Entrelacemos nuestros corazones
Tomado de un discurso de la Conferencia General de octubre 2008.
Los profetas del Señor siempre nos han pedido unidad.
Mientras era huésped de una familia, me invitaron a arrodillarme con ellos antes de acostarse y se le pidió al hijo más pequeño que ofreciera la oración. Oró por cada miembro de la familia, mencionándolos por nombre. Abrí los ojos por un instante para mirar el rostro de los otros hijos y de los padres; pude darme cuenta de que unían su fe y su corazón a la oración de ese pequeño.
El milagro de la unidad se nos da cuando oramos y nos esforzamos por obtenerlo. Nuestros corazones se entrelazarán en unidad.
En Mosíah leemos: “Y les mandó que no hubiera contenciones entre uno y otro, sino que fijasen su vista hacia adelante con una sola mira, teniendo una fe y un bautismo, teniendo entrelazados sus corazones con unidad y amor el uno para con el otro” (Mosíah 18:21).
Los hijos de Dios tienen más cosas en común que diferencias. Hablen bien el uno del otro. Tal vez recuerden a su madre decir, como la mía: “Si no puedes decir algo bueno de una persona, no digas nada”. Les prometo un sentimiento de paz y gozo cuando hablen amablemente de los demás.
Les doy mi testimonio solemne de que Dios el Padre vive; Él escucha y contesta nuestras oraciones. El Salvador Jesucristo vive y nos extiende su misericordia. Ésta es Su verdadera Iglesia. El presidente Thomas S. Monson es el profeta viviente de Dios y si nos unimos para sostenerlo de todo corazón, estando bien dispuestos a ser obedientes, avanzaremos juntos con poder para ir adonde Dios quiera que vayamos y para ser lo que Él quiere que seamos.