Andemos en la luz
Todos los días, y casi a cada hora, ustedes toman decisiones que las mantienen en la luz o que las desvían hacia las tinieblas.
La vida es un trayecto que nuestro Padre Celestial diseñó amorosamente para cada uno de nosotros. Todos tenemos experiencias y características singulares, pero nuestra jornada comenzó en el mismo lugar antes de que viniésemos a este mundo.
Todos recibimos instrucción de Elohim, el Padre de nuestro espíritu. Lo amábamos y deseábamos ser como Él y estar con Él para siempre. Él nos dijo claramente lo que se requeriría de nosotros para tener gozo. Tendríamos que recibir un cuerpo físico, con todas las pruebas que ello supondría. Estaríamos sujetos a la enfermedad y nuestro cuerpo sufriría determinados procesos que finalmente lo conducirían a la muerte; además, nuestro cuerpo también tendría un fuerte deseo de obtener satisfacción física.
Nuestro Padre Celestial nos explicó lo que se necesitaría para pasar de donde estábamos en ese entonces para estar con Él eternamente y vivir como Él vive. Pasaríamos por esta vida sin el recuerdo del tiempo que pasamos con Él en el mundo de los espíritus, y el único medio de regresar a Él sería que venciésemos la muerte física y los efectos del pecado que resultarían si quebrantábamos los mandamientos. Dijo que no podríamos superar los efectos de la muerte ni del pecado por nosotros mismos, sin que tuviésemos un Salvador que rompiera las ligaduras de la muerte y preparara un medio por el cual fuésemos limpios del pecado que ciertamente cometeríamos.
Por medio de las Escrituras que Dios reveló por conducto de los profetas, ustedes saben que se produjo una rebelión en el mundo de los espíritus cuando se nos presentó el plan para nuestra jornada. Aquellos que se rebelaron no deseaban aceptar al Salvador, ni tener que depender de Él, ni correr el riesgo de no volver de nuevo al Padre Celestial. Cada una de ustedes estaba entre los valientes, los fieles y los leales en ese conflicto. Ustedes aceptaron al Salvador y el plan para este trayecto que nos llevará de regreso al gozo de la presencia de nuestro Padre Celestial.
Ustedes son extraordinarias, aun de entre aquellos que escogieron lo correcto en la batalla del mundo de los espíritus. Merecieron venir a la tierra y realizar este trayecto en una época en la que el evangelio de Jesucristo estaría en la tierra. Y de entre los miles de millones de los hijos de nuestro Padre Celestial que viven en la actualidad, ustedes tuvieron el privilegio de hallar el evangelio de Jesucristo y Su Iglesia verdadera. Es más, el hecho de que estén aquí esta noche indica que eligieron realizar el trayecto de la vida, caminando en la luz.
A cada hijo de nuestro Padre Celestial que llega a este mundo se le da, en el momento de nacer, el don gratuito de la luz de Cristo. Ustedes ya lo han percibido; es ese sentido que nos indica lo que es bueno y lo que es malo, lo que es verdadero y lo que es falso; y eso ha sido parte de ustedes desde el inicio de su trayecto en la vida. El hecho de que se hayan bautizado y hayan recibido el Espíritu Santo es evidencia de que ustedes escogieron caminar en la luz de Cristo.
Cuando fueron confirmadas miembros de la Iglesia, se les concedió el derecho de tener al Espíritu Santo como compañero. El Espíritu Santo es una poderosa fuente de luz para reconocer la verdad, seguir al Señor Jesucristo y amarlo, y hallar el camino de regreso a Dios después de esta vida.
Pero el espíritu que estuvo al frente de la rebelión en el mundo anterior sigue oponiéndose al plan y quiere que ustedes sean miserables; él desea que nunca hallen el camino de regreso a casa. Ese enemigo de sus almas las conoce y sabe de la bondad de ustedes. Sabe que si logra impedir que caminen en la luz, las capturará y evitará que ayuden a otras personas durante el trayecto. Él sabe cuán buenas son ustedes y conoce el poder que tienen para enseñar a cientos de hijos de nuestro Padre Celestial en esta vida e influir en ellos, así como en miles de las generaciones que sigan el camino de ustedes. Si tan sólo logra que durante su jornada se desvíen de la luz, dañaría y hundiría a miles en la miseria.
El hecho de que se hallen aquí, escuchando, demuestra que Dios reconoce cuán importantes son y que han sido escogidas para caminar en la luz que Él ofrece. Las decisiones como ésas no siempre se ven con claridad. Todos los días, y casi a cada hora, ustedes toman decisiones que las mantienen en la luz o que las desvían hacia las tinieblas. Algunas de las decisiones más importantes son aquéllas a las que entregan su corazón.
Hay muchísimas cosas que tal vez ustedes consideren deseables. Por ejemplo, hasta cierto grado, todos deseamos la aprobación de los demás; todos deseamos y necesitamos tener amigos; todos buscamos alguna evidencia de que somos personas de valor. Nuestras decisiones se basan en esos deseos. Algunas quizás nos alejen de la luz que Dios nos ofrece para orientarnos, mientras que otras podrían aumentar esa luz que nos permite hallar el camino.
Al mirar atrás, me doy cuenta de que no era consciente de la importancia de algunos de esos deseos y decisiones. Yo deseaba formar parte de equipos de atletismo, quería destacarme en los estudios, anhelaba tener amigos buenos y leales. Cuando tomé decisiones basándome en esos deseos, me alejaron de la luz o me acercaron a ella más de lo que me imaginaba.
Algunos de mis logros y algunas de mis amistades eran elementos importantes relacionados con mi percepción de la luz, mientras que otros me alejaban de ella más de lo que me imaginaba en aquel entonces. De forma significativa y perdurable, las decisiones que tomé para satisfacer mis deseos de tener amigos y gozar de cierto reconocimiento me acercaban o me alejaban de la luz que me guiaba por mi camino.
Hace mucho tiempo, nuestro Padre Celestial nos enseñó, por conducto de Sus profetas, la forma de reconocer qué decisiones son las más importantes, por qué lo son y cómo tomarlas.
Las palabras de Moroni, que cita a su padre, Mormón, son las que mejor la resumen. Hubiera deseado haberlas comprendido mejor cuando tenía la edad de ustedes, y ruego que el Señor las haga llegar hasta su corazón en esta tarde.
“Mas he aquí, lo que es de Dios invita e induce a hacer lo bueno continuamente; de manera que todo aquello que invita e induce a hacer lo bueno, y a amar a Dios y a servirle, es inspirado por Dios.
“Tened cuidado, pues… de que no juzguéis que lo que es malo sea de Dios, ni que lo que es bueno y de Dios sea del diablo.
“Pues he aquí, mis hermanos, os es concedido juzgar, a fin de que podáis discernir el bien del mal; y la manera de juzgar es tan clara, a fin de que sepáis con un perfecto conocimiento, como la luz del día lo es de la obscuridad de la noche”1.
Las Escrituras nos hablan sobre la fuente y el poder de la luz.
“Pues he aquí, a todo hombre se da el Espíritu de Cristo para que sepa discernir el bien del mal; por tanto, os muestro la manera de juzgar; porque toda cosa que invita a hacer lo bueno, y persuade a creer en Cristo, es enviada por el poder y el don de Cristo, por lo que sabréis, con un conocimiento perfecto, que es de Dios.
“Pero cualquier cosa que persuade a los hombres a hacer lo malo, y a no creer en Cristo, y a negarlo, y a no servir a Dios, entonces sabréis, con un conocimiento perfecto, que es del diablo; porque de este modo obra el diablo, porque él no persuade a ningún hombre a hacer lo bueno, no, ni a uno solo; ni lo hacen sus ángeles; ni los que a él se sujetan”2.
Ahora veo, mejor que cuando era joven, cómo podría haber empleado esa guía. Hubo equipos con jugadores y entrenadores que me alentaron a hacer lo bueno; pero hubo otros que no. Tuve amigos, algunos de los cuales no eran miembros de la Iglesia, que influyeron en mí para hacer el bien y recordar al Salvador.
Tuve compañeros de estudios y maestros cuya aprobación busqué y que de algún modo me ayudaron a querer hacer lo correcto y a ampliar mis sentimientos por el Salvador. Fui bendecido para encontrar el camino; pero las cosas podrían haber salido mejor si hubiese entendido tanto la importancia de mis decisiones como la forma de escoger.
Mormón lo sabía. Si hubiera leído con más detenimiento sus palabras y las de otros como él en el Libro de Mormón, habría sido más bendecido y más protegido. Éstas son sus palabras:
“…en vista de que conocéis la luz por la cual podéis juzgar, la cual es la luz de Cristo, cuidaos de juzgar equivocadamente; porque con el mismo juicio con que juzguéis, seréis también juzgados.
“Por tanto, os suplico… que busquéis diligentemente en la luz de Cristo, para que podáis discernir el bien del mal; y si os aferráis a todo lo bueno, y no lo condenáis, ciertamente seréis hijos de Cristo.
“Y ahora bien… ¿cómo es posible que os aferréis a todo lo bueno?”3
Es por la fe que ustedes pueden aferrarse a todo lo bueno. Ruego de todo corazón que su fe aumente al saber que son hijas de un Dios amoroso. Les testifico que se encuentran entre las valientes que han llegado a este momento de sus vidas. Así como están en el punto de mira del enemigo de toda rectitud, también gozan de la protección y del cuidado de su Padre Celestial y del Señor Jesucristo. Ellos las conocen; conocen todas las fuerzas y las personas que las rodean. Saben lo que les aguarda, y por eso saben cuáles de las decisiones que tomen, cuáles de los deseos que decidan satisfacer y cuáles de las circunstancias en las que se hallen serán trascendentales para que sigan caminando en la luz. Testifico que por medio del Espíritu de Cristo y por el Espíritu Santo pueden superar con confianza cualquier dificultad que se les presente. Dado que ustedes son de tan inmenso valor, tal vez algunas de las pruebas que tengan sean muy difíciles. Nunca se desanimen ni tengan miedo. El camino para superar las dificultades ya les ha sido preparado, y lo hallarán si ejercitan la fe.
Deben tener fe para orar; deben tener fe para meditar en la palabra de Dios; deben tener fe para hacer aquellas cosas e ir a aquellos sitios que inviten al Espíritu de Cristo y al Espíritu Santo.
Les prometo que en los próximos días sentirán la iluminación del Espíritu de Cristo y del Espíritu Santo en la vida cotidiana. Al caminar en la luz, sentirán en ese momento una porción de la calidez y la felicidad que por fin será suya cuando nuevamente sean recibidas en el hogar, junto a los cientos y quizás miles de personas que llevarán consigo y que caminaron en la luz gracias a que ustedes también lo hicieron.
Ésta es la Iglesia verdadera de Jesucristo. Hay un profeta viviente, Thomas S. Monson, así como también hay verdaderos siervos y ángeles para ayudarles a lo largo del sendero iluminado. De ello testifico en el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.