2011
Tu ejemplo importa
Junio de 2011


Tu ejemplo importa

Vivir el Evangelio no sólo te fortalece a ti sino también a los demás.

Elder Joseph W. Sitati

Siento profunda admiración y respeto por los hombres jóvenes que honran el Sacerdocio Aarónico. Permítanme contarles acerca de tres de ellos que pertenecen a la Estaca Nairobi, Kenia, África.

Martin se fortalece

A los catorce años, Martin, de la Rama Westlands, se encontraba lejos de su hogar, en Nairobi, donde asistía a un internado en el cual él era el único miembro de la Iglesia. En la escuela de Martin, ciertos días de la semana sólo servían té y pan para el desayuno. Con setecientos alumnos, las autoridades de la escuela no tenían los medios para ofrecer un menú especial para una sola persona, así que Martin decidió tomar agua con el pan.

Los domingos tenía que asistir a la iglesia con el resto de los compañeros de escuela; allí tenía que escuchar enseñanzas religiosas que sabía que en ocasiones eran tergiversadas. De vez en cuando, los compañeros lo miraban de reojo mientras hablaban en voz baja acerca de las creencias “extrañas” de él. A veces, algunos incluso lo llamaban adorador del diablo.

Esas pruebas fortalecieron a Martin en vez de debilitarlo. Las visitas mensuales de sus padres y los mensajes frecuentes del presidente de rama, que siempre le enviaba el último número de la revista New Era, lo animaban mucho. La lectura de la revista aumentaba su valor para enfrentar esas pruebas.

Joseph nunca falta

Joseph, del Barrio Riruta, posee el oficio de maestro en el Sacerdocio Aarónico. Permanece fiel al Evangelio a pesar de ser el único miembro de la Iglesia de una escuela grande en la que muchos de sus compañeros participan en drogas y otras cosas malas. Joseph nunca ha faltado a la capilla; siempre llega temprano, aseado y listo para prestar servicio de acuerdo con la asignación que reciba de su presidente de quórum y de su obispo. Casi todos los domingos ayuda a preparar la Santa Cena.

Humphrey envía las asignaciones por correo

Humphrey, del Barrio Upper Hill, también es maestro. Se bautizó en la Iglesia hace sólo dos años. Tal como Martin, Humphrey actualmente estudia en un internado. Parte de la razón por la que su fe ha aumentado tanto desde que se unió a la Iglesia es que recibe todas sus tareas o deberes de seminario por correo, las lleva a cabo y las devuelve rápidamente a su maestro de seminario.

Cuando el internado cierra, Humphrey normalmente tiene que caminar cuarenta y cinco minutos de ida los domingos para conseguir que lo lleven a la capilla. Sin embargo, siempre llega temprano a la capilla y está listo para servir de acuerdo con la asignación que tenga.

Siempre que recibe una asignación para discursar, Humphrey es diligente en su preparación. Es obvio, para todos los que lo escuchan, que se ha esforzado mucho por preparar su discurso.

Vivir las normas

En la actualidad, en casi todo el mundo, las normas de moralidad siguen deteriorándose. A menudo, los jóvenes que quieren conectarse con cosas buenas y honorables no saben dónde encontrarlas. Las instituciones educativas han aceptado la falsa idea de que las normas morales las define cada persona y que, por lo tanto, varían.

Sin embargo, al vivir las normas de tu fe, puedes ayudar a las personas de tu edad a ser testigos de la estabilidad, la confianza, la paz y el gozo que provienen del Evangelio. Tu ejemplo puede ayudar a preparar a los demás para que sean receptivos a las enseñanzas del Evangelio restaurado. Mi Deber a Dios, para los hombres jóvenes, y el Progreso Personal, para las mujeres jóvenes, pueden ayudarte a acercarte más a Dios y a ganar la confianza de los adultos y de las personas de tu edad.

El ejemplo máximo

Seas un hombre joven o una mujer joven, tú honras el sacerdocio al vivir de tal manera que comuniques a las personas de tu edad, y a los demás que te rodean, que realmente sigues al Salvador. La vida del Salvador cuando era joven es un maravilloso ejemplo para ti. Cuando tenía sólo doce años, fue cautivado por la obra de Su Padre Celestial, aun cuando honraba a Sus padres terrenales. En las Escrituras dice que Él enseñó a otras personas en el templo. Dejó asombradas a personas mayores y eruditas con Su comprensión de la doctrina (véase Lucas 2:42–52). El Salvador demostró que la edad de doce años no es demasiado pronto para comenzar a entender los asuntos profundos del Evangelio si somos dignos de tener el Espíritu con nosotros.

Las Escrituras ofrecen muchos ejemplos más de jóvenes que fueron valientes en la fe: José, el hijo de Jacob; Daniel; Nefi y otros. Además, podemos acudir a los profetas y apóstoles modernos para encontrar ejemplos de nuestra época.

La restauración del Sacerdocio Aarónico es una prueba de que el Padre Celestial confía en los hombres y en las mujeres jóvenes de la Iglesia. Él espera que ustedes, los hombres jóvenes, utilicen el sacerdocio para bendecir a los hijos de Él, tanto jóvenes como ancianos. Esto lo hacen al enseñar el Evangelio, al bautizar, administrar la Santa Cena, ayudar a los enfermos y afligidos, visitar hogares para fortalecer a las familias y prestar servicio de acuerdo con las asignaciones que les dé su obispo o presidente de rama. Mediante el servicio que ustedes prestan en el Sacerdocio Aarónico, las personas llegan a sentir el amor que el Padre Celestial tiene por ellas. Del mismo modo, ustedes, las mujeres jóvenes, pueden seguir el ejemplo del Salvador al vivir dignas de ir al templo, servir a las personas que las rodean, cuidar de los necesitados y desarrollar sus virtudes y talentos.

En muchas unidades de la Iglesia, he visto hombres jóvenes que realizan estos deberes del sacerdocio con reverencia y dignidad. También he visto mujeres jóvenes que sirven con todo el corazón y con toda el alma. Ese servicio, y el modo en que se ofrece, fortalece su fe en Dios el Padre y en Su Hijo, Jesucristo. También puede edificar la fe de aquellos a quienes sirvan.

Joseph

Martin

Humphrey

Izquierda: ilustración fotográfica por Matthew Reier; otras fotografías son cortesía del élder Sitati.