2011
Mi gran decisión
Junio de 2011


Mi gran decisión

“Sus hijos serán bautizados para la remisión de sus pecados cuando tengan ocho años de edad, y recibirán la imposición de manos” (D. y C. 68:27).

“Nicole, los hermanos Johnson van a volver esta noche”, le dijo la mamá. “¿Has orado como te pidieron que lo hicieras?”

“No, todavía no”, contesté.

El élder y la hermana Johnson son una pareja de misioneros de nuestro barrio. Han estado asistiendo a nuestra noche de hogar para enseñarme las charlas misionales.

Mi familia no siempre ha ido a la Iglesia, así que había algunas cosas que yo no entendía. Ahora que estoy a punto de cumplir ocho años, mamá dice que debo decidir si me voy a bautizar.

La semana pasada, el élder y la hermana Johnson me enseñaron que José Smith oró para encontrar la verdad. Entonces me pidieron que orara en cuanto a bautizarme.

“Presta atención a cómo te sientes”, dijo la hermana Johnson. “Así es como el Espíritu Santo nos ayuda a saber lo que es verdad”.

Yo pensaba que quizás podría esperar hasta que tuviera 14 años, como José Smith.

Hoy, para la lección, el élder Johnson puso vasos uno encima del otro para hacer una torre. Dijo que si los cimientos no son buenos, toda la torre se cae.

“¿Por qué piensas que la Iglesia tiene cimientos fuertes?”, preguntó él.

Recordé la lección de la semana anterior. “Quizás es porque el Padre Celestial y Jesús le dijeron a José Smith cómo restaurarla”, dije yo.

“Correcto”, dijo el élder Johnson. “Y tenemos profetas y apóstoles vivientes para mantenerla en el camino correcto”.

Eso tenía sentido. Yo siempre tenía un buen sentimiento cuando escuchaba acerca del presidente Thomas S. Monson.

Entonces la hermana Johnson me hizo la pregunta que yo temía.

“¿Has orado acerca de bautizarte?”

“No, todavía no”, dije.

“¿Quieres bautizarte?”, preguntó la hermana Johnson.

Me hubiera gustado poder contestarle, pero simplemente me encogí de hombros.

Mi hermana pequeña piensa que tengo miedo de meterme en el agua, porque eso es lo que a ella le daría miedo. Pero a mí me gusta el agua, así que no estaba segura de qué era lo que me preocupaba.

“¿Tienes miedo a la responsabilidad?”, preguntó la hermana Johnson.

Tan pronto como la hermana Johnson dijo eso, supe que ella tenía razón. Mamá dijo que después de bautizarme tendré que responder por mis acciones; eso significa que seré responsable de lo que escoja. Tendré que tener cuidado de guardar los mandamientos de Dios; no estoy segura de estar preparada para esa responsabilidad. ¿Qué pasa si dejo de ir a la Iglesia como lo hizo mi papá?

“Cuando cumplas ocho años, serás responsable de tus elecciones aunque no te bautices”, dijo la hermana Johnson. “Pero después de bautizarte y de que se te confirme, tendrás mucha más ayuda para tomar buenas decisiones porque tendrás el don del Espíritu Santo”.

Hablamos sobre algunos de los mandamientos que yo tenía que guardar. Yo ya sabía que fumar, el alcohol y las drogas eran malos, de modo que cumplir con la Palabra de Sabiduría no sonaba difícil.

Después de que los hermanos Johnson se fueron, ya no tenía miedo de bautizarme. Quería tomar buenas decisiones y guardar los mandamientos del Padre Celestial; y estaba feliz porque el Espíritu Santo me ayudaría.

Fui a mi habitación y me arrodillé junto a mi cama. Mientras oraba, me sentí segura de que bautizarme era una buena idea. Sabía que ese sentimiento era la respuesta a mi oración.

Ilustraciones por Craig Stapley.