2010
Bendiciones del templo
Agosto de 2010


Mensaje de la Primera Presidencia

Bendiciones del templo

President Dieter F. Uchtdorf

Todavía recuerdo cuando viajamos en familia con mis padres al recientemente edificado Templo de Suiza, el primero de Europa, para convertirnos en una familia eterna. En ese entonces yo tenía dieciséis años y era el menor de cuatro hijos. Nos arrodillamos juntos en el altar para ser sellados en la tierra por el poder del sacerdocio, con la maravillosa promesa de que podríamos permanecer sellados para toda la eternidad. Nunca olvidaré ese magnífico momento.

A mi joven edad, me impresionó mucho que cruzáramos las fronteras de varios países para sellarnos como familia. Para mí, eso simboliza la manera en que la obra del templo traspasa las fronteras del mundo para brindar bendiciones eternas a todos los habitantes de la tierra. Ciertamente, los templos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se construyen para el beneficio de todo el mundo, independientemente de las nacionalidades, culturas y orientaciones políticas de las personas.

Los templos constituyen un testimonio firme de que el bien prevalecerá. El presidente George Q. Cannon (1827--1901), Primer Consejero de la Primera Presidencia, dijo en cierta ocasión: “Toda piedra angular que se coloca para el cimiento de un templo, y todo templo que se erige… disminuye el poder de Satanás sobre la tierra y aumenta el poder de Dios y la santidad”1.

Si bien es cierto que cada templo expande la influencia de la rectitud en la tierra, las bendiciones mayores, sin duda, son para aquellos que asisten al templo. Allí recibimos más luz y conocimiento y concertamos convenios solemnes que, si los cumplimos, nos ayudan a caminar por la senda del discipulado. En pocas palabras, el templo nos enseña acerca del sagrado propósito de la vida y nos ayuda a fijar nuestro verdadero rumbo físico y espiritual.

Por otro lado, no asistimos al templo únicamente para nuestro beneficio. Cada vez que entramos en esos sagrados edificios, desempeñamos una función en la santa obra de salvación y redención que está al alcance de todos los hijos de Dios gracias a la expiación del Unigénito del Padre. Se trata de un servicio desinteresado y santo, el cual nos permite participar como seres mortales en la gloriosa obra de llegar a ser salvadores en el monte Sión.

Para aquellos que por cualquier motivo no puedan asistir al templo en este momento, les insto a que hagan todo lo que esté en sus manos por obtener una recomendación vigente para el templo. Dicha recomendación es un símbolo de nuestra fidelidad y determinación de servir al Señor; es un símbolo de nuestro amor por Él, ya que Jesús mismo enseñó: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él” (Juan 14:21).

A medida que los horizontes del mundo siguen embelleciéndose con estos sagrados edificios consagrados al Señor, es mi oración que hagamos nuestra parte para acercar el cielo a la tierra, siendo dignos de poseer una recomendación para el templo y utilizándola. Al hacerlo, la rectitud ciertamente aumentará no sólo en nuestra vida y en nuestro hogar, sino también en nuestras comunidades y en el mundo entero.

Nota

  1. George Q. Cannon, en “The Logan Temple”, Millennial Star, 12 de noviembre de 1877, pág. 743; citado en “Cómo prepararse para entrar en el Santo Templo”, pág. 39.

Izquierda: fotografías del TEMPLO DE BERNA, SUIZA, POR CHRIS MILLS; del Templo de Hong Kong, China, por Craig Dimond; del Templo de Copenhague, Dinamarca, por Craig Dimond; y del Templo de Accra, Ghana, por Matthew Reier; derecha: ilustración fotográfica por J. Scott Knudsen; montaje fotográfico por Craig Dimond y Charles W. CARTER.