2006
La respuesta está en el libro
Junio de 2006


La respuesta está en el libro

“Élder Confer, enséñeme”, dijo la voz al otro lado de la línea, “pero no me enseñe acerca del Libro de Mormón”. Christine Yong, nuestra nueva investigadora, deseaba saber más sobre nuestra religión.

Como misioneros de la Misión Singapur, mi compañero y yo estábamos entusiasmados por tener una investigadora como Christine. Su hermana Sara y ella parecían tener un interés sincero por el Evangelio. Sin embargo, durante las semanas en que habíamos compartido el Evangelio con ellas, nos habían expresado ciertas dudas acerca de José Smith y del Libro de Mormón. Pero no íbamos a darnos por vencidos, así que fijamos otra cita.

Salí con el líder misional de nuestra rama, Patrick Lim, mientras que mi compañero fue con otro miembro a otras citas. El hermano Lim y yo habíamos planeado enseñar a Christine acerca del arrepentimiento, del bautismo y del don del Espíritu Santo. Cuando hablábamos a un investigador acerca del bautismo, normalmente le invitábamos a bautizarse. No obstante, teniendo en cuenta los desafíos que Christine estaba afrontando, nos preguntábamos si estaría preparada para el bautismo. Pedimos la ayuda del Espíritu antes de reunirnos con ella.

Durante la charla, Christine parecía comprender el arrepentimiento y el bautismo, pero a medida que el hermano Lim enseñaba acerca de recibir el don del Espíritu Santo, Christine comenzó a expresar sus dudas.

“Élderes, no estoy segura de que Dios exista y de que realmente vaya a contestar a mi oración”, admitió dubitativamente.

Le describimos los sentimientos de tranquilidad y paz que brinda el Espíritu, pero ella no estaba familiarizada con la influencia del Espíritu Santo. Había intentado orar y leer las Escrituras, pero las cosas no parecían dar resultado.

Durante un momento, nos quedamos sin respuestas. Entonces vino a mi mente un pasaje de las Escrituras y sentí que debía compartirlo, a pesar de que se encontraba en el Libro de Mormón, el libro del que nos había pedido que no le enseñáramos. Le pedí a Christine que leyera Éter 12:6: “…Quisiera mostrar al mundo que la fe es las cosas que se esperan y no se ven; por tanto, no contendáis porque no veis, porque no recibís ningún testimonio sino hasta después de la prueba de vuestra fe”.

Cuando le expliqué que nuestra fe en el Señor se pone a prueba antes de recibir una respuesta del Padre Celestial, sentí el Espíritu con mucha fuerza en el corazón. Oré para que Christine lo sintiera también, y así fue.

“Estoy muy emocionada, verdaderamente emocionada”, dijo Christine mientras derramaba lágrimas de gozo.

“Eso es el Espíritu, Christine. Eso es lo que se siente al tener el Espíritu”, dijimos el hermano Lim y yo mientras comenzábamos a derramar lágrimas también.

Después de compartir ese versículo con ella y seguir enseñándole, Christine aceptó nuestra invitación y al poco tiempo se bautizó.