Gratitud: Un sendero hacia la felicidad
La gratitud es un principio lleno del Espíritu; nos hace reconocer un universo en el que está presente la riqueza de un Dios viviente.
Esta tarde tengo el honor de representar a aquellas líderes de la Sociedad de Socorro que, en este mismo tabernáculo, compartieron las doctrinas del reino, recalcaron la importancia de la función de la mujer en el hogar y en la familia, se brindaron servicio caritativo unas a otras y les recordaron a sus hermanas la alegría que proviene de un recto vivir.
Desde este púlpito en 1870, Eliza R. Snow les hizo a miles de mujeres una pregunta que quisiera repetir hoy: “¿Saben de algún lugar sobre la faz de la tierra donde la mujer tenga más libertad y donde disfrute de tan supremos y gloriosos privilegios que aquí, como Santo de los Últimos Días?”1. Doy testimonio de que las mujeres de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días disfrutan de sublimes y gloriosos privilegios.
La cesta de bendiciones
Permítanme contarles un dulce relato. Una familia pasaba por tiempos difíciles; les resultaba difícil dejar de pensar en esos desafíos. La madre escribió: “Nuestro mundo se había desmoronado, así que acudimos a nuestro Padre Celestial para que nos guiara. Casi de inmediato, nos dimos cuenta de que estábamos rodeados de bondad y de palabras de ánimo por todas partes. Como familia, empezamos a expresarnos gratitud a diario unos a otros, así como al Señor. Una amiga íntima me comentó que nuestra ‘cesta de bendiciones’ rebosaba. De esa conversación resultó un tipo de juego que a mis hijos y a mí nos gustó mucho. Todas las noches, antes de decir la oración familiar, hablábamos de lo que había sucedido ese día y después hablábamos de las muchas bendiciones que se habían agregado a nuestra ‘cesta de bendiciones’. Cuanta más gratitud expresábamos, más teníamos que agradecer. Sentimos el amor del Señor de manera palpable a medida que se presentaban oportunidades para progresar”2.
¿Cómo se beneficiaría su familia si contara con una “cesta de bendiciones”?
Un principio lleno del Espíritu
La gratitud requiere reconocimiento y esfuerzo, no sólo para sentirla, sino para expresarla. Con frecuencia no reconocemos la mano del Señor; murmuramos, nos quejamos, nos oponemos, criticamos; muchas veces no demostramos gratitud. En el Libro de Mormón aprendemos que los que murmuran no conocen “la manera de proceder de aquel Dios que los… [creó]”3. El Señor nos aconseja que no murmuremos, ya que eso dificulta que el Espíritu obre en nosotros.
La gratitud es un principio lleno del Espíritu; nos hace reconocer un universo en el que está presente la riqueza de un Dios viviente; mediante ella llegamos a ser espiritualmente conscientes de la maravilla de las cosas más insignificantes, las cuales alegran nuestro corazón con sus mensajes del amor de Dios. Este agradecido reconocimiento intensifica nuestra sensibilidad a la guía divina. Cuando expresamos gratitud, nos llenamos del Espíritu y nos conectamos a las personas que nos rodean y a Dios. La gratitud inspira felicidad y conlleva la influencia divina. “… [vivid] cada día en acción de gracias”, dijo Amulek, “por las muchas misericordias y bendiciones que él confiere sobre vosotros”4.
Las misericordias y las bendiciones vienen de diferentes maneras, a veces como cosas difíciles. Sin embargo, el Señor dice: “Darás las gracias al Señor tu Dios en todas las cosas”5. Todas las cosas significa precisamente eso: las cosas buenas y las cosas difíciles, no sólo algunas cosas. Él nos ha mandado que seamos agradecidos porque sabe que el serlo nos hará felices, lo cual es otra evidencia de Su amor.
¿Cómo se sienten cuando alguien les expresa gratitud? Un domingo me senté al lado de una hermana en la Sociedad de Socorro y llegué a conocerla un poco mejor. Unos días después, recibí un correo electrónico: “Gracias por sentarse al lado de mi hija en la Sociedad de Socorro y por pasarle el brazo por el hombro. Nunca sabrá lo que eso significó para ella y para mí”6. Las palabras de esa madre me sorprendieron y me hicieron feliz.
¿Qué sienten al expresar gratitud a otra persona? Me gustaría expresar gratitud a alguien que se preocupa por mis nietos. Hace unos meses, durante una visita a Texas, le pedí a Thomas, de seis años, que me hablara de su obispo. Dijo: “Abuelita, sabrás quién es; lleva traje oscuro, camisa blanca como papá, zapatos lustrados y corbata roja; usa lentes y siempre tiene una sonrisa”. Reconocí al obispo de Thomas tan pronto como lo vi y mi corazón se llenó de gratitud por él. Gracias, obispo Goodman, y a todos ustedes, maravillosos obispos.
Una expresión de fe
En el capítulo 17 de Lucas se halla la experiencia que tuvo el Salvador cuando sanó a los diez leprosos. Como recordarán, sólo uno de los leprosos que fueron sanados regresó para expresar su agradecimiento. ¿No es interesante que el Señor no dijo: “tu gratitud te ha salvado”? Más bien, dijo: “tu fe te ha salvado”7.
El Salvador reconoció la expresión de gratitud del leproso como una expresión de su fe. Cuando oramos y expresamos gratitud a un amoroso Padre Celestial que no vemos, también expresamos nuestra fe en Él. La gratitud es el dulce reconocimiento de la mano del Señor en nuestra vida; es una expresión de nuestra fe.
La gratitud en las tribulaciones: bendiciones ocultas
En 1832, el Señor vio la necesidad de preparar a la Iglesia para futuras tribulaciones. Las tribulaciones son aterradoras y, aún así, el Señor dice: “…sed de buen ánimo, porque yo os guiaré. De vosotros son el reino y sus bendiciones, y las riquezas de la eternidad son vuestras.
“Y el que reciba todas las cosas con gratitud será glorificado”8.
La clase de gratitud que incluso recibe las tribulaciones con acción de gracias requiere un corazón quebrantado y un espíritu contrito, la humildad para aceptar lo que no se puede cambiar, la disposición de dejar todo a cargo del Señor, aun cuando no comprendemos, el agradecimiento por oportunidades ocultas que se darán a conocer. Entonces viene el sentimiento de paz.
¿Cuándo fue la última vez que le dieron gracias al Señor por una prueba o una tribulación? La adversidad nos impulsa a ponernos de rodillas; ¿hace lo mismo la gratitud por la adversidad?
El presidente David O. McKay observó: “En el amargo frío de la adversidad encontramos la verdadera prueba de nuestra gratitud… la cual… es más profunda que las circunstancias de la vida, ya sean tristes o felices”9.
Conclusión
A mis excepcionales y fieles hermanas de la Iglesia: gracias por las maneras en que extienden el amor del Señor por medio del servicio; por cuidar a las familias que pierden un ser querido, por su cuidado como maestras visitantes, por su deseo de edificar el testimonio de los niños al prestar servicio en la Primaria, por su tiempo al preparar a las jovencitas a llegar a ser mujeres. Gracias por su devoción. He sentido el amor del Señor a través de su fidelidad; he tenido la bendición de servir entre ustedes; mi corazón rebosa de gratitud y de amor por cada una de ustedes. Siento también profunda gratitud por los hermanos del sacerdocio con quienes he servido.
Mi más profunda gratitud es hacia mi Salvador, un Hijo obediente que hizo todo lo que Su padre le pidió, y que expió por cada uno de nosotros. Al recordarlo y reconocer Su bondad, deseo ser como Él. Ruego que se nos bendiga para que sintamos a diario el amor del Señor en nuestra vida. “¡Gracias a Dios por su don inefable!”10. En Su sagrado nombre, Jesucristo. Amén.