Reunir a la pareja de baile
Durante 25 años trabajé en el centro de Wiener Neustadt, Austria. Un tranquilo día de mayo, me paseaba por la zona peatonal a la hora del almuerzo y me topé con una librería. Cerca de la puerta de entrada había dos cajas de libros con descuento. Tenía curiosidad por saber qué tipo de literatura se vendía a un precio tan bajo y tomé el primer libro que estaba sobre una de las cajas. Sin ningún interés en particular por comprarlo, lo abrí y observé la figura de una pareja de baile. Para mi sorpresa, también descubrí el nombre de Gretl Stättner. En ese instante, recordé que ése fue el nombre de la segunda esposa de mi padre. No había pensado en ella durante años.
Mi padre fue un oficial de aduanas, pero también fue un entusiasta bailarín y tenía su propia escuela de baile. Unos años después del divorcio de mis padres, mi padre conoció a Gretl en esa escuela de baile. Sin embargo, su relación duró poco debido a que mi padre falleció a los 35 años de edad, debido a la ruptura del apéndice. Mientras yacía en el lecho de muerte, debió de tener la esperanza de que Gretl se hiciera cargo de mí, pues sabía que mi madre no me cuidaba. Por esa razón, mi padre se casó con Gretl apenas tres horas antes de morir. Pero Gretl era demasiado joven y sus padres aún tenían influencia en ella, por lo que no había forma de que ella pudiese cuidarme, así que me crié en hogares de padres tutelares.
Mientras permanecí allí con el libro en las manos, viendo no sólo el nombre Stättner sino también a la pareja de baile, me di cuenta de que ella era la esposa legítima de mi padre y tenía el derecho de ser sellada a él.
Al investigar, descubrí que Gretl nunca se había vuelto a casar, que había vivido en Viena y que había estado encargada de un salón para el cuidado de los pies. Recordé su apellido de soltera al igual que el lugar donde vivió su familia, los Weißenbergs. Mi esposa y yo los buscamos, pero nos desalentó el saber que ninguno de los familiares seguía aún con vida. Visitamos el cementerio, pero al principio no tuvimos mucho éxito debido a que la lápida del terreno de la familia sólo tenía una lista de los apellidos. Después de que se nos ocurrió que alguien, después de todo, debió pagar por la tumba y su mantenimiento, solicitamos información a las autoridades sobre el propietario de dicha tumba. Se nos dio un nombre que nos llevó a Viena y a una mujer que resultó ser la sobrina de Gretl. No sólo nos proporcionó todas las fechas necesarias para llevar a cabo la obra del templo por Gretl, sino también información sobre todos los miembros de la familia que habían fallecido: los padres, los abuelos, las tías y los tíos.
También resultó que cuando mi esposa y la sobrina de Gretl eran jóvenes, habían asistido a la misma escuela secundaria en la misma época, y ambas se habían graduado el mismo día. ¡Qué pequeño es el mundo!
Mi esposa y yo enviamos al templo todos los nombres de la familia y entonces pudimos efectuar personalmente la obra en el Templo de Francfort, Alemania. Me siento profundamente agradecido por esa oportunidad y estoy plenamente convencido de que el haber encontrado el libro de mi madrastra no fue una simple coincidencia. Al conversar con la sobrina de Gretl, nos enteramos de que ella había tenido muchos libros, que su sobrina regaló algunos, otros los conservó y otros los vendió. Sólo uno de esos libros llegó hasta Wiener Neustadt, y yo fui el que me topé con él.