Demos Gracias
“¿Damos gracias a Dios ‘por su don inefable’ y por las ricas bendiciones que tan abundantemente nos otorga?”
En una tierra lejana, hace ya mucho tiempo, Jesús viajaba hacia Jerusalén y “pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y acontecido que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postro rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y este era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado”1.
En el salmo numero 30, David ruega: “Jehová Dios mío, te alabaré para siempre”2.
El apóstol Pablo proclamó en su epístola a los corintios: “¡Gracias a Dios por su don inefable!”3, y a los tesalonicenses “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios”4.
Hermanos y hermanas, ¿damos gracias a Dios “por su don inefable” y por las ricas bendiciones que tan abundantemente nos otorga?
¿Nos detenemos a cavilar en las palabras de Ammón: “Ahora bien, hermanos míos, vemos que Dios se acuerda de todo pueblo, sea cual fuere la tierra en que se hallaren; sí, él tiene contado a su pueblo … [de] toda la tierra. Este es mi gozo y mi gran agradecimiento; sí, y daré gracias a mi Dios para siempre”?5.
Robert W. Woodruff, un prominente líder de negocios del pasado, hizo una gira por los Estados Unidos dando conferencias sobre lo que él titulaba “Curso condensado sobre relaciones humanas”. En su mensaje, dijo que la palabra más importante del vocabulario era: “Gracias”.
Thank you, danke, merci, cualquiera que sea el idioma que se hable, la palabra “gracias”, expresada con frecuencia, alegrara el espíritu, aumentara las amistades y edificara la vida hacia un camino mas elevado en la jornada hacia la perfección. Existe simplicidad, incluso sinceridad, cuando se emplea la palabra “gracias”.
En un articulo que salió en un periódico hace algunos años se refleja la belleza y elocuencia de una expresión de gratitud:
El viernes pasado, la policía del distrito de Columbia remató aproximadamente 100 bicicletas que no habían sido reclamadas. “Un dólar”, dijo un niño de once años al empezar el remate de la primera bicicleta. Por supuesto, las ofertas fueron mucho más altas. “Un dólar”, repetía el niño, con la esperanza de lograr una cada vez que remataban otra bicicleta.
El subastador, que había rematado bicicletas robadas o perdidas durante 43 años, se percató que las esperanzas del niño parecían aumentar cada vez que salta una bicicleta de carrera.
Entonces quedó la última [bicicleta] de carrera. Las ofertas subieron hasta ocho dólares. “¡Vendida a ese niño que esta allí, por nueve dólares!”, dijo el subastador. Entonces sacó ocho dólares de su propio bolsillo y le pidió el dólar al muchacho. El pequeño se lo entregó en monedas de a centavo, de a cinco y de a diez; tomó su bicicleta y se dispuso a retirarse. Pero tan sólo camino unos cuantos pasos. Después de estacionar cuidadosamente su nueva posesión, regresó, y, agradecido, abrazó al subastador, y se echó a llorar.
¿Cuándo fue la última vez que sentimos una gratitud tan profunda como la de ese niño? Quizás lo que otras personas hagan por nosotros no sea tan conmovedor, pero ciertamente hay actos que justifican nuestras expresiones de gratitud.
El himno que se cantaba con frecuencia en la Escuela Dominical durante mi juventud infundía un espíritu de gratitud a lo mas profundo de nuestras almas:
Cuando te abrumen penas y dolor,
cuando tentaciones rujan con furor,
ve tus bendiciones; cuenta y veras
cuantas bendiciones de Jesús tendrás6.
El astronauta Gordon Cooper, mientras giraba alrededor de la tierra hace mas de treinta años, ofreció esta dulce y sencilla oración de agradecimiento: “Padre, gracias, especialmente por permitirme volar en este viaje. Te agradezco el privilegio de estar en esta asignación, de estar en este extraordinario lugar, contemplando todas estas asombrosas y maravillosas cosas que has creado”7.
Estamos agradecidos por las bendiciones que no podemos medir, por los dones que no podemos evaluar … “por los libros, la música, el arte y por las grandes invenciones que hacen posible estas bendiciones; por la risa de los niños; por los medios disponibles para aliviar el sufrimiento humano y aumentar el gozo de la vida; por todo lo bueno y edificante”8.
El profeta Alma exhorto: “Consulta al Señor en todos tus hechos, y el te dirigirá para bien; sí, cuando te acuestes por la noche, acuéstate en el Señor, para que el te cuide en tu sueño; y cuando te levantes por la mañana, rebose tu corazón de gratitud a Dios; y si haces estas cosas, serás enaltecido en el postrer día”9.
Deseo mencionar tres casos en que considero que el dar “gracias” en forma sincera podría alegrar un corazón dolorido, inspirar una buena obra y hacer que las bendiciones del cielo estén mas cerca para ayudarnos a enfrentar las tribulaciones de nuestra época.
Primero, quisiera pedir que agradezcamos a nuestros padres la vida, su cuidado, su sacrificio y el esforzarse por darnos un conocimiento del plan de felicidad de nuestro Padre Celestial.
Desde el Sinaí, las palabras estremecen nuestra conciencia: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”10.
No sé de expresión más cariñosa dirigida hacia un padre que la de nuestro Salvador cuando estaba en la cruz: “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”11.
Segundo, ¿hemos pensado alguna vez en algún maestro de la escuela o de la Iglesia que pareció infundir en nosotros el deseo de aprender, el deseo de comprometernos a vivir con honor?
Se cuenta la historia de un grupo de hombres que conversaban sobre las personas que habían surtido una buena influencia en la vida de ellos y por quienes estaban agradecidos.
Uno de ellos recordó a una maestra de la secundaria que lo había hecho interesarse en Tennyson [poeta británico]. Decidió escribirle y darle las gracias. Con el tiempo, llegó la respuesta de la maestra, escrita con letra temblorosa y débil:
“Mi querido Willie:
No te puedo expresar lo mucho que tu carta significo para mí. Tengo mas de 80 años; vivo sola en una pequeña habitación; cocino mis propios alimentos, vivo solitaria, como la última representante de mis tiempos. Quizás te interese saber que enseñé en la escuela durante 50 años y que tu carta es la primera nota de agradecimiento que jamás he recibido. Me llegó una mañana triste y fría y me alegró como nada lo había hecho por muchos años”.
Tenemos una deuda eterna de gratitud para con todos aquellos, presentes y pasados, que han dado tanto de sí mismos, para que nosotros pudiésemos disfrutar de tantas cosas.
Tercero, deseo mencionar la expresión de “gracias” que se da a un amigo. Los años de la adolescencia pueden ser difíciles para los jóvenes, como también para los padres de ellos; son épocas de pruebas para los jóvenes y para las jovencitas; todos los muchachos desean pertenecer al equipo de fútbol; todas las jovencitas desean ser elegidas reina del estudiantado. El pasaje: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos”12, se aplicaría muy bien en este caso.
Permítanme compartir con ustedes un milagro de nuestros días que ocurrió hace mas o menos un año en la escuela secundaria Murray, cerca de Salt Lake City, donde cada persona resultó ganadora y donde no hubo perdedores.
Un articulo del periódico realzó el evento con el titular: “Verdadero espíritu en fiesta estudiantil: Alumnos eligen a dos jovencitas discapacitadas como reinas de Murray”. El artículo empezó así: “Ted y Ruth Eyre hicieron lo que todo padre haría. Cuando su hija Shellie llego a calificar como finalista para el concurso de reina estudiantil de la escuela secundaria Murray, le aconsejaron que tuviera espíritu comprensivo en caso de que no ganara. Le explicaron que sólo una de 10 candidatas sería elegida reina … El jueves por la noche, cuando los oficiales del cuerpo estudiantil coronaron a la reina de la escuela en el gimnasio de ese centro docente, Shellie Eyre, por el contrario, experimentó aceptación. La jovencita de 17 años, que había nacido con el síndrome Down, fue seleccionada por sus compañeros como la reina estudiantil … Mientras Ted Eyre escoltaba a su hija hasta la cancha del gimnasio donde se presentaría a las candidatas, el público irrumpió en una ensordecedora aclamación y aplausos. Los recibieron con una ovación de pie …”
Se ofreció una ovación similar a las damas de honor de Shellie, una de las cuales, April Pearson, tiene discapacidades físicas y mentales como resultado de una hemorragia cerebral sufrida cuando tenía sólo 10 años.
Una vez terminadas las ovaciones, el vice rector de la escuela, Glo Merril, dijo: “‘Esta noche … los alumnos votaron por la belleza interior’… Obviamente conmovidos, los padres, los administradores educacionales y los alumnos lloraron sin reservas. Una estudiante dijo: ‘Estoy tan contenta; llore cuando se presentaron. Creo que la Secundaria Murray es maravillosa por hacer eso”13.
Extiendo un sincero “gracias” a todos y a cada una de las personas que hicieron de esa noche algo inolvidable. Parecen apropiadas las palabras del poeta escocés James Barrie: “Dios nos dio recuerdos para que pudiésemos tener flores de verano en el invierno de nuestra vida”.
En agosto de este año ocurrió una tragedia en el municipio de Salt Lake; se informó de ella en la prensa tanto local como nacional. Cinco hermosas niñitas tan tiernas, tan radiantes, tan queridas para esconderse, como lo hacen a menudo los niños cuando juegan a las escondidas, se metieron en el maletero del auto de uno de los padres. La puerta del maletero se cerro, no pudieron escapar y todas perecieron por la excesiva exposición al calor.
La comunidad entera fue muy gentil, cariñosa y atenta ante el fallecimiento de Alisha, Ashley, McKell, Audrey y Jaesha. Se brindaron flores, comidas, llamados telefónicos, visitas y oraciones.
Al domingo siguiente a ese devastador suceso, largas filas de automóviles llenos de entristecidos ocupantes pasaron lentamente frente al hogar de la familia Smith, el lugar del accidente. Mi esposa y yo quisimos estar entre aquellos que expresaban sus condolencias de esa forma. Al pasar frente a la casa, sentimos que estábamos en terreno sagrado. Literalmente avanzamos a paso de tortuga por esa calle. Era como si pudiésemos visualizar la señal de tránsito que decía “Por favor, maneje despacio, hay niños jugando”. Los ojos se nos llenaron de lágrimas y la compasión brotó de nuestros corazones.
Durante el funeral, y durante la noche anterior, miles de personas pasaron ante los ataúdes y expresaron su apoyo a los adoloridos padres y abuelos. En dos de las tres familias, esas niñas eran los únicos hijos que tenían.
Con frecuencia la muerte llega como una intrusa; es una enemiga que aparece súbitamente en medio del espectáculo de la vida, apagando sus candilejas y disipando su alegría; visita a los ancianos que ya caminan con paso inseguro; su llamado llega a oídos de aquellos que todavía no han alcanzado la mitad de la jornada y, muchas veces, acalla las alegres risas de los niños.
El consejo que di en el servicio funerario de los cinco angelitos fue:
“Hay una frase que deben borrar de sus pensamientos y de las palabras que emitan en voz alta: “Si tan sólo”. Es contraproducente y no conduce a un espíritu de sanidad ni de paz. Mas bien, recuerden las palabras de Proverbios: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y cl enderezara tus veredas”14.
Antes de que cerraran los ataúdes, noté que cada niña sostenía un juguete favorito, un juguete suave al cual abrazar. Reflexioné en las palabras del poeta Eugene Field:
El perrito de juguete, cubierto de polvo
pero resistente y firme allí se mantiene;
y el soldadito de plomo, lleno de herrumbre
el arma cubierta de moho erguido sostiene.
Tiempo ha el perrito de felpa era nuevo
y el soldado tenía el uniforme brillante;
fue en ese entonces que nuestro niñito
los besó tiernamente y los puso en su estante.
“No os vayáis hasta que yo vuelva” les dijo.
“Portaos bien. Estad en silencio, que ya volveré”.
Después con su paso confiado de niño a su camita
a sonar con sus amados juguetes se fue.
Y mientras sonaba, el canto de un ángel
despertó a nuestro hermoso pequeñito.
¡Cuantos largos años han pasado ya!
Mas aun lo esperan sus fieles amiguitos.
En el mismo lugar en que él los dejó
leales a su tierno dueño se mantienen,
esperando la caricia de una manecita
y la dulce sonrisa de aquel que no vuelve.
Y a través de los largos años de la espera,
aferrados a aquella promesa distante,
se preguntaran que ha sido del dulce niñito
que los beso tiernamente y los puso en su estante. 15
El perrito y el soldadito de plomo se lo podrán preguntar, pero Dios, en Su misericordia infinita, no permite que los seres queridos tengan dudas. La ha dado la verdad; Él inspirara una búsqueda hacia lo alto y Sus brazos nos estrecharan. Jesús prometió a todos y a cada uno que sufre: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”16.
Existe solo una fuente de paz verdadera. Yo estoy seguro de que el Señor, que sabe cuando un pajarillo cae a tierra, mira con compasión a aquellos que han sido llamados a separarse, aunque sea en forma temporal, de sus preciosos hijos. Se necesitan con desesperación los dones de sanidad y de paz, y Jesús, por medio de Su expiación, nos los ha proporcionado.
El profeta José Smith habló palabras inspiradas de revelación y consuelo: “Todos los niños que mueren antes de llegar a la edad de responsabilidad se salvan en el reino de los cielos”17.
“… cuando la madre [y el padre] queda privada del placer y gozo de criar a su niño hasta el estado maduro de hombre o mujer en esta vida, por causa de la muerte, tal privilegio le será devuelto en la vida venidera, y disfrutara de cl con una plenitud mas completa de lo que le habría sido posible hacerlo aquí”18. Esto es como el bálsamo de Galaad para los que lloran, para aquellos que han amado a sus preciosos hijos y los han perdido.
El salmista nos proporcionó esta seguridad “Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría” 19.
El Señor dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo … En la casa de mi Padre muchas moradas hay: si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros … para que donde yo estoy, vosotros también estéis”20.
Expreso mi profundo agradecimiento a un Padre Celestial amoroso que da a ustedes, a mi y a todo el que busque con sinceridad, el conocimiento de que la muerte no es el fin; de que Su Hijo -nuestro Salvador Jesucristo- murió para que nosotros pudiéramos vivir. Los templos del Señor se esparcen por las tierras de muchos países; se hacen convenios sagrados; la gloria celestial aguarda a los obedientes; las familias pueden estar juntas: para siempre.
El Maestro nos invita a todos: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”21.
Que todos lo logremos, es mi humilde oración de agradecimiento, en el nombre de Jesucristo. Amén.