Lo Que Deseo Que Mi Nieto Sepa Antes De Salir En Una Misión
“Si consagras tu vida a la obra misional, experimentarás un gozo indescriptible.”
Mis amados hermanos, la responsabilidad de hablar ante el sacerdocio de la Iglesia es algo abrumador. Me siento honrado de hallarme entre ustedes e imploro la ayuda de su fe y sus oraciones.
Esta noche quiero mencionarles, magníficos jóvenes, diez conceptos que deseo que mi nieto sepa antes de salir en una misión.
Primero, tu llamamiento proviene del Señor Jesucristo. ¡Cuan maravilloso es poder contar con la confianza del Señor, del obispo, del presidente de la estaca, de todas las Autoridades Generales y del presidente Hinckley, de que honraras tu llamamiento!. Serás un siervo del Dios viviente y un embajador de la Iglesia .
La mayoría de nuestros misioneros son jóvenes sin experiencia en cuanto a las cosas del mundo. Sin embargo, el Señor ha dicho
“El que es ordenado por Dios y enviado, este es nombrado para ser el mayor, a pesar de ser el menor y cl siervo de todos” (1).
No obstante nuestras faltas y nuestras ineptitudes, es necesario recordar que Dios, quien te ha llamado a servir es el “poseedor de todas las cosas; porque todas las cosas le están sujetas, tanto en los cielos como en la tierra, la vida y la luz, el Espíritu y el poder, enviados por la voluntad del Padre mediante Jesucristo su Hijo.
“Pero ningún hombre posee todas las cosas, a menos que sea purificado y limpiado de todo pecado” (2).
Segundo, el presidente de la misión es el representante del Señor. No lo critiques ni lo menosprecies, ni en publico ni en privado. Si respetas su autoridad, eres obediente, humilde, dócil, y observas las normas de la misión, tendrás éxito como misionero. Por ejemplo, una de las reglas de la misión es levantarse de mañana a la hora estipulada por el presidente de la misión; muchos jóvenes piensan que la mejor hora para dormir es la mañana. Agradezco a mi obediente compañero mayor, el elder William Grant Bangerter, porque siempre dejaba el reloj despertador para levantarnos temprano; cada vez que el despertador sonaba, me quedaba hecho un manojo de nervios. En invierno estaba obscuro, húmedo y frío; y no teníamos agua caliente para bañarnos. De buen talante, el se daba una ducha con aquella agua fría, pero yo empezaba a temblar tan pronto como el terminaba de bañarse. De todos modos, no podía hacer otra cosa que seguir su buen ejemplo, pero debo confesar que yo no me sentía nada contento porque me castañeteaban los dientes.
Tercero, la labor tenaz es mas importante que el intelecto. Recuerda las palabras del Señor en Doctrina y Convenios:“Por tanto, llamo a lo débil del mundo, a aquellos que son indoctos y despreciados, para trillar a las naciones por el poder le mi Espíritu.
“Y su brazo será mi brazo, y yo seré su escudo y su broquel; y ceñiré sus lomos y lucharan por mi varonilmente …” (3).
El presidente Ezra Taft Benson dijo una vez:
“Uno de los mayores secretos de la obra misional es el esfuerzo personal si el misionero se esfuerza, obtendrá el Espíritu; si obtiene el Espíritu, enseñará por medio del Espíritu, y si enseña por el Espíritu, llegara al corazón de la gente, y el mismo se sentirá feliz.
o habrá lugar para sentirse nostálgico ni para preocuparse por su familia, pues todo su tiempo, talentos e intereses estarán concentrados en la obra del ministerio. Ese es el secreto esfuerzo, esfuerzo y mas esfuerzo. No existe ningún substituto valido sobre todo en la obra misional” (4).
Una de las Autoridades Generales cuenta que, hallándose en una reunión de testimonios de misioneros, oyó decir a un joven elder que no acostumbraba a hablar mucho: “Estoy realmente disfrutando mi labor, y creo que es todo lo que puedo esperar. ¡No puedo disfrutar de lo que no hago!”
Cuando el presidente N. Eldon Tanner era Presidente de la Misión Europea Occidental, su lema era “Disfrute su estadía”. Una vez, en Alemania, dijo a un grupo de misioneros “Quiero que todos ustedes disfruten de su estadía aquí”. Después de la reunión, uno de los misioneros se le acerco y le dijo; “Presidente Tanner, no me parece justo que diga a los misioneros que disfruten de su estadía. Usted sabe que la única manera de disfrutar de la misión es trabajar en la obra, a lo cual el presidente Tanner respondió “Pues bien, vaya y disfrute” (5).
Cuarto, debes olvidarte de ti mismo al servir al Señor. El Señor ha dicho: “El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mi, la hallara” (6). Si consagras tu vida a la obra misional, experimentaras un gozo indescriptible.
Nada de lo que hagas mientras seas misionero debe interferir con tu importante mensaje; ni tu modo de vestir, ni el largo del cabello, ni tu actitud, ni tu conducta ni la noviecita que hayas dejado atrás. No quiero parecer insensible a los sentimientos naturales de afecto entre un excelente joven y una adorable jovencita. Pero si un misionero recibe una carta de su noviecita diciéndole que sus sentimientos por el han cambiado -nosotros les llamábamos las cartas del “Querido Juan”, y varios las recibimos-, le recomiendo que siga el buen consejo que hace años dio el elder LeGrand Richards cuando dijo; “¡Todos los años aparecen nuevos grupos de Jovencitas! Y esos grupos nuevos son tan buenos como los anteriores.”
Ustedes, los jóvenes, hacen bien en preocuparse acerca de su futuro en este mundo inestable. Sin embargo, cuando se les llama como representantes oficiales del Señor, deben asegurarse de que han de servirle “con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza, para que aparezcáis sin culpa ante Dios en el ultimo día” (7).
Quinto, jamas permitas que haya contención con tus compañeros. Algunos de tus compañeros de misión llegaran a ser sus mejores amigos; debes ser la clase de compañero misional que a ti mismo te agradaría tener; debes ser abnegado en el trato con tus compañeros. Donde existe la contención, sea de quien sea la culpa, el Espíritu del Señor se retira.
Cada uno de nosotros es un individuo singular, con puntos fuertes y habilidades particulares, diferentes de 105 de cualquier otra persona del mundo; y cada uno de nosotros tiene sus propias debilidades. Entre compañeros que se llevan bien, se debe trabajar en armonía, y en el aspecto en que uno sea débil, el otro debe ser fuerte. Cuando yo era jovencito, aprendí a conducir una yunta de caballos; si uno de los caballos era lento, el otro no podía tirar solo de la carga. Y lo mismo sucede con una pareja de misioneros; cada uno de ellos debe llevar su parte de la carga.
Sexto, conserva el cuerpo limpio y saludable, y tu alojamiento en orden. Para conservar la salud, es muy importante que tus alimentos sean apropiados y que duermas adecuadamente. Si te enfermas, no solamente será imposible que hagas tu trabajo, sino que pasaras a ser una carga para tu compañero. Recuerda que cl mantener limpios y ordenados tu persona y tu alojamiento contribuirá a que disfrutes mas del Espíritu.
Por ser un delegado del Señor, tu aspecto personal es muy importante. Tu, la Iglesia y tu mensaje habrán de juzgarse en parte por tu pulcritud y apariencia; Si no eres aseado, quizás la gente no tenga el deseo de abrirte las puertas de su casa
Séptimo, aprende a amar y a servir a aquellos entre quienes trabajes. Debes orar diariamente para que el Señor te colme de amor por ellos a medida que les brindes tu servicio; si no los amas, te será difícil enseñarles.
Un joven persa se sentía muy solo mientras estudiaba en Munich [Alemania], después del conflicto europeo, y estaba tratando le averiguar cl significado de la vida Un día, oyó que alguien llamaba a su puerta y, al responder, vio que se trataba de dos misioneros mormones. No tenía interés en las religiones; lo único que le intereso acerca de aquellos dos jóvenes era el acento que tenían. El había aprendido bien cuatro idiomas, pero el inglés no era uno de ellos.
Los invitó a pasar, pero apenas empezaron a explicarle su mensaje, les advirtió: “No quiero oír nada acerca de Dios ni de como se originó su religión; solo quiero que me digan que hacen ustedes para ayudarse mutuamente”.
Se quedó entonces a la espera de la reacción de los misioneros, que se miraron el uno al otro; luego, uno de ellos le respondió con mansedumbre: “Nos amamos unos a otros”.
Nada de lo que aquel joven podría haber dicho habría sido mas impresionante para el, porque inmediatamente el Espíritu Santo le testifico que los dos misioneros eran verdaderos siervos del Señor. Poco tiempo después el joven se bautizó en la Iglesia (8).
Ocho, estudia, medita y enseña basándote en las Escrituras, especialmente el Libro de Mormón y el Nuevo Testamento. Aprende la verdad tan cabalmente que puedas declararla con claridad. B. H. Roberts escribió esto:
“A fin de que se conozca, la verdad debe declararse; y cuanto mas clara y completa sea la declaración, mejor será la oportunidad para el Espíritu Santo de dar testimonio al alma de los hombres de que la obra es verdadera” (9).
No podemos convertir a nadie si nosotros mismos no estamos convertidos. El Libro de Mormón y tu testimonio de su veracidad constituyen poderosos instrumentos para la conversión de los demas.
El elder F. Burton Howard, de los Setenta, nos da un ejemplo del fuerte testimonio del poder de conversión que el Libro de Mormón posee: La hermana Celia Cruz Ayala, de la Misión Puerto Rico San Juan, había decidido regalar el Libro de Mormón a una amiga. Lo envolvió primorosamente y se dispuso a llevárselo.
En el camino la ataco un delincuente que le robó la cartera dentro de la cual llevaba el paquete con el Libro de Mormón. Pocos días después, recibió ella una carta que decía:
“Señora de Cruz:
“Perdóneme, perdóneme. Nunca llegara a saber usted cuanto siento haberla atacado. Pero, por haberlo hecho, mi vida ha cambiado y seguirá cambiando. Ese libro [el Libro de Mormón] ha transformado mi vida. El sueno de aquel hombre de Dios me ha impresionado mucho … Le devuelvo aquí sus cinco pesos, porque no podría usar ese dinero. Quiero que sepa que pude apreciar en usted un fulgor especial; esa luz me impidió lastimarla y por eso me fui corriendo.
“Quiero que sepa que usted volverá a verme, pero cuando eso suceda no me reconocerá porque seré entonces su hermano … Aquí, donde vivo, tengo que encontrar al Señor y asistir a la iglesia aque usted asiste.
“El mensaje que usted escribió en el libro me arranco lágrimas de emoción. No he podido dejar de leerlo desde el miércoles pasado. He orado y suplicado a Dios que me perdone, y le pido también a usted que me perdone. Pensé que el paquete contenía un regalo que yo podría vender, pero en vez de ello me ha hecho sentir el deseo de cambiar mi vida totalmente. Perdóneme, perdóneme, se lo ruego.
“Su amigo ausente” (10)
Tal es el poder de conversión del Libro de Mormón.
Ahora bien, quiero aconsejar a todos los jóvenes que, al empezar su servicio misional, se olviden de los misterios. Esto de los misterios me hace recordar a un hombre que se puso de pie para hablar, y dijo: “Y ahora procederé a explicarles algo que el Señor no ha querido revelar todavía”. Los misterios incluyen esos temas especulativos, sobre asuntos que no se han revelado aún o que no podemos comprender. Lo que produce la conversión es la verdad simple y pura que el Espíritu confirma cuando va acompañada del testimonio de un humilde siervo del Señor.
Noveno, debes saber que Satanás será tu adversario y estar preparado para enfrentar su oposición. No dejes que te sorprenda. El quiere que fracases, y el desaliento es una de sus armas. Debes ser valiente y avanzar. Recuerda que el Evangelio ha sido predicado desde el principio con un tanto de dolor y pesar. No esperes que tus experiencias sean muy diferentes. El presidente Wilford Woodruff se refirió de esta manera a los problemas de la obra misional en el pasado:
“En mis primeras misiones, cuando predicaba en los estados del sur -Arkansas, Tennessee y Kentucky- tuve que vadear pantanos y ríos, y caminar a veces mas de cien kilómetros sin probar alimento. En aquellos días considerábamos que era una bendición ir a un lugar donde encontráramos a un miembro de la Iglesia. Una vez recorrí casi doscientos cincuenta kilómetros para encontrar a uno y, cuando llegue., había apostatado y hasta trato de matarme. Luego, después de caminar otros ciento veinte kilómetros, me senté a comer con uno de los del populacho de Misuri que comenzó a maldecirme e insultarme sin cesar … En aquellos tiempos, podíamos viajar cientos y cientos de kilómetros sin encontrar a un solo Santo de las Últimos Días” (11).
Décimo, tu propio testimonio personal es la flecha mas aguda que llevas en tu aljaba. Con frecuencia he mencionado que en los primeros días de nuestra obra misional en Brasil, donde ahora tenemos mas de medio millón de miembros de la Iglesia, no contábamos aún con el libro de Mormón, la Perla de Gran Precio ni Doctrina y Convenios en portugués. Todo lo que teníamos era la Biblia, algunos folletos y nuestro testimonio personal concerniente a la restauración del evangelio, la historia de José Smith y nuestro testimonio del Profeta de la actualidad. La cosecha no era muy abundante, pero algunos de aquellos a los que bautizamos han permanecido fieles, así como sus descendientes hasta la tercera generación, porque fueron convertidos por el potente testimonio de humildes misioneros hace casi sesenta años. Tu no puedes ser responsable de que aquellos a quienes enseñes acepten o no tu testimonio y se N_ unan o no a la Iglesia. No debes pensar que necesitaras satisfacer una cuota de bautismos para tener éxito como misionero. Un antiguo dicho afirma que podemos contar las semillas de una manzana pero no las manzanas que hay en una semilla. I a cosecha es del Señor. Tu responsabilidad consiste en “meter la hoz”. Doctrina y Convenios nos indica claramente lo que se requiere de aquellos que entran en las aguas del bautismo:
“… Todos los que se humillen ante Dios, y deseen bautizarse, y vengan con corazones quebrantados y con espíritus contritos, y testifiquen ante la iglesia que se han arrepentido verdaderamente de todos sus pecados, y que están dispuestos a tomar sobre si el nombre de Jesucristo, con la determinación de servirle hasta el fin, y verdaderamente manifiesten por sus obras que han recibido del Espíritu de Cristo para la remisión de sus pecados, serán recibidos en su iglesia por el bautismo” (12).
Si tienes el Espíritu Santo contigo y por medio de ese Espíritu hablas las palabras del Señor tal como se hallan en las Sagradas Escrituras y que los profetas le nuestros días declaran, Dios afirmara tu mensaje en el corazón de quienes te escuchen.
Pues bien, mis amados jóvenes amigos, la obra misional no es fácil. En realidad, es algo bastante difícil, pero el Senor es el mas grande Administrador del mundo. El abnegado servicio misional es una de las experiencias mas provechosas de la vida; esto se debe en gran parte a que se trata de una asignación divina que el Señor da a Sus siervos humildes y obedientes para bendecir la vida de otros Yo lo sé bien, porque lo he visto manifestarse en la vida de miles de personas y lo he sentido en mi propia vida.
Ruego que todo poseedor del Sacerdocio de Dios este preparado y sea digno de recibir cualquier llamamiento futuro. Y lo hago en el nombre de Jesucristo. Amen.