Temor a cambiar
Después de hacerle a Dios una pregunta, encontré el valor que necesitaba.
Me crié como cristiana. A pesar de que mi familia nunca fue religiosa, mi padre siempre me enseñó a actuar de acuerdo con lo que yo sabía que era verdadero.
A principio de los años de mi adolescencia pasé por muchas pruebas; cirugía en la espalda, el divorcio de mis padres, la enfermedad de mi madre, y cuidar a una hermana menor me dejaron amargada y cínica. Entonces, unos meses antes de que cumpliera quince años, llegué a conocer a los misioneros. El élder Johnson y el élder Chadwick me enseñaron el Evangelio.
Leí el Libro de Mormón pero no tenía deseos de hacer los cambios que los élderes me pidieron que hiciera. Les dije que eran demasiados cambios y estuve a punto de decirles que me dejaran en paz. Levanté la vista al pronunciar esas palabras y me encontré con la mirada del élder Chadwick; le rodaba una sola lágrima por la mejilla, y nunca me había sentido tan avergonzada. Les dije que los llamaría al día siguiente.
Me fui a casa después de la reunión y terminé de leer el Libro de Mormón por primera vez. Después me arrodillé, lo cual nunca había hecho, y le pregunté a Dios si era verdadero. Nunca le había hecho una pregunta a Dios. Tenía mucho miedo de cambiar. Después de que dije “amén”, me inundó un sentimiento de paz y tranquilidad. Sabía que tenía un Padre Celestial que me amaba; sabía que el Libro de Mormón era verdadero, y sabía que podía cambiar.
Me bauticé diez días después y mis padres asistieron al bautismo. A pesar de que sigo siendo el único miembro de la Iglesia en mi familia, tengo fe en que un día ellos también se arrodillarán y le preguntarán a Dios. Estoy leyendo el Libro de Mormón por octava vez, y es algo tan maravilloso como la primera vez. Sé que el Libro de Mormón es verdadero y que tiene el poder para cambiar a las personas.