EL LENGUAJE
Utiliza un lenguaje que edifique, que aliente y que hable bien de los demás. Utiliza el nombre de Dios y el de Jesucristo con reverencia y respeto. No utilices lenguaje ni gestos que sean profanos, vulgares u ofensivos.
“La conversación es la esencia de las reuniones sociales amistosas. Puede ser feliz, puede ser trivial, puede ser seria, puede ser divertida; pero no debe ser picante ni grosera ni indecente si se es en verdad creyente en Cristo…
“[Cualquiera] que tenga que recurrir a esa manera de hablar da a conocer de inmediato que tiene un vocabulario deficiente, que no posee la suficiente riqueza de expresión para exponer con claridad lo que quiere decir sin tener que emplear palabras obscenas o groseras…
“No digan malas palabras, no hablen con lenguaje profano. No digan chistes sucios. Aléjense de conversaciones que contengan palabras soeces y vulgares. Serán más felices si evitan eso y su ejemplo fortalecerá a los demás”.
Presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008), véase “No tomarás el nombre de Dios en vano”, Liahona, enero de 1988, pág. 47.