2005
Preguntas y respuestas
febrero de 2005


Preguntas y respuestas

Amo el Evangelio, pero me aterroriza compartirlo con otras personas. ¿Cómo puedo sobreponerme a mi temor?

La respuesta de Liahona

Aun los mejores miembros misioneros se ponen nerviosos al compartir el Evangelio con otras personas, pero se sobreponen a ese temor de la misma manera que puedes hacerlo tú: reemplazando el temor con la fe.

Las Escrituras están repletas de ánimo: “No temas, yo te ayudo” (Isaías 41:13). “Si estáis preparados, no temeréis” (D. y C. 38:30). “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor” (2 Timoteo 1:7–8).

Desarrollar el tipo de fe que reemplaza el temor con poder y amor requiere esfuerzo y práctica; no basta con aguardar a que ésta venga; es necesario desarrollarla. Empieza por pensar en pequeñas maneras de compartir tu testimonio. Puedes escribirlo en una carta o en tu diario durante cada día de una semana. Una vez que tengas confianza para compartir tu testimonio por escrito, intenta expresarlo en una reunión sacramental, durante una noche de hogar o con un buen amigo. En la medida que desarrolles la capacidad para compartir tu testimonio, ganarás más confianza y aumentará tu fe.

Si te pones nervioso porque crees que podrían hacerte preguntas que no supieras contestar, un poco de preparación bastará. El Señor le dijo a Hyrum Smith: “No intentes declarar mi palabra, sino primero procura obtenerla, y entonces será desatada tu lengua; luego, si lo deseas, tendrás mi Espíritu y mi palabra, sí, el poder de Dios para convencer a los hombres” (D. y C. 11:21).

Lee las Escrituras y otros materiales de la Iglesia para adquirir conocimiento del Evangelio. Comparte esos materiales (folletos, revistas, etc.) con otras personas. Mormon.org es otro buen lugar para aprender más y al cual puedes referir a la gente. Ora para recibir más valor, y recuerda que si no conoces todas las respuestas, siempre puedes preguntarle a alguien o podrías averiguarlo más tarde.

El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo: “La intensidad de nuestro deseo de compartir el Evangelio es un gran indicador del grado de nuestra conversión” (“Compartir el Evangelio”, Liahona, enero de 2002, pág. 7). Tú tienes el deseo; ahora practica compartir el Evangelio para permitir que ese deseo crezca hasta convertirse en acción (véase Alma 32).

Las respuestas de los lectores

Lo que yo hago para vencer ese temor es pensar en lo mucho que quisiera haber conocido el Evangelio antes. Mis amigos y mi familia también necesitan recibirlo con urgencia. Debemos hablar con entusiasmo de las actividades en las que participamos y del gozo que nos brinda el Evangelio. Así, los demás desearán saber de dónde proceden nuestra felicidad y nuestra fe.

Évila Fernanda de Campos, 19, Barrio Bragança Paulista, Estaca Itatiba, Brasil

Tu temor es algo natural. Pregúntales a los misioneros si puedes acompañarles en sus visitas misionales. Pídeles que enseñen una charla en tu casa y comparte tu testimonio. Pero lo más importante es que le pidas a nuestro Padre Celestial que te dé oportunidades de compartir el Evangelio; Él te dará las palabras que quiera que digas.

Vikki Hamme, 17, Barrio Mountain Home, Estaca Springfield Sur, Misuri

Antes siempre me daba miedo hablar con los demás sobre el Evangelio, pero piensa en tu testimonio y en el maravilloso sentimiento que recibes al saber que el Evangelio es verdadero. Pídele a nuestro Padre Celestial que te dé una experiencia misional y ora para recibir Su guía. Estoy segura de que te encantará hablar de la Iglesia y querrás hacerlo una y otra vez.

Dana Jill Barthel, 16, Barrio Bonn, Estaca Düsseldorf, Alemania

El amor que siento por esta gran obra me ha permitido hablar del Evangelio. Se necesita orar mucho, leer las Escrituras, asistir a seminario y buscar la guía del Espíritu Santo. Entonces vendrán las palabras.

César A. Flores Barrios, 15, Barrio Cantaura, Estaca El Tigre, Venezuela

Te sentirás más cómodo si intentas hablar con un buen amigo. Si comienzas hablando de una norma del Evangelio que sea fácil de explicar, te resultará más sencillo compartir más cosas. Una vez que hables con un amigo, ¡podrás hacerlo con cualquiera!

Gretchen Schillemat, 14, Barrio Keene, Estaca Concord, New Hampshire

No importa lo que piensen los demás, pero sí lo que piensa nuestro Padre Celestial. Si estuviera disfrutando de un festín y mis amigos estuvieran conmigo, no les haría un desaire; tampoco los invitaría a sólo leer las recetas, sino que les pediría que comieran conmigo.

Kristina M. Harrop, 16, Barrio Palmer 3, Estaca Wasilla, Alaska

Aprendí a confiar en el Señor y dejar que me guiara el Espíritu. Sólo tienes que recordar que no debes tener miedo cuando el Señor está de tu parte. El Espíritu te ayudará.

Amber Wilson, 14, Barrio Parkersburg, Estaca Charleston, West Virginia

Nuestro miedo desaparecerá cuando seamos hechos perfectos en el amor (véase 1 Juan 4:18). Ora con diligencia por ese don del amor perfecto y acércate a tus amigos con amor. Sonríe, tiende una mano de ayuda y expresa tu gratitud. De ese modo no sólo vencerás el temor, sino que irradiarás las bendiciones del Evangelio.

Élder Tomohiko Funai, 19, Misión Idaho Pocatello

En seminario aprendí que Jesucristo nos ha llamado a participar en Su obra. Al leer 3 Nefi 12:13–16 entendí que soy una luz y la sal de la tierra, y que si amo al Señor, debo obedecer Sus palabras. Así fue como vencí mi temor.

Jean Garry Gilot, 17, Barrio Carrefour, Estaca Puerto Príncipe, Haití

Al principio podemos vencer el temor al hacernos amigos y luego nos sentiremos más cómodos para compartir nuestro testimonio con las personas a fin de que el Espíritu les testifique.

Anne Diniz, 16, Barrio Valentina, Estaca João Pessoa Rangel, Brasil

Se debe tener un testimonio del Evangelio para compartirlo valientemente con los demás. Utiliza tu testimonio como una guía; escudriña y ora para vencer tu temor.

Aaron Michaelson, 13, Barrio Southbury, Estaca New Haven, Connecticut

“No permitan que el miedo disminuya sus esfuerzos… El miedo no viene de Dios, sino del maligno, del adversario de toda verdad, el cual quiere introducir en sus corazones el rechazo a esforzarse. Expulsen ese temor y sean valientes en la causa de la verdad, de la rectitud y de la fe. Si toman ahora la decisión de que éste sea el modelo por el cual rijan su vida, no tendrán que volver a tomar esa decisión otra vez.”

Presidente Gordon B. Hinckley, “Las palabras del Profeta viviente”, Liahona, junio de 1998, pág. 26.