El poder transformador de la fe y el carácter
Una vida recta y constante produce un poder y una fortaleza interiores que resisten permanentemente la influencia corrosiva del pecado y la transgresión.
Cuando la fe se entiende y se utiliza apropiadamente, tiene resultados de alcance extraordinario. Ese tipo de fe puede transformar la vida de una persona de actividades diarias sentimentales y corrientes a una sinfonía de gozo y felicidad. El ejercicio de la fe es vital para el plan de felicidad del Padre Celestial. Pero la verdadera fe, la fe para salvación, se centra en el Señor Jesucristo, es la fe en Sus doctrinas y enseñanzas, fe en la guía profética del ungido del Señor, fe en la capacidad de descubrir características y rasgos escondidos que pueden transformar la vida. Verdaderamente, la fe en el Salvador es un principio de acción y poder.
La fe es un elemento básico fundamental de la creación. Estoy seguro de que el Salvador Jesucristo utiliza la fe en Su capacidad para actuar bajo la dirección del Padre Celestial. El Maestro la utilizó para crear las galaxias más remotas así como para componer los quarks, las partículas de materia más pequeñas que conocemos en la actualidad. Sin embargo, tengo fe de que aún hay elementos básicos más pequeños en la maravilla de la creación.
La fe en el futuro se demuestra cuando una pareja se sella en el templo. Los integrantes de ella comprenden que por medio de la obediencia a las enseñanzas de Jesucristo y al plan de felicidad de nuestro Padre Celestial, pueden tener una vida dichosa juntos; ellos reconocen que cuando vengan los desafíos que procuran ser oportunidades de progreso, hallarán formas, impulsados por el Espíritu Santo, para superarlos de modo que sean productivos y edifiquen el carácter.
La fe y el carácter están íntimamente relacionados. La fe en el poder de la obediencia a los mandamientos de Dios forjará fortaleza de carácter que estará a tu alcance en tiempos de urgente necesidad. Ese tipo de carácter no se obtiene en momentos de grandes desafíos o tentaciones; allí es cuando se deberá utilizar. El ejercicio de la fe en los principios verdaderos edifica el carácter y, el carácter fortalecido expande tu capacidad para ejercer más fe. Como resultado, aumenta tu capacidad y confianza para superar las pruebas de la vida. Cuanto más se fortalezca tu carácter, mayor será tu capacidad de beneficiarte al ejercer el poder de la fe; descubrirás cómo la fe y el carácter interactúan para fortalecerse mutuamente. El carácter se teje pacientemente con los hilos de los principios, la doctrina y la obediencia puestos en práctica.
El presidente Hugh B. Brown dijo: “Dondequiera en la vida que haya grandes valores espirituales disponibles para el hombre, sólo por fe se pueden adquirir. El hombre no puede vivir sin fe, puesto que en la aventura de la vida el problema principal es la edificación del carácter, que no es el producto de la lógica, sino de la fe en ideales y la devoción sacrificada hacia ellos” (en Conference Report, octubre de 1969, pág. 105). Ejercemos la fe al obrar. José Smith dijo que “la fe es un principio de acción y de poder” (Leales a la Fe, 2004, pág. 90).
Llegamos a ser lo que queremos ser, al ser constantemente, cada día, lo que queremos llegar a ser. Un carácter recto es una manifestación preciada de lo que estás llegando a ser. Un carácter recto es más valioso que cualquier otro objeto material que poseas, cualquier conocimiento que hayas obtenido por medio del estudio o cualquier meta que hayas logrado, sin importar lo valorados que sean por la humanidad. En la vida venidera, se evaluará tu carácter recto para determinar cuán bien utilizaste el privilegio de la vida mortal.
Ni Satanás ni ningún otro poder pueden destruir ni menoscabar tu carácter en crecimiento; sólo tú puedes hacerlo por medio de la desobediencia. Un carácter excelente se convierte en cenizas sin valor cuando lo erosiona el engaño o la transgresión.
Un firme carácter moral resulta de las decisiones correctas y constantes durante las dificultades y pruebas de la vida. Dichas decisiones se toman confiando en cosas en las que se cree y que, cuando se actúa en consecuencia, las mismas se confirman.
¿Cuáles son algunos de los principios habilitantes sobre los cuales se basa la fe?
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Confiar en Dios y en Su buena disposición para brindar ayuda cuando sea necesario, no importa cuán difíciles sean las circunstancias.
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Obedecer Sus mandamientos y una vida que demuestre que Él puede confiar en ti.
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Ser sensible a los tenues susurros del Espíritu Santo.
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Poner en práctica con valentía la inspiración recibida.
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Paciencia y comprensión cuando Dios permite que te esfuerces para que progreses y cuando las respuestas llegan poco a poco durante un largo lapso de tiempo.
“La fe es las cosas que se esperan y no se ven; por tanto, no contendáis porque no veis, porque no recibís ningún testimonio sino hasta después de la prueba de vuestra fe” (Éter 12:6). Por eso, cada vez que pruebes tu fe —o sea, actúes con dignidad según una impresión— recibirás la evidencia confirmadora del Espíritu. Al caminar hacia el límite de tu entendimiento, internarte en las penumbras de la incertidumbre y ejercer la fe, serás guiado a encontrar soluciones que de otra forma no hallarías. A pesar de la firmeza de tu fe, Dios no siempre te recompensará de inmediato de acuerdo con tus deseos. Más bien, Dios te responderá con lo que, según Su plan eterno, sea lo mejor para ti, en el momento de mayor provecho. Agradece que a veces Dios te deje esforzarte por mucho tiempo antes de que llegue la respuesta. Eso hace que tu fe aumente y se desarrolle tu carácter.
El fundamento del carácter es la integridad. Un carácter digno fortalecerá tu capacidad para reconocer la guía del Espíritu y ser obediente a ella. El ejercicio constante de la fe establece un carácter firme. Un fundamento seguro de tu carácter en formación es hacer que Jesucristo y Sus enseñanzas sean el centro de tu vida.
Tu felicidad en la tierra, al igual que tu salvación eterna, requieren muchas decisiones correctas, ninguna de las cuales es difícil de tomar. Juntas, esas decisiones forjan un carácter resistente a las influencias corrosivas del pecado y la transgresión. Un carácter noble es como una preciada porcelana hecha de materia prima selecta, moldeada con fe, trabajada cuidadosamente mediante actos constantes de rectitud y forjada en el horno de experiencias que elevan el espíritu. Es un objeto de gran belleza y de valor incalculable; sin embargo, puede dañarse en un instante mediante la transgresión, y entonces requerirá un esfuerzo prolongado y doloroso para volver a crearlo. Cuando se protege mediante el autocontrol, el carácter recto perdurará por la eternidad.
Las cosas materiales por sí solas no brindan felicidad ni satisfacción, ni el gozo de la realización en la tierra; ni tampoco nos llevan a la exaltación. Es la nobleza de carácter, esa estructura de fortaleza y convicción interiores entretejida por un sinnúmero de decisiones rectas, lo que da dirección a la vida. Una vida recta y constante produce un poder y una fortaleza interiores que resisten permanentemente la influencia corrosiva del pecado y la transgresión. Tu fe en Jesucristo y la obediencia a Sus mandamientos fortalecerán tu carácter. Tu carácter es una medida de lo que estás llegando a ser; es la evidencia de cuán bien estás utilizando tu tiempo en la tierra en este período de probación mortal.
Un principio que todos entendemos es que recibimos aquello por lo que hemos pagado. Eso es verdad también en los asuntos espirituales. Recibes lo que hayas pagado en obediencia, en fe en Jesucristo y en la aplicación diligente de las verdades que aprendes. Lo que obtienes es el moldeado de tu carácter, el aumento de tu capacidad y la finalización con éxito de tu propósito aquí en la tierra de ser probado y tener gozo.
En la vida no puedes ser pasivo o de lo contrario, con el tiempo, el hombre natural socavará tus esfuerzos por vivir dignamente. Llegas a ser lo que haces y lo que piensas. La falta de carácter lleva a una persona que está bajo presión a satisfacer sus apetitos o a buscar beneficio personal. Tú no puedes ocultar con éxito un carácter débil bajo un manto de fingimiento.
Con el tiempo, es casi seguro que alguien que tome decisiones basándose en las circunstancias cometerá transgresiones graves. No existe una barra de hierro de la verdad que mantenga a esa persona en el camino recto. Continuamente se verá enfrentada a muchas tentaciones sutiles que la alejarán de los mandamientos. Esas decisiones se pueden justificar argumentando que no son tan malas, que socialmente son más aceptables y que amplían el núcleo de amistades. Una persona inteligente sin principios básicos puede adquirir, en ocasiones, logros temporales dignos de admiración. Sin embargo, esos logros son como un castillo de arena, que cuando su carácter se pone a prueba, se desmorona, con frecuencia arrastrando otros logros con él. A pesar del cuidado que un transgresor tenga para mantener oculta la violación a los mandamientos, con el tiempo, casi siempre se llega a conocer públicamente. Satanás mismo se encarga de ello. Él y sus seguidores tienen la determinación de causar todo el daño posible a cada uno de los hijos del Padre Celestial. Un acto de desobediencia o una violación de confianza graves invariablemente hacen que surja la pregunta de si habrá otras. Los demás pierden la fe y la confianza en el carácter de esa persona.
Esta vida mortal es un lugar de probación. La forma en que superes tus desafíos determina la fortaleza que tendrá tu carácter. Tu fe en Jesucristo y en Sus enseñanzas fortalece tu carácter.
He comprobado personalmente que los conceptos tales como la fe, la oración, el amor y la humildad no tienen gran significado ni producen milagros hasta que llegan a ser parte de nosotros por medio de nuestra propia experiencia, con la ayuda de los dulces susurros del Espíritu Santo. En los primeros años de mi vida, me di cuenta de que podía aprender las enseñanzas del Evangelio en forma intelectual y, por medio del poder del razonamiento y del análisis, ver que eran de gran valor. Pero su enorme poder y capacidad para llevarme más allá de los límites de mi imaginación y de mi habilidad no fueron una realidad hasta que la práctica paciente y constante permitió que el Espíritu Santo revelara y expandiera su significado en mi corazón. Descubrí que mientras prestaba servicio a los demás con sinceridad, Dios forjaba mi carácter personal. Él generó en mí una capacidad cada vez mayor para reconocer la guía del Espíritu. La genialidad del plan del Evangelio es que al realizar las cosas que el Señor nos aconseja, se nos da toda la comprensión y toda la capacidad necesarias para proporcionarnos paz y plena satisfacción en esta vida. Del mismo modo, obtenemos la preparación necesaria para la felicidad eterna en la presencia del Señor.
Un testimonio se fortalece por las impresiones espirituales que confirman la validez de una enseñanza o de un acto justo. Con frecuencia, esas impresiones vienen acompañadas de emociones poderosas que traen lágrimas a los ojos y hacen que sea difícil expresarse. Pero el testimonio no es emoción, sino la esencia del carácter entretejida con los hilos de innumerables decisiones correctas. Esas decisiones se toman con fe verdadera en las cosas que creemos y que, al menos al principio, no se ven. Un firme testimonio nos da paz, consuelo y seguridad; genera la convicción de que, cuando las enseñanzas del Salvador se obedecen en forma constante, la vida será hermosa, el futuro será seguro y tendremos la capacidad para vencer los desafíos que se crucen en nuestro camino. Un testimonio crece al comprender la verdad, la cual emana de la oración y la meditación de la doctrina de las Escrituras; y se nutre al vivir esas verdades con fe, anclados en la seguridad misma de que los resultados prometidos se obtendrán.
Tu testimonio se fortalecerá mediante la obediencia sumisa a la ley del diezmo y al dar ofrendas de ayuno, y el Señor te bendecirá abundantemente por ello. A medida que tu testimonio se fortalezca, Satanás tratará de tentarte con más ahínco. Resiste sus avances. Tú serás más fuerte y su influencia en ti, más débil.
La creciente influencia de Satanás en el mundo se permite para proporcionar un ambiente en el cual ser probados. A pesar de causar gran confusión en la actualidad, el destino final de Satanás fue determinado por Jesucristo mediante Su expiación y la resurrección. El diablo no triunfará, incluso ahora debe actuar dentro de los límites que ha impuesto el Señor. Él no puede quitar ninguna bendición que alguien haya ganado; no puede alterar el carácter que se ha formado por medio de decisiones correctas; no tiene el poder para destruir los vínculos eternos forjados en un santo templo entre esposo, esposa e hijos; Él no puede apagar la fe verdadera ni quitarte el testimonio. Es verdad que estas cosas se pueden perder al sucumbir a la tentación, pero él no tiene poder para destruirlas por sí mismo.
Para resumir:
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Dios utiliza la fe para moldear tu carácter.
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El carácter es la manifestación de lo que estás llegando a ser.
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Un carácter firme es el resultado de tomar decisiones correctas y constantes.
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El fundamento del carácter es la integridad.
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Cuanto más se fortalezca tu carácter, más podrás ejercer el poder de la fe.
La humildad es esa cualidad que permite que se nos enseñe de lo alto por medio del Espíritu o de fuentes que se originaron por inspiración del Señor, tales como las Escrituras y los comentarios de los profetas. La humildad es la preciada y fértil tierra de un carácter recto. En ella germinan las semillas del progreso personal que, al cultivarlas por el ejercicio de la fe, podarlas mediante el arrepentimiento y fortalecerlas mediante la obediencia y las buenas obras, producen el atesorado fruto de la guía espiritual. Entonces, vienen la inspiración y el poder divinos, la inspiración para saber la voluntad del Señor y el poder que proporciona la capacidad para cumplir con ella.
Permíteme compartir cuatro principios que han traído profundos sentimientos de paz y felicidad a mi vida. El Señor ha establecido estas piedras angulares en Su plan eterno; cada una de ellas es esencial y todas ellas trabajan en armonía y se ratifican una a la otra. Cuando se aplican con diligencia y regularidad, producen fortaleza de carácter y aumentan la capacidad para convertir los desafíos de la vida en peldaños hacia a felicidad ahora y para siempre. Son:
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Fe en el Señor Jesucristo y en Su programa para adquirir el poder de lograrlo.
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Arrepentimiento para rectificar las consecuencias de los errores de omisión o de comisión.
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Obediencia a los mandamientos del Señor con el fin de proporcionar fortaleza y dirección a nuestra vida.
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Servicio desinteresado para enriquecer la vida de los demás.
Si has tomado la determinación de vivir con rectitud, no te desanimes. La vida puede parecer difícil ahora, pero sujétate firmemente a esa barra de hierro de la verdad. Estás progresando más de lo que supones. Tus dificultades definirán tu carácter, disciplina y confianza en las promesas de tu Padre Celestial y en el Salvador a medida que obedeces Sus mandamientos en forma constante. Que el Espíritu Santo te inste a tomar siempre decisiones que fortifiquen tu carácter y te brinden gozo y felicidad. En el nombre de Jesucristo. Amén.