LOS DIEZMOS Y LAS OFRENDAS
¡Prefiero recibir la bendición!
Paga de buena gana un diezmo íntegro. Asiste al ajuste de diezmos. Obedece la ley del ayuno.
En Guyana, un país que se encuentra en la parte norte de América del Sur, los jóvenes Santos de los Últimos Días están hablando de los diezmos y las ofrendas.
“¡Yo prefiero recibir la bendición!”, afirma Simeon Lovell, de catorce años, durante una lección de seminario en el centro de reuniones Prashad Nagar, que se encuentra en Georgetown. La clase acaba de leer Malaquías 3:8–12, donde se advierte que los que roban a Dios al no pagar el diezmo serán maldecidos, pero se promete que los que lo paguen recibirán bendiciones tan grandes que serán inconmensurables.
“¡Fíjense en todo lo que promete!”, dice su compañera de clase Xiann Kippins, de dieciséis años. “Te protegerá; prosperarás; se te abrirán las ventanas de los cielos”.
Clint Callender, de diecisiete años, que asiste a la Rama Garden Park 2 (también en Georgetown), comenta: “Todo lo que hay en la tierra es del Padre Celestial, y Él nos pide que le devolvamos sólo una pequeña porción para demostrarle nuestra gratitud. Por eso, me siento feliz de pagar el diezmo; me alegra ayunar una vez por mes y donar el dinero para los pobres. Y al ver todo lo que hace la Iglesia cuando hay un maremoto, un huracán u otro desastre —toda la ropa y los suministros de alimentos que provee—, me hace feliz pensar que yo puedo ser parte de eso siendo generoso con mis ofrendas”.
En otra parte, en la Misión Indias Occidentales, Curfew Ali, que tiene diecisiete años y asiste a la Rama Arima de Port of Spain, Trinidad, le explica a Mark Mangray, también de diecisiete, que aun cuando ella gana poco dinero, paga de diezmo el diez por ciento y contribuye también a las ofrendas de ayuno. “De esa manera”, dice, “sé que el Señor podrá bendecirme”. Le comenta a Mark sobre el ajuste de diezmos y le dice lo bien que se siente la persona al declarar que ha pagado un diezmo íntegro.
Mark contempla un recibo de donaciones en blanco, lo lee y dice: “Tienes razón, Curfew. Mañana llevaré el diezmo a la Iglesia”.