1990–1999
El Cultivar Atributos Divinos
Octubre 1998


El Cultivar Atributos Divinos

“Obtendremos nuevos grados de espiritualidad y pondremos nuestra vida en una armonía más íntima con Jesucristo dependiendo de cuan plenamente la fe, la esperanza y la caridad pasen a formar parte esencial de nuestra vida”.

A menudo marcamos fechas importantes en nuestro almanaque, como es el caso de los días feriados y los cumpleaños. Las fechas que se repiten todos los años nos ayudan a medir el progreso de nuestra vida. Un acontecimiento anual, como lo es el Año Nuevo, es una época para reflexionar y tomar resoluciones.

La fecha de nuestro bautismo, que conmemora nuestro renacimiento espiritual, es una ocasión digna de tener en cuenta. Nos detenemos a reflexionar acerca de la fecha en que fuimos sellados en el templo porque esa ordenanza nos une para siempre con nuestros seres más queridos. Las entrevistas sobre dignidad, especialmente las entrevistas anuales para la recomendación del templo, nos brindan otra oportunidad para repasar nuestro progreso en el cumplimiento de la gloriosa mayordomía que nuestro Padre Celestial nos ha dado a cada uno de velar y de cuidar de nuestra propia alma. En esas ocasiones, renovamos convenios, ratificamos nuestras promesas y establecemos metas eternas.

Pocos son los acontecimientos significativos que tienen lugar sólo una vez en la vida; por ejemplo, en menos de 15 meses, en 454 días para ser mas preciso, tendremos la experiencia de un Año Nuevo en el que los cuatro números del año calendario cambiaran al mismo tiempo. Encuestas de la opinión publica indican que ese cambio singular en el calendario “es un acontecimiento que se aproxima y sobre el que la gente piensa cada vez más”. Los estudios al respecto muestran que la mayoría de las personas esperan ese momento con “una perspectiva muy positiva”. Un analista dijo que el cambio milenario del calendario “será un acontecimiento sumamente importante en la vida de la gente, una oportunidad para detenerse y comenzar de nuevo”1.

El Ministerio Terrenal Del Salvador

El nacimiento del Salvador es un acontecimiento de inmensurable significado, que ocurrió hace casi 2.000 años. En la mayor parte del mundo, los años del calendario se cuentan hacia adelante o hacia atrás desde el día de Su nacimiento. Él enseñó el Evangelio de arrepentimiento y organizó Su Iglesia, expió los pecados de toda la humanidad y fue crucificado; resucitó, abrió el camino para que todos pudiesen vencer la muerte y, si nos arrepentíamos, nuestros pecados fueran perdonados. Sus enseñanzas establecieron normas de conducta para el ser humano, que perduraran eternamente.

La Segunda Venida Del Salvador

Quizás, con la intención de escapar a los problemas de nuestra época, unas pocas voces proclaman que la segunda venida del Salvador es inminente. Es posible, pero el Señor no pudo haber sido más explícito cuando habló de Su regreso triunfal a la tierra y dijo: “Pero el día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”2. Él enseñó esa verdad en el Monte de los Olivos y la repitió por intermedio del profeta José Smith en una revelación moderna, con estas palabras: “… mas la hora y el día ningún hombre sabe …”3.

Si, llegara el momento en que “… Cristo reinará personalmente sobre la tierra …”4. No cabe la menor duda de que estamos mas cerca ahora que en 1831, cuando el Señor amonestó a los élderes de la Iglesia “… trabajad en mi viña por ultima vez; por vez postrera llamad a los habitantes de la tierra … Porque vendrá el gran Milenio, del cual he hablado por boca de mis siervos”5

No sabemos cuando será el momento preciso de la Segunda Venida, pero sabemos que estamos viviendo en los últimos días y que estamos mas cerca de la Segunda Venida que cuando el Salvador vivió Su vida mortal en el meridiano de los tiempos. Debemos tomar la resolución de comenzar una nueva era de obediencia personal con el fin de prepararnos para Su regreso. Nuestra vida terrenal pasa en un suspiro y es mucho lo que todos tenemos que lograr para prepararnos para reunirnos con Él. Como Santos de los

Últimos Días, “… Todo lo creemos, todo lo esperamos … Si hay algo virtuoso, o bello, o de buena reputación, o digno de alabanza, a esto aspiramos”6. ¿Qué es lo que creemos que nos motivara a seguir adelante? ¿Qué esperamos? ¿Cuales son las cosas virtuosas, bellas o dignas de alabanza que debemos buscar? Yo creo que debemos esforzarnos por cultivar en nuestro interior los rasgos de carácter del Salvador.

FE, ESPERANZA Y CARIDAD

Me vienen a la memoria las palabras del apóstol Pablo: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”7. Esos divinos atributos deben grabarse en nuestro corazón y en nuestra mente para que nos guíen en todo lo que hagamos. En Moroni, leemos: “… Allegaos, pues, a la caridad, que es mayor que todo … quien la posea en el postrer día, le ira bien”8. La caridad puede ser la expresión demostrativa de la fe y de la esperanza. Si se buscan y se obtienen, estos tres elementos fundamentales de carácter celestial permanecerán con nosotros en esta vida y en la vida venidera, una vez que hayamos pasado el velo. Recuerden que “… el mismo espíritu que posea vuestros cuerpos al salir de esta vida … tendrá poder para poseer vuestro cuerpo en aquel mundo eterno”9. No debemos esperar ni un sólo día para intensificar nuestros esfuerzos con el fin de fortalecer esos atributos virtuosos, bellos y dignos de alabanza.

Cuando guardamos los mandamientos del Señor, la fe, la esperanza y la caridad moran con nosotros. Esas virtudes “… destilará[n] sobre [nuestra] alma como rocío del cielo”10 y nos prepararemos para presentarnos ante el Señor y Salvador, Jesucristo, “… sin mancha y sin contaminación”11.

Al leer las Escrituras y meditarlas, me he dado cuenta de que el perfeccionamiento de la fe, la esperanza y la caridad interior es un proceso gradual. La fe hace que nazca la esperanza y, juntas, fomentan la caridad. En Moroni, leemos: “Por tanto, debe haber fe; y si debe haber fe, también debe haber esperanza; y si debe haber esperanza, debe haber caridad también”12. Al principio, esas tres virtudes podrían desarrollarse consecutivamente, pero una vez que se obtienen, se vuelven interdependientes; cada una de ellas es incompleta sin las otras dos; se apoyan y se fortalecen mutuamente. Moroni explicó: “Y a menos que tengáis caridad, de ningún modo seréis salvos en el reino de Dios; ni seréis salvos en el reino de Dios si no tenéis fe; ni tampoco, si no tenéis esperanza”13.

Esas son las características virtuosas, bellas y dignas de alabanza que buscamos. A todos nos es familiar la enseñanza de Pablo: “El amor nunca deja de ser”14. No hay duda de que necesitamos una fortaleza espiritual inquebrantable en nuestras vidas. Moroni registró la revelación de que “… la fe, la esperanza y la caridad [nos] conducen [al Señor], la fuente de toda rectitud”15.

La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días, la Iglesia del Señor restaurada sobre la tierra en la actualidad, nos guía hacia el Salvador y nos ayuda a desarrollar, a cultivar y a fortalecer esos atributos divinos. En realidad, La ha revelado los requisitos necesarios para obrar en Su servicio, con estas palabras: “Y nadie puede ayudar en ella a menos que sea humilde y lleno de amor, y tenga fe, esperanza y caridad …”16.

Mormón enseñó que “… la caridad es el amor puro de Cristo …” y nos exhortó a “pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones, que seáis llenos de este amor que la ha otorgado a todos los que son discípulos verdaderos de su Hijo Jesucristo …”17. Adviértase que la caridad se da sólo a aquellos que la buscan, aquellos que oran fervientemente para obtenerla, aquellos que son discípulos de Cristo. Antes de poder ser llenos de ese amor puro, debemos comenzar por el principio, con el primer principio del Evangelio; debemos tener “… primero, Fe en el Señor Jesucristo …”18.

Fe

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”19. “… La fe no es tener un conocimiento perfecto de las cosas; de modo que si ten[emos] fe, ten[emos] esperanza en cosas que no se ven, y que son verdaderas”20. Los Santos de los Últimos Días pueden disfrutar de la fortaleza de nuestra fe porque nosotros tenemos la plenitud del Evangelio; Si estudiamos, meditamos y oramos, nuestra fe en las cosas verdaderas de Dios, pero que no se ven, aumentara. Aun cuando comencemos con sólo “… un poco de fe … aunque no sea mas que un deseo de creer …”21, con cuidado y atención, una pequeña semilla de fe puede crecer y convertirse en un exuberante y fuerte árbol de fructífero testimonio.

La fe en el Señor Jesucristo nos motiva a arrepentirnos y, mediante el arrepentimiento, que la expiación del Señor ha hecho posible, podemos sentir la apacible paz del perdón de nuestros pecados, nuestras debilidades y nuestros errores. Con fe en un renacimiento espiritual, somos bautizados y recibimos el don del Espíritu Santo.

Nos esforzamos por guardar los mandamientos de Dios con fe en que la obediencia nos ayudara a ser como Él. Gracias a la resurrección de nuestro Salvador, tenemos fe en que la muerte no es el fin de la vida. Tenemos fe en que nuevamente experimentaremos la agradable compañía y el amoroso abrazo de nuestros seres queridos que han partido ya de esta vida terrenal.

Esperanza

Mormón pidió a los santos de su época: “Y ¿qué es lo que habéis de esperar?” A lo que les respondió: “He aquí, os digo que debéis tener esperanza, por medio de la expiación de Cristo y el poder de su resurrección, en que seréis resucitados a vida eterna, y esto por causa de vuestra fe en él, de acuerdo con la promesa”22. En Éter, aprendemos que “… los que creen en Dios pueden tener la firme esperanza de un mundo mejor, sí, aun un lugar a la diestra de Dios; y esta esperanza viene por la fe, [y] proporciona un ancla a las almas de los hombres …”23.

Aun cuando soplen los vientos de la adversidad, nuestro Padre nos mantiene firmes en nuestra esperanza. El Señor ha prometido: “No os dejaré huérfanos …”24 y Él “consagrara [nuestras] aflicciones para [nuestro] provecho”25. Incluso hasta cuando nuestras pruebas nos parezcan abrumadoras, podemos obtener fortaleza y esperanza de la promesa segura del Señor: “… No temáis ni os amedrentéis … porque no es vuestra la guerra, sino de Dios”26.

Caridad

Una vez que la fe crece y se convierte en un testimonio firme y perdurable, dándonos esperanza en el plan de nuestro Padre Celestial; una vez que vemos con el ojo de la fe que somos hijos de un amoroso Padre que nos ha dado el don de Su Hijo para redimirnos, experimentamos un gran cambio en nuestro corazón27; sentimos el deseo de “… cantar la canción del amor que redime …”28 y nuestro corazón desborda de caridad. Al saber que el amor de Dios “… es más deseable que todas las cosas … y el de mayor gozo para el alma”29, deseamos compartir con los demás nuestra dicha; deseamos servirles y bendecirles.

La Familia

“La familia: Una proclamación para el mundo”, declara claramente lo sagrado de la familia y que: “El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y cuidarse el uno al otro, y también a sus hijos”30. Desde temprana edad, se debe enseñar a los hijos que los templos son sagrados y que su meta más importante debe ser entrar en el templo y disfrutar de las bendiciones que nuestro Padre Celestial tiene reservadas para ellos. Todos los aspectos de esa meta sagrada están al alcance de los niños que, a su debido tiempo, se darán cuenta de que esa es la bendición más grande que ellos pueden recibir en esta vida.

Los Templos

Quizás los ideales de la fe, la esperanza y la caridad se hacen más evidentes en los santos templos. Allí, aprendemos el propósito de la vida, fortalecemos nuestro cometido como discípulos de Cristo al hacer convenios sagrados con Él y al sellar a nuestra familia por la eternidad a lo largo de las generaciones. El recibir nuestra investidura en el templo y regresar con frecuencia para efectuar las ordenanzas sagradas por nuestros seres queridos que han muerto, aumenta nuestra fe, fortalece nuestra esperanza y profundiza nuestra caridad. Recibimos nuestra investidura con fe y esperanza de que comprenderemos el plan que tiene el Señor para sus hijos, de que nos daremos cuenta del potencial divino que interiormente tenemos como hijos de nuestro Padre Celestial y de que guardaremos hasta el fin los convenios que hemos hecho. El efectuar las ordenanzas del templo por los muertos es una manifestación de caridad, es ofrecer bendiciones esenciales a quienes nos han precedido, bendiciones que no estuvieron a su alcance durante su vida terrenal. Nosotros tenemos el privilegio de hacer por ellos lo que no pueden hacer por ellos mismos.

El pasado abril, cuando el presidente Gordon B. Hinckley anunció una cantidad sin precedentes de nuevos templos, declaro: “Las ordenanzas del templo se convierten en las bendiciones supremas que la Iglesia tiene para ofrecer”31. Él extiende como nunca esas bendiciones supremas a mas Santos de los Últimos Días. En la Casa del Señor, los miembros fieles de la Iglesia pueden ser investidos “… con poder de lo alto …”32, poder que nos permitirá resistir la tentación; honrar convenios; obedecer los mandamientos del Señor; y expresar un fervoroso e intrépido testimonio del Evangelio a la familia, a los amigos y a los vecinos.

En julio pasado, tuvimos el privilegio de participar con el presidente Hinckley en la dedicación del Templo de Monticello, Utah, el primero de la nueva generación de templos que el Señor ha dado instrucciones a nuestro Profeta de que se construyan mas cerca de los santos. ¡Que maravillosa experiencia fue el estar entre santos fieles que nunca esperaron que se edificara un templo en su ciudad! Esa gente posee una gran fe; algunos de ellos son descendientes de pioneros que tuvieron que atravesar un peligroso desfiladero (Hole-in-the-Rock), quienes sufrieron grandes dificultades, trabajaron y se sacrificaron por muchos años para establecer Sión en los elevados altiplanos del sureste de Utah.33.

Hermanos y hermanas, ¡Cosas extraordinarias están sucediendo en la Iglesia! Avanzamos como nunca antes. El liderazgo del presidente Hinckley nos insta a ponernos a la altura de los acontecimientos. Obtendremos nuevos grados de espiritualidad y pondremos nuestra vida en una armonía mas intimar con Jesucristo dependiendo de cuan plenamente la fe, la esperanza y la caridad pasen a formar parte esencial de nuestra vida. No hay duda de que tendremos problemas y pruebas, pero con mas certeza que nunca tendremos paz y dicha más grandes, porque Él nos ha prometido Su paz.34

Testimonio

Les testifico a ustedes, como testigo especial, que Jesús es el Cristo y que por medio de Su profeta, el presidente Gordon B. Hinckley, preside sobre Su Iglesia. Ruego que cultivemos Sus atributos divinos como preparación para Su regreso a esta tierra. En el nombre de Jesucristo. Amen.

  1. Outlook, NFO Research, Inc. Tomo 8, número 2, verano de 1998.

  2. Mateo 24:36.

  3. D. y C. 49:7.

  4. Articulo de Fe N° 10.

  5. D. y C..43: 28,30.

  6. Articulo de Fe N° 13

  7. I Corintios 13: 13.

  8. Moroni 7:46—47.

  9. Alma 34:34.

  10. D. y C. 121:45.

  11. 1 Pedro 1:19.

  12. Moroni 10:20.

  13. Moroni 10:21.

  14. I Corintios 13:8.

  15. Éter 12:28.

  16. D. y C. 128.

  17. Moroni 7:47-48.

  18. Articulo de Fe N° 4.

  19. Hebreos 11: 1; cursiva agregada.

  20. Alma 32:21.

  21. Alma 32:27. Véanse también los vers. 28-43.

  22. Moroni 7:41.

  23. Éter 12:4.

  24. Juan 14:18.

  25. 2 Nefi 2:2.

  26. 2 Crónicas 20:15.

  27. Véase Alma 5:14.

  28. Alma 5:26.

  29. 1 Nefi 11:22-23.

  30. “La familia: Una proclamación para el mundo”, Liahona, junio de 1996, pág. 10.

  31. “Nuevos templos para proporcionar ‘las bendiciones supremas’ del Evangelio”, Liahona, julio de 1998, pág. 96.

  32. D. y C. 95:8.

  33. Véase Church News, I de agosto de 1998, pág. 4.

  34. Véase Juan 14:27.