mundo este “enteramente maduro” (véase D. y C. 86:7). Entretanto, hermanos y hermanas, el reto que tenemos es sobrevivir espiritualmente en este mundo que se va deteriorando y en el que “el trigo y la cizaña” crecen juntos (véase el vers. 7).
Si bien de vez en cuando aparecen disidentes que procuran fastidiarnos con sus ideas, el verdadero peligro lo constituyen los efectos aplastantes que produce en los miembros de la Iglesia este mundo que se va deteriorando. “Las maldades y designios” efectivamente están en operación por medio de “ [personas] conspirado[ras] en los últimos días” (D. y C. 89:4). El Señor incluso ha anunciado: “… he aquí, el enemigo se ha combinado” (D. y C. 38:12).
Sin embargo, no debemos sentirnos intimidados ni perder la compostura ni aun al ver que lo que era moralmente inaceptable se va volviendo aceptable.
Una de las formas mas sutiles de la intimidación es la gradual normalización de la aberración. Alexander Pope lo advirtió al decir:
“El vicio es un monstruo de horrible parecer,
Pues no hay más que verlo para detestarlo;
Sin embargo, de tanto contemplarlo puede suceder,
Que. tras tolerarlo y compadecerlo, lleguemos a abrazarlo”
Hoy en día. la lujuria se presenta como si fuera amor, el libertinaje, como si fuera libertad, y sonidos estridentes remedan burlonamente la música. Lo malo se hace llamar bueno y muchas veces convence a mucha gente de que así es.
Si bien yo no quitaría parte de la libertad que tenemos, la libertad completa no asegura el bienestar de la sociedad.
En realidad, los que se jactan de la decadencia moral que la sociedad permite hoy día. no se dan cuenta del daño que esa corrupción causa a toda la sociedad.
Ampliando cada vez más el circulo de su vuelo
El halcón ya no puede oír al halconero;
Todo se cae a pedazos, ya no hay base de sustentación;
En el mundo se han desatado la anarquía y la disolución …
Al historiador Will Durant se atribuyen estas pertinentes palabras: “Si cl apetito de libertad destruye el orden, entonces el apetito de orden destruirá la libertad”. En relación con esto, ¿cómo será posible que la perdida del autodominio de las personas en forma individual no conduzca a la perdida de la libertad en forma colectiva?
La violencia abunda, y muchas veces se manifiesta en el afán por conseguir drogas para perder la conciencia del mundo en lugar del buscar vencer al mundo. Tal como se ha predicho, nuestra época efectivamente se va pareciendo cada vez mas a la de Noé, destacándose sobre todo por su corrupción y su violencia. (Véase Mateo 24:37; Gen. 6: 11.) No es extraño que el adversario no ceje en promover constantemente todos los antiguos pecados, no porque carezca de inventiva, sino porque el gran numero de los que le. siguen va siempre en aumento.
El aborto, que ha aumentado en tan enormes dimensiones, nos lleva a preguntarnos: “¡Será posible que nos hayamos apartado tanto del segundo gran mandamiento de Dios de amar a nuestro prójimo que una criatura que se encuentra en estado fetal ya no merece ser. amada ni siquiera como prójimo de su madre? Incluso así, la violencia hacia los que no han nacido no justifica otras manifestaciones de violencia.
Hablando del prójimo, Tocqueville indicó hace ya mucho tiempo que si las personas buscan su individualidad, sin recibir la influencia de la familia y de la comunidad, formaran “una multitud de solitarios”; dijo:
“Y así, la democracia no sólo haría a cada hombre olvidar a sus antepasados, sino que también ocultaría de su vista a sus descendientes y le separaría de sus contemporáneos; le haría depender para siempre sólo de si mismo, y le amenazaría al fin con quedarse totalmente abandonado en la soledad de su propia alma” (Alexis de Tocqueville, “Democracy in America”; citado en Andrew M. Scott, Political Thought in America, New York: Rinehart & Co., Inc., 1959, pág. 225).
En su búsqueda de una identidad y de aceptación, demasiados adolescentes presuntamente listos se encuentran ahora reducidos a la soledad de una pandilla. ¿De que vale saber sobrevivir en medio del peligro de la calle si esa calle no conduce a ninguna parte? Las pandillas son el producto del fracaso de la familia y de la comunidad, a la vez que simbolizan una intensa rebelión en contra de la autoridad.
En lugar de comunicarnos como prójimos, nos inundan los programas de televisión, algunos de los cuales presentan no una verdadera conversación sino un autentico exhibicionismo al ventilar asuntos sexuales entre extraños.
Abundan las telenovelas y otros programas que presentan todo tipo de inmoralidades, violencia y vulgaridades. Algunos afirman muy en serio que todo eso no afecta al publico. Pero se sacan suculentas ganancias de los avisos comerciales precisamente por la popularidad de los programas que auspician.
Los que se burlan de los tradicionales valores morales deben hacer caso de las lecciones de historia de los Durant, que menciono a continuación:
“… el joven en el que bullen las hormonas se preguntara por que no debe satisfacer libremente sus deseos sexuales; y si no le refrenan las costumbres, la moral o las leyes, destrozara su vida antes de que madure lo suficiente para comprender que el apetito sexual es una fuerza poderosa como un río de fuego que es preciso encauzar y dominar con numerosísimas y potentes restricciones para que no le destruya a el ni al grupo social” (Will y Ariel Durant, The Lessons of History, New York, Simon and Schuster, 1968, págs. 35–36).
La lascivia erróneamente celebra la capacidad de sentir, ¡para que las personas pierdan su capacidad de sentir! Tres profetas de tres dispensaciones diferentes expresaron pesar por los que habían “dejado de sentir”, o, en otras palabras, los que habían perdido toda sensibilidad o no tenían ya sentimientos. (Véase 1 Nefi 17:45; Efesios 4:19; Moroni 9:20). ¡Se puede esperar que los que hayan “dejado de sentir” tengan un futuro aceptable? Los pecados graves no sólo entorpecen los sentimientos sino que también perjudican y enturbian el intelecto. Después de matar a Abel, Caín se jactó con ironía, diciendo: “Estoy libre” (Moisés 5:33). ¡Se habrán consolado del mismo modo los cerdos gadarenos, pensando que en verdad eran poderosos y vigorosos individualistas al precipitarse despeñadero abajo a su destrucción?
Aleksandr Solzhenitsyn se lamentaba hace poco al indicar que los que proclaman que “no hay Dios, que no hay verdad, que el universo es caótico, que todo es relativo” constituyen “un implacable culto a la originalidad … [lo cual] encubre el intento inflexible de menoscabar, ridiculizar y desarraigar todos los preceptos morales” (“The Relentless Cult of Novelty and How It Wrecked the Century”, The New York Times Book Review, 7 de febrero de 1993, pág. 17).
La vida mortal con tales angustias hace surgir aun otras preguntas.
Las principales víctimas de la pornografía son las mujeres y los niños. ¿Cómo es posible, entonces, que se haga tanto por protegerla? ¡La pornografía esta mejor protegida que los ciudadanos que andan por la calle!
Aun con sus defectos, la familia es la unidad fundamental de la sociedad, y, puesto que ninguna otra institución puede compensar plenamente el fracaso de la familia, ¿por que, entonces, en lugar de realzar la importancia de esta, buscamos desesperadamente lo que la substituya? En vista de que entre todas las inquietudes relacionadas con el ambiente, la familia debe ser lo mas importante, ¿por que no insistimos en que se hagan estudios sobre la eficacia que un nuevo programa podría surtir sobre la familia antes de seguir adelante con ese programa? Hay cientos de departamentos y programas gubernamentales que tienen por objeto proteger diversos intereses, pero, ¿cual de ellos tiene como fin proteger a la familia?
Puesto que la democracia depende de la obediencia de los ciudadanos a lo que las leyes no pueden hacer cumplir, como, por ejemplo, los preceptos morales, ¿por que, entonces, se ejerce tan tenaz resistencia a la educación moral, que inculca los mas sólidos y edificantes principios?
Sólo el cambio para bien y la moderación, tanto de las instituciones como de las personas en forma individual, rescatara por ultimo a la sociedad. Sólo un numero adecuado de almas que resistan al pecado podrán cambiar las cosas. Nosotros, los miembros de la Iglesia,
debemos formar parte de ese grupo de gente resistente al pecado. Sin embargo, demasiados miembros se van dirigiendo al despeñadero aunque tal vez a paso mas lento.
En un mundo donde “el trigo y la cizaña” crecen juntos, extraordinariamente bendecidos son los miembros fieles de la Iglesia que cuentan con la valiosa y constante compañía del Espíritu Santo, que les indica lo que es bueno y les hace recordar los convenios que han hecho. “Porque he aquí… [el] Espíritu Santo … os mostrara todas las cosas que debéis hacer” (2 Nefi 32:5). No importa cuanto ruido haga la decadencia moral, ¡no tiene por que sofocar la voz apacible y delicada del Espíritu! Algunos de los mejores sermones que lleguemos a escuchar jamas serán los que por esa santa influencia salgan de los rincones de nuestra memoria para que los oigamos sólo nosotros.
En tanto vivimos en medio de las previstas “angustia de las gentes y perplejidades de las naciones”, los miembros de la Iglesia tenemos la dirección profética que nos guía. (Véase Lucas 21:25; D. y C. 88:79.) Varias veces al año, sostenemos a quince Apóstoles como profetas, videntes y reveladores, por lo que sabemos hacia quienes dirigir la mirada aun cuando haya unos pocos miembros que “no buscan el bien de Sión” y “se constitu[yen] a si mismos como una luz” (2 Nefi 26:29). Además, el profeta José Smith enseñó claramente que los que reciben ese apostolado poseen “todas las llaves que se han conferido, o que se pueden conferir al hombre mortal” (citado por Brigham Young, en Journal of Discourses, tomo 1, pág. 137).
La experiencia nos ha enseñado a los miembros de la Iglesia una y otra vez que no tenemos por que ser presa de los que fingen ser siervos de Dios. Por lo demás, “… vendrá el día en que aquellos que no oyeren la voz del Señor … ni prestaren atención a las palabras de los profetas y apóstoles, serán desarraigados de entre el pueblo” (D. y C. 1:14).
Por añadidura, el proceso mismo del gobierno de la Iglesia también garantiza que no tengamos lideres secretos:
“… os digo que a ninguno le será permitido salir a predicar mi evangelio o edificar mi iglesia, a menos que sea ordenado por alguien que tenga autoridad, y sepa la iglesia que tiene autoridad, y que ha sido debidamente ordenado por las autoridades de la iglesia” (D. y C. 42:11).
El presidente Wilford Woodruff instó a los miembros de la Iglesia a seguir a las Autoridades Generales porque, dijo: “en el mismo momento en que los hombres de este reino
intentan tomar la delantera o seguir un camino contrario al indicado por los lideres de la Iglesia … quedan en peligro de ser heridos por los lobos … Nunca en mi vida he visto que esto haya fallado” (Journal of Discourses, tomo 5, pág. 83).
Recibimos ayuda por medio de los mensajes que contienen los discursos, así como por la Santa Cena, el santo templo, las oraciones, las Escrituras, el ajuste de diezmos y las
amonestaciones de nuestros seres queridos. Sin embargo, cuando los miembros de la Iglesia se apartan de todo eso, hay dificultades. Por ejemplo, de labios desleales que buscan justificarse, algunos cónyuges desolados de tristeza oyen las terribles palabras: “¡Nunca te he querido!”
Habiéndose combinado el enemigo, es de vital importancia mantenerse “en el camino recto” (Moroni ó:4). El adherirse estrictamente a la doctrina y a los principios correctos en pensamiento y acción infunde seguridad y dicha al venir las tempestades, incluso “todo viento de doctrina” (Efesios 4:14). Felizmente, en medio de esos furiosos vientos, el Espíritu Santo no sólo nos ayuda a reconocer la verdad pura sino también la tontería pura.
La observación estricta de los mandamientos garantiza el equilibrio entre los poderosos y correctos principios del evangelio. En “el cuerpo” de la doctrina del evangelio no sólo la justicia y la misericordia están bien “concertadas y unidas entre si” para “la actividad propia”, ¡sino también todo lo demás! (Véase Efesios 4:16.) Pero los principios del evangelio requieren sincronización. Cuando se separan o se aíslan, la interpretación y la implementación que hagan los hombres de estas doctrinas puede ser descabellada.
El amor, si no es contenido por el séptimo mandamiento, se vuelve carnal. El loable quinto mandamiento de honrar a los padres, si no es contenido por el primer manda miento, puede llevar a la lealtad incondicional a padres descarriados en lugar de a la lealtad a Dios.
Es preciso tener cuidado aun en lo que damos a Dios y a Cesar. (Véase Mateo 22:21.) Aun la paciencia debe equilibrarse “reprendiendo en la ocasión con severidad, cuando lo induzca el Espíritu Santo”, significando en la ocasión en seguida o pronto (véase D. y C. 121:43). La madurez espiritual también supone tanto el tomar tiempo para oler el perfume de las flores como el advertir el brote de las hojas de la higuera para ver si “el verano esta cerca” (Mateo 24:32).
Así vemos que la plenitud del Evangelio de Jesucristo es mas grande que cualquiera de sus partes y mas grande que cualquiera de sus programas o principios.
Aun durante estos tiempos difíciles, los miembros de la Iglesia que tienen “por armas su rectitud” (1 Nefi 14:14) pueden hacer muchas cosas. Podemos tener amor en casa aun cuando el amor de muchos se enfría en el mundo. (Véase Mateo 24:12.) Podemos tener paz interior aun cuando la paz ha sido quitada de la tierra. (Véase D. y C. 1:35.)
Podemos guardar el séptimo mandamiento aun cuando los demás lo quebranten y se burlen de el. Podemos aportar nuestro granito de arena de servicio humanitario al prójimo aun cuando el sufrimiento del genero humano en masa sea de inmensurables proporciones.
Podemos usar la lengua para hablar la verdad en amor y al mismo tiempo negarnos a hablar falso testimonio de nuestro prójimo. (Véase Efesios 4:15; Exodo 20: 16.) Podemos estar “en lugares santos” aun cuando en el mundo “todas las cosas estarán en conmoción” (D. y C. 45:32; 88:91).
Podemos “levantar las manos caídas” aun cuando algunos nos rechacen la mano de amistad que les extendamos. (Véase D. y C. 81:5.) Podemos asirnos a la barra de hierro aun cuando los demás se descarríen y unos cuantos terminen burlándose de nosotros desde el “edificio grande y espacioso” (1 Nefi 8:26–28).
Al igual que Nefi, puede ser que no siempre sepamos el significado de lo que nos suceda a nosotros o de lo que suceda a nuestro alrededor. No obstante, como Nefi, podemos saber que Dios sigue amándonos. (Véase 1 Nefi 11:17.)
Si, “el enemigo se ha combinado”, pero si nosotros nos combinamos con los “carros de fuego” del Señor, entonces veremos que “mas son los que están con nosotros que los que están con ellos” (2 Reyes 6:16–17). Además, tenemos la promesa divina de que ninguna arma forjada contra la obra del Señor prosperara. “Esta es la herencia de los siervos de Jehová” (Isaías 54:17; D. y C. 71:9). Eso lo aseguro, de ello testifico, en el nombre de Jesucristo. Amén.