1990–1999
Como Vencer El Desaliento
Octubre 1998


Como Vencer El Desaliento

“Si tenemos un poco más de paciencia en las aflicciones y depositamos mas fe en el Señor, podremos encauzar nuestros problemas hacia una buena solución”.

Cuando a un miembro de la Iglesia se le llama a cumplir grandes responsabilidades, es natural que reflexione en los sucesos y en las personas que le han llevado hasta ese punto en la vida. El llamamiento a prestar servicio como Setenta me presenta la oportunidad de expresar agradecimiento a amigos, a familiares -sobre todo a mi esposa, Ruth Ann- y a los misioneros de la Misión Arizona Phoenix. Los quiero mucho a todos ustedes. También espero con ilusión prestar servicio a la maravillosa gente de las Filipinas.

Hace algunos años, se me invitó a participar en una charla fogonera en la cual expuse a grandes rasgos algunas maneras de vencer el desaliento. Al comenzar la presentación, invite a los presentes a anotar en una tarjeta algún problema serio que estuviesen enfrentando y que no les importase que yo diera a conocer en forma anónima a los demás miembros del grupo. Cuando las tarjetas llegaron a mis manos, me sentí asombrado por las serias dificultades a las que hacían frente personas que parecían tener un total dominio de su vida. He aquí algunos de los problemas que anotaron:

  1. No gano ningún dinero con mi granja.

  2. Mi hijo esta desahuciado.

  3. Desavenencias con mi hijo adolescente.

  4. Mi hijo mayor esta casi ciego.

  5. Estoy aprendiendo a aceptar la muerte de mi hijo.

  6. Mi marido ve mas lo negativo que las cosas bellas de la vida.

Muchos enfrentamos problemas considerables. Aun el gran profeta Enoc sufrió profundamente al ver la iniquidad del mundo: “Y al ver esto, Enoc sintió amargura dentro de su alma, y lloró por sus hermanos, y dijo a los cielos: No seré consolado; mas el Señor le dijo: Anímese tu corazón, regocíjate y mira” (Moisés 7:44).

Hay por lo menos tres pasos que se pueden dar al esforzarse por vencer el desaliento:

  1. Ustedes pueden hacer un esfuerzo por cambiar su actitud con respecto al problema. Aun cuando no puedan cambiar las circunstancias en las que trabajen o vivan, siempre pueden cambiar su actitud.

  2. Pueden recibir ayuda de los que estén mas cerca de ustedes: los familiares, los amigos y los miembros del barrio, las personas que los quieren más.

  3. Pueden llegar a tener una confianza más potente y más completa en el Señor Jesucristo.

Cambien su actitud. Si se considera un problema de un modo diferente, puede ser posible reducir el desaliento. Me ha impresionado el relato de la pionera Zina Young. Tras haber enfrentado la muerte de sus padres, la perdida de la cosecha y la enfermedad, se sintió animada por una experiencia espiritual que tuvo y que la hizo cambiar de actitud. Mientras intentaba buscar ayuda divina, oyó la voz de su madre que le decía: “Zina, cualquier marinero puede dirigir un barco en un mar en calma; cuando aparezcan las rocas, esquívalas”. En seguida, rogó en su oración: “Oh, Padre Celestial, ayúdame a ser una buena marinera, para que el corazón no se me rompa en las rocas del dolor” (“Mother”, The Young Women’s Journal, enero de 1911, pág. 45). Si bien muchas veces es difícil cambiar las circunstancias, una actitud positiva servirá para aligerar el desaliento.

Acepten la ayuda de los demás. El siguiente punto importante es estar dispuestos a pedir ayuda a las personas que los rodeen. A veces la ayuda se recibe de formas inesperadas. Hace unos años, mientras hacia cola en el aeropuerto de Chicago para despachar mi equipaje en el avión, había detrás de mi un hombre mayor. Después de unos minutos, me dijo: “¿Adónde va usted?”. Le conteste que iba a Salt Lake City. Y añadió: “Yo también voy allí. ¿Es usted mormón?”. Le respondí que sí. Me dijo entonces que había sido Santo de los Últimos Días toda su vida y que por fin se había preparado para ir al templo. Mientras esperábamos el avión, abrió su maleta para mostrarme todas las fotografías de misioneros que había coleccionado a lo largo de los años. Al cabo de unos minutos, ya en el avión, este despego y tuvimos una magnifica conversación mientras volábamos hacia Utah. Al llegar, salimos rápidamente del avión. Me aseguré de que supiera con exactitud adonde iba y nos despedimos.

Unas semanas después, recibí por correo una tarjeta que decía: “ Estimado hermano Christensen había perdido su dirección, pero felizmente la halle. Y le escribo para decirle que cuando lo conocí en Chicago, nuestro encuentro fue la respuesta a una oración. Yo nunca viajo a ningún sitio y deseaba estar con alguien. He pensado en usted muchas veces. Pase momentos muy felices en Salt Lake City, en el templo. Espero volver a verle algún día. Muchas gracias por la ayuda que usted fue para mí”. No me había propuesto ser útil aquel día, pero me siento agradecido por ese hermano que pidió ayuda extra y también me siento agradecido por haber estado yo cerca para ayudarle.

Adquieran mas confianza en el Señor. Ya he hablado del cambiar la actitud y del recibir ayuda de los demás. En seguida, deseo mencionar la necesidad de poner mas confianza y más fe en cl Señor. Una vez hable con una hermana que recibió ayuda en medio de su desaliento. Mientras esperaba a que empezara una sesión del templo, tomo un ejemplar del Libro de Mormón para leer un versículo. Reparo en Alma 34:3: “Y como le habéis pedido a mi amado hermano que os haga saber lo que debéis hacer, a causa de vuestras aflicciones; y el os ha dicho algo para preparar vuestras mentes; si, y os ha exhortado a que tengáis fe y paciencia”. Ese versículo de Alma fue una respuesta a su oración. El mensaje era sencillo: el problema que tenía iba a tardar largo tiempo en resolverse. Si tenemos un poco mas de paciencia en las aflicciones y depositamos mas fe en el Señor, podremos encauzar nuestros problemas hacia una buena solución.

En Doctrina y Convenios leemos esto: “Si estas triste, clama al Señor tu Dios con suplicas, a fin de que tu alma se regocije” (D. y C. 136:29).

Ruego que todos apreciemos los problemas que tengamos e intentemos mejorar nuestra actitud aun cuando los problemas sigan existiendo. Pidamos ayuda a nuestros amigos y a nuestros familiares. También testifico que Jesucristo vive y que Él nos ayudara en medio de nuestro desaliento si con humildad pedimos Su amor. En el nombre de Jesucristo. Amen.