El Quórum de Maestros
Segundo de una serie de artículos sobre los quórumes del sacerdocio y sus propósitos. En éste, los miembros del Obispado Presidente comparten algunos pensamientos sobre los quórumes de maestros.
¿Cómo puede un quórum ayudar a sus miembros a ser espiritualmente más fuertes, en especial durante los críticos años en que los jóvenes pertenecen al quórum de maestros?
Obispo H. David Burton (arriba, en el centro), Obispo Presidente: Nuestros jóvenes precisan la oportunidad de sentir el Espíritu en un entorno de la Iglesia. Imagínese lo que significa que un joven se arrodille con sus compañeros en el aula, o cualquiera que sea el lugar, para ofrecer una humilde oración. Esa práctica tendrá un gran impacto en la vida de nuestros jóvenes.
Obispo Richard C. Edgley (extremo izquierdo), Primer Consejero del Obispado Presidente: Imagínese el efecto que tiene el que se arrodillen a orar por otro miembro del quórum que esté enfermo, que se haya descarriado o que tenga un problema. Así comienza a crearse la hermandad que estos jóvenes deben sentir. A la edad de estos jóvenes las amistades ejercen una gran influencia. Nos gustaría que tuvieran amigos en el quórum con los que tuvieran experiencias espirituales, compartieran su apoyo y desarrollaran una verdadera hermandad.
Obispo Burton: Una cosa es que el asesor de un quórum llame para saber cómo se encuentra un miembro de dicho quórum; otra bien diferente es que le visite o le llame su presidente de quórum.
¿Cuáles fueron sus primeras asignaciones (véase D. y C. 20:53–55) como maestros en el Sacerdocio Aarónico?
Obispo Keith B: McMullin (arriba, a la derecha), Segundo Consejero del Obispado Presidente: Recuerdo que mi primera asignación como maestro orientador fue la de ser compañero de un hermano escandinavo que tenía dificultades para hablar inglés. Me llamó por teléfono y me esforcé por entender lo que me estaba diciendo. Me invitó a ir a su casa. Era un hombre mayor, un buen Santo de los Últimos Días, y también era mi compañero mayor. Me invitó a pasar y me dijo con un acento muy marcado: “Creo que debemos orar”. Nos arrodillamos y oramos. Por aquel entonces, en mi casa la oración familiar se reservaba para ocasiones especiales, no era algo que hiciéramos cada día. Sin embargo, mi compañero de orientación familiar situó la oración en un plano bien diferente para mí. Yo pensé: “La orientación familiar es importante y la oración es una parte importante de la misma”. Obviamente, aprendí lo maravillosa y preciosa que es esa experiencia.
Obispo Burton: Recuerdo lo asustado que estaba la primera vez que tuve una asignación de orientación familiar. Mi compañero era un poseedor del Sacerdocio de Melquisedec menos activo, pero era un maestro orientador fiel. Íbamos a la casa de las personas, y aquel hombre de apariencia tosca y enorme era tan manso y humilde como cualquier otro, y siempre insistía en que nos arrodilláramos para orar con las familias. Era un ser humano maravilloso que me enseñó —a mí, un joven maestro— cómo ser un maestro orientador.
Han hablado del papel importante que desempeñan los jóvenes en el liderazgo del quórum. ¿Qué función tienen los líderes adultos en el quórum?
Obispo Edgley: Hay que empezar por incluir al obispado. Me gusta el consejo del presidente Thomas S. Monson, Primer Consejero de la Primera Presidencia. Dijo que el obispo debe hablar con el consejero encargado de los diáconos para asegurarse de que cada diácono llegue a ser maestro. Debe hablar con el consejero encargado de los maestros para asegurarse de cada maestro sea avanzado a presbítero; y el obispo dice: “Yo me encargo de los presbíteros. Me aseguraré de que cada uno reciba el Sacerdocio de Melquisedec”. Se puede lograr; y se ha logrado.
¿Cuáles son algunos de los grandes retos a los que se enfrentan los maestros en la actualidad y cómo podemos ayudarles a mantenerse firmes?
Obispo Edgley: A esta edad un joven desea independencia; está probando a sus padres y experimentando con su libertad. Éste es uno de los motivos por el que el quórum de maestros tiene que cerciorarse de que las libertades del joven se hallen dentro del círculo adecuado de amigos y en el entorno pertinente.
Obispo McMullin: Hay un período en el que un joven es receptivo a las enseñanzas del Evangelio, y es de los 12 a los 15 años. A esa edad los jóvenes tienden a pensar en las bendiciones patriarcales; a pensar en el Libro de Mormón. Se trata de un periodo crucial.
Obispo Burton: Si han aprendido lo necesario, tomarán decisiones correctas. Si una familia acostumbra celebrar la noche de hogar, si tienen aunque sea un estudio superficial de las Escrituras en casa y si se reúnen con frecuencia para orar en familia, ya cuentan con una gran ventaja. Los padres deben hacer todo lo posible por lograr esas tres cosas. Ésa es la mejor póliza de seguro que pueden tener.