La expansión de la obra misional en Noruega
Aunque el presidente Wilford Woodruff anunció la discontinuación de la práctica de la poligamia en septiembre de 1890, los ministros de otras religiones en Noruega siguieron aseverando por muchos años que la práctica continuaba. Basándose en esas alegaciones, los funcionarios gubernamentales les negaron a los miembros de la Iglesia la plena libertad religiosa.
En 1923, con el deseo de expandir la obra misional y apoyar mejor a los conversos en Escandinavia, la Primera Presidencia envió a Reed Smoot, Apóstol y senador de los Estados Unidos, y a John A. Widtsoe, hijo de Anna Widtsoe y el Apóstol más recientemente llamado, a tratar de obtener reconocimiento legal y protección en Noruega. Era la primera vez que Smoot, cuya madre era noruega, viajaba al país. Para Widtsoe, era la primera vez que regresaba a Noruega desde que había partido en 1883.
Tras llegar el 26 de julio de 1923, Smoot y Widtsoe inmediatamente se dispusieron a hacer una evaluación de las circunstancias de la Iglesia. Widtsoe visitó a los misioneros locales en compañía de David O. McKay, su colega en el apostolado, quien prestaba servicio como presidente de la Misión Europea. Los dos apóstoles se conmovieron hasta derramar lágrimas cuando se reunieron con setenta y cinco fieles santos noruegos, cada uno llamado como misionero, quienes relataron sus experiencias en la predicación del Evangelio.
Mientras tanto, Smoot se ocupaba de asuntos diplomáticos. En compañía de Laurits Swenson, ministro de EE. UU. para Noruega, Smoot se reunió con el rey Haakon VII. Durante su “agradable entrevista” con el rey el 27 de julio de 1923, Smoot, hijo de un matrimonio polígamo, le aseguró al rey que los matrimonios plurales ya no se efectuaban. Luego explicó cómo el malentendido sobre esa práctica había ocasionado grandes dificultades con la emisión de visados para los misioneros. Tras escuchar las explicaciones de Smoot, el rey le preguntó qué quería que él hiciera. Smoot pidió que a los misioneros se los tratara como a cualquier otro grupo religioso extranjero, y que se les permitiera entrar sin hostigamiento. También solicitó un aumento en el número de visados para los misioneros. El rey dijo que esas peticiones parecían razonables.
Durante los tres años siguientes, los funcionarios gubernamentales de los Estados Unidos y de Noruega trabajaron con los líderes de la Iglesia para negociar una mayor protección para la Iglesia en Noruega. En 1926, después de varios años de debate, el número de visados para misioneros Santos de los Últimos Días aumentó de cuatro a catorce.