“Lo estaba observando”
Era verano, a mediados de la temporada de la cosecha de heno. Había mucho heno cortado y mi vecino, Frank Rees, esperaba con impaciencia la llegada del rocío para comenzar. El momento propicio llegó un sábado por la noche, así que Frank se dirigió a su campo y comenzó a hacer fardos de heno.
Mientras trabajaba, observó los faros de su amigo y vecino varios campos más allá. Él también estaba aprovechando las condiciones favorables y estaba preparando fardos de heno. Varios años antes, Frank había tomado la decisión de no trabajar en el día de reposo y sabía que tendría que detenerse antes de la medianoche para honrar ese compromiso. Se preguntaba qué haría su vecino. La idea de seguir trabajando bajo esas condiciones ideales, con tanto heno cortado y listo, sería muy tentadora.
A medida que pasaban las horas, seguía observando los faros de su vecino y sabía que seguía haciendo fardos. Unos minutos antes de medianoche, Frank apagó la empacadora y llevó el tractor hasta el camión. En la silenciosa oscuridad, se dio cuenta de que su vecino también había decidido honrar el día de reposo y se había detenido en su trabajo.
Tras relatar la experiencia en la reunión sacramental, Frank miró por encima de los hombros a su vecino, que entonces era el obispo de su barrio.
“¿Se acuerda de aquello?”, le preguntó.
El obispo Munns asintió con la cabeza y dijo: “Yo no llevaba reloj. Lo estaba observando a usted”.