“¡Oh ese sutil plan del maligno!”
Hay esperanza para los adictos, y esta esperanza llega mediante la expiación del Señor Jesucristo
Hermanos y hermanas, la llegada del otoño aquí en las Montañas Rocosas trae consigo los gloriosos colores de las hojas que pasan del verde a los resplandecientes anaranjados, rojos y amarillos. Durante el otoño, toda la naturaleza se encuentra en un estado de transición preparándose para la fría y austera belleza del invierno.
El otoño es una época particularmente emocionante para los pescadores con mosca, ya que con un hambre casi insaciable las truchas salen a darse un banquete para fortificar su cuerpo contra la escasez de alimentos durante el invierno.
El objetivo de la pesca con mosca es atrapar truchas mediante un hábil engaño. El pescador experto estudia el comportamiento de las truchas, el clima, las corrientes de agua, los insectos que comen y cuándo esos insectos encoban. A veces confecciona los señuelos que usa. Sabe que los insectos artificiales incrustados en diminutos anzuelos deben ser engaños perfectos, porque las truchas reconocerán el menor defecto y los rechazarán.
Qué emoción observar a una trucha salir a la superficie, morder la mosca y resistir hasta que finalmente, exhausta, es recogida. La lucha es la competencia entre el conocimiento y la habilidad del pescador, y la noble trucha.
El uso de señuelos artificiales para engañar y atrapar peces es un ejemplo de la forma en que a menudo Lucifer nos tienta, engaña y trata de atraparnos.
Como el pescador con mosca que sabe que lo que atrae a las truchas es el hambre, Lucifer conoce nuestro “hambre” o debilidades y nos tienta con señuelos falsos que, si los aceptamos, pueden coartar nuestra vida y conducirnos hacia su influencia despiadada. Y a diferencia del pescador que atrapa y devuelve al agua peces ilesos, Lucifer no nos soltará voluntariamente. Su objetivo es hacer a sus víctimas tan miserables como él.
Lehi dijo: “Y porque [Lucifer] había caído del cielo, y llegado a ser miserable para siempre, procuró igualmente la miseria de todo el género humano” (2 Nefi 2:18).
Uno mi voz hoy a la de mis Hermanos de que Lucifer es una inteligencia lista y astuta. Uno de los métodos principales que usa contra nosotros es su habilidad de mentir y engañar para convencernos de que lo malo es bueno y lo bueno malo. Desde el principio, en el gran Concilio de los Cielos, Satanás “pretendió destruir el albedrío del hombre que yo, Dios el Señor, le había dado …
“Y llegó a ser Satanás, sí, el diablo, el padre de todas las mentiras, para engañar y cegar a los hombres y llevarlos cautivos según la voluntad de él” (Moisés 4:3--4).
La batalla por el albedrío dado al hombre por Dios continúa. Satanás y sus siervos nos rodean con sus señuelos; esperan que flaqueemos y aceptemos su carnada para atraparnos con medios falsos. Él usa la adicción para quitar el albedrío. Según el diccionario, cualquier adicción implica someterse a algo, y así renunciar al albedrío y convertirse en dependiente de alguna sustancia o comportamiento que destruye la vida1.
Hay estudiosos que dicen que hay un elemento del cerebro llamado el centro del placer2. Al activarlo con ciertas drogas o comportamientos, domina la parte del cerebro que gobierna nuestro juicio, fuerza de voluntad, lógica y moralidad. Eso conduce al adicto a abandonar lo que él o ella sabe que es correcto; y cuando eso sucede, quedan atrapados y Lucifer toma el control.
Satanás sabe cómo aprovecharse de nosotros y atraparnos con sustancias artificiales y comportamientos que dan placer momentáneo. He visto el efecto cuando alguien lucha por recobrar el control, librarse del abuso y la adicción destructivos, y recuperar la autoestima y la independencia.
Algunas de las drogas más adictivas que, al abusar de ellas, pueden apoderarse del cerebro y destruir nuestro albedrío, son: la nicotina; los opioides, como la heroína, morfina y otros analgésicos; los tranquilizantes; la cocaína; el alcohol; la marihuana; y las metanfetaminas.
Estoy agradecido por doctores capacitados que recetan medicamentos apropiados para aliviar el dolor y el sufrimiento. Lamentablemente hoy, demasiadas personas de nuestras comunidades, incluso algunos de nuestros miembros, abusan de medicamentos recetados y se hacen adictos a ellos. Lucifer, el padre de todas las mentiras, lo sabe y usa su influencia para quitar el albedrío a la persona que abusa de drogas y controlarla con sus horribles cadenas (véase 2 Nefi 28:22).
Hace poco hablé con una hermana que estaba en la unidad psiquiátrica de un hospital local. Compartió conmigo su triste travesía desde la absoluta salud física y mental, y un matrimonio y una familia maravillosos, a la enfermedad mental, la salud debilitada y la desintegración de su familia, todo lo cual comenzó con el abuso de analgésicos recetados.
Dos años antes de nuestra conversación, se había lastimado la espalda en un accidente automovilístico. Su médico le recetó un medicamento para aliviar el dolor que era casi insoportable. Ella pensó que necesitaba algo más, así que falsificó recetas y por último recurrió a la heroína. Esto llevó a que la arrestaran y encarcelaran. Su obsesión con las drogas destruyó su matrimonio. Su esposo se divorció de ella y se quedó con la custodia de los hijos. Ella me dijo que, además de calmarle el dolor, las drogas también le daban una breve, pero intensificada, sensación de euforia y bienestar. Sin embargo, cada dosis de drogas duraba unas pocas horas y, con cada uso, la duración del alivio parecía disminuir. Comenzó a tomar cada vez más cantidad de drogas y terminó atrapada en el círculo vicioso de la adicción. Las drogas se convirtieron en su vida. La noche antes de hablar con ella, había intentado suicidarse. Decía que ya no soportaba el dolor físico, emocional y espiritual. Se sentía atrapada, sin salida, sin esperanza.
El problema de la hermana con el abuso de drogas recetadas y de otro tipo no es exclusivo; está en todas partes. En algunos lugares, mueren más personas por abuso de drogas recetadas que por accidentes de autos3. Hermanos y hermanas, apártense de todo tipo de sustancia que pueda atraparlos; sólo inhalar una vez algo, o tomar una pastilla o un trago de alcohol puede llevar a la adicción. Un alcohólico en recuperación me dijo que la diferencia entre la adicción y el estar sobrio es un sólo trago. Satanás lo sabe. No permitan que los atrape con señuelos artificiales que rápidamente pueden convertirse en una adicción.
Ahora bien, hermanos y hermanas, no malinterpreten lo que digo. No cuestiono los medicamentos recetados para quienes sufren de enfermedades tratables o gran dolor físico. Éstos realmente son una bendición. Lo que digo es que debemos seguir con cuidado las dosis prescritas por los médicos; y debemos mantener esos medicamentos en un lugar seguro donde los jóvenes o cualquier otra persona no pueda acceder a ellos.
También son muy preocupantes algunos de los comportamientos adictivos y perniciosos como los juegos de azar y la diabólica pornografía, que destruyen tanto a la persona y son tan comunes en nuestra sociedad. Recuerden, hermanos y hermanas, que toda adicción implica someterse a algo, y así renunciar al albedrío y convertirse en dependiente. De modo que los videojuegos y los mensajes de texto deben agregarse a la lista. Algunos jugadores dicen que pasan hasta dieciocho horas al día yendo de un nivel a otro de los videojuegos y desatienden todo otro aspecto de su vida. Enviar mensajes de texto con el celular puede convertirse en una adicción que hace que se pierda la importante comunicación entre las personas. Hace poco un obispo me contó acerca de dos jóvenes que, parados uno al lado del otro, se enviaban mensajes de texto en vez de hablar.
La investigación médica describe la adicción como una “enfermedad del cerebro”4. Esto es cierto, pero considero que, cuando Satanás tiene a alguien en sus garras, también llega a ser una enfermedad del espíritu. Sin embargo, sin importar en qué círculo adictivo uno se encuentre, siempre hay esperanza. El profeta Lehi enseñó a sus hijos esta verdad eterna: “Así pues, los hombres son libres según la carne; y les son dadas todas las cosas que para ellos son propias. Y son libres para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo” (2 Nefi 2:27).
Si alguien adicto desea vencer la adicción, hay un camino a la libertad espiritual, una forma comprobada para escapar la esclavitud. Comienza con la oración, la comunicación sincera, ferviente y constante con el Creador de nuestros espíritus y cuerpos: nuestro Padre Celestial. Es el mismo principio que se usa para romper un mal hábito o arrepentirnos de cualquier tipo de pecado. La fórmula para transformar el corazón, el cuerpo, la mente y el espíritu se encuentra en las Escrituras.
El profeta Mormón nos aconsejó: “Por consiguiente, amados hermanos míos, pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones, que seáis llenos de este amor… para que lleguéis a ser hijos de Dios… para que seamos purificados así como él es puro” (Moroni 7:48).
Éste y muchos otros pasajes nos testifican que hay esperanza para los adictos, y esta esperanza llega mediante la expiación del Señor Jesucristo al humillarnos ante Dios, rogar ser librados del cautiverio de la adicción y ofrecer toda nuestra alma a Él en ferviente oración.
Los líderes del sacerdocio pueden ayudar cuando los adictos busquen su consejo. De ser necesario, pueden derivarlos a un consejero capacitado y autorizado, y a los Servicios para la familia SUD. El programa para la recuperación de adicciones adaptado de los doce pasos de Alcohólicos Anónimos está fácilmente disponible mediante los Servicios para la familia SUD.
A los que estén lidiando con una adicción personalmente o en su familia, les repito: la oración ferviente es la clave para obtener la fortaleza espiritual a fin de encontrar paz y de superar un deseo adictivo. El Padre Celestial ama a todos Sus hijos, así que agradézcanle y expresen fe sincera en Él. Pídanle la fortaleza para vencer la adicción que están sufriendo. Dejen de lado todo orgullo y entreguen su vida y su corazón a Él. Pidan ser llenos del poder del amor puro de Cristo. Quizá tengan que hacer esto muchas veces, pero les testifico que su cuerpo, mente y espíritu pueden transformarse, ser purificados y sanados, y serán librados. Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
Dado que nuestra meta es llegar a ser más semejantes a nuestro Salvador y finalmente ser dignos de vivir con nuestro Padre Celestial, cada uno de nosotros debe experimentar el gran cambio en el corazón descrito por el profeta Alma en el Libro de Mormón (véase Alma 5:14). Nuestro amor por el Padre Celestial y el Señor Jesucristo debe reflejarse en nuestras acciones y decisiones diarias. Ellos han prometido paz, gozo y felicidad a quienes guarden Sus mandamientos.
Hermanos y hermanas, seamos conscientes de los señuelos artificiales que nos presenta el falso pescador de hombres: Lucifer. Tengamos la sabiduría y la perspectiva espiritual para discernir y rehusar sus muchos ofrecimientos peligrosos.
Y para todos los que sean víctimas de cualquier tipo de adicción: hay esperanza, porque Dios ama a todos Sus hijos y porque la Expiación y el amor del Señor Jesucristo hacen que todo sea posible.
He visto la maravillosa bendición de la rehabilitación que puede librarnos de las cadenas de la adicción. El Señor es nuestro Pastor y nada nos faltará al confiar en el poder de la Expiación. Sé que el Señor puede librar a los adictos del cautiverio y lo hará, porque como proclamó el apóstol Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Ruego, hermanos y hermanas, que así sea para todos aquellos que estén luchando con este desafío en este momento de su vida; y lo hago humildemente en el nombre de Jesucristo. Amén.